80. ¿Te sientes afortunado?

1.2K 98 8
                                    

Héctor:

Bea posa mientras me muevo a su alrededor fotografiando cada uno de sus movimientos. La verdad es que se le da bien, aunque nunca lo dudé. Es espontánea y divertida a pesar de que cuando mira a la luz más de la cuenta, pone caras raras debido a la resaca. Diría que me apiado, pero después de la noche que me han dado me niego. La maldita imagen de ella besando a Abril no se me va de la cabeza, provocando celos y deseo a partes iguales. Imaginaba que ella era yo y esa sola imagen fue suficiente para hacer que toda mi sangre se concentrase en una zona en concreto.
Abril me ha vuelto a convencer de que debemos hacer fotos en parejas. Evidentemente no recuerda que estuvo prácticamente desnuda encima mía. Ojalá yo pudiese olvidarlo también, porque es una jodida tortura haberla tenido tan cerca y no haberme dejado llevar por el deseo de provocar gemidos contra la almohada, con cuidado de no despertar a Bea.
Tiendo mi cámara a Abril y nuestros dedos se rozan levemente, de forma que una sensación de vértigo se instala en la boca de mi estómago. Odio sentirme así.
Cuando terminamos de posar, Abril se va al baño para volver a retocarse el pelo, como si no estuviese preciosa ahora mismo.
—Sabes que la vas a perder, ¿no? —escucho la voz de Bea a mis espaldas.
—La perdí el día que decidí hacer lo que hice —contesto sin girarme.
—¿Y por qué? No lo entiendo Héctor. La miras de forma que...
—Pelirroja, será mejor que pares. Siento decepcionarte, pero no hay nada.
¿Cree que no sé que lo que hice es irreparable? Tiene que dejar de creer en los cuentos de hadas. A este paso no va a superar su ruptura en la vida.

—Miéntete lo que quieras.
—Mira Bea —me giro hacia ella—, esto no es como tú y Luis que os queréis y estáis haciendo el gilipollas. Abril y yo no nos queremos ni nos aguantamos.
Me mira sorprendida y me arrepiento de mis palabras. Me he pasado y mucho.
Va a objetar algo cuando una llamada entra en su móvil. Suspiro aliviado cuando comienza a hablar.
—¡La entrevista! ¡Tengo que irme! —sale repentinamente de la habitación.
Genial. Ni un puto gracias por joderme la noche y prepararle tostadas.
Miro unos segundos a la media foto que corona mi cama y vuelvo a suspirar. Solo quiero que mi vida sea tan sencilla como antes.
—¿Y Bea? —se escucha la voz de Abril a mis espaldas.
Le digo solamente que la han llamado y se ha ido. Puedo ahorrarme la parte de que me he comportado como un capullo. No me apetecen más peleas por el día de hoy.
—Vaya... ¿Seguimos otro día? —intenta librarse de la sesión.
Suspiro y ni tan siquiera le contesto. Me Agota a unos niveles insospechables. Ajusto la intensidad de las luces y quito unas arrugas de la tela del fondo mientas escucho como mueve las manos nerviosa.
Ya hoy nos hemos visto obligados a aguantarnos. Para qué hacernos la putada de tener que vernos otro día más. No.
—Deberíamos hablar con Bea —dice incómoda.
—¿De? —sigo arreglando el set.
—De nosotros.
Me apoyo contra el escritorio y la miro con el ceño fruncido.
—Abril, especifica.
—Maldita sea Héctor, ya sabes —da vueltas por la habitación.
—No Abril, no sé. ¿De que nos odiamos?, ¿Contarle la emotiva y trágica historia de nuestra relación?, ¿O recrear en vivo y en directo la escena de cuando follamos? No sé si tengo condones suficientes para eso —no puedo evitar usar la ironía.
Suelta un resoplido digno de un animal enfadado. ¿Cree que es la única que odia hablar de "nosotros"? Al menos no soy un masoquista que intenta averiguar qué es "nosotros".
—No Héctor no! Decirle que tú y yo no podemos estar en una misma habitación. Que este rollo de amigos los tres se corta —dice finalmente.
Una punzada de dolor y otra de decepción.
Me levanto y camino hacia ella mientras ella retrocede hasta dar con la pared. Pongo mi brazo al lado de su cabeza, para que no pueda huir y la miro unos segundos con una mezcla de sentimientos que no sé especificar. Sobre todo, estoy enfadado.
—Eres una egoísta de mierda querida Abril —le sonrío con desdén.
—¿Disculpa?
—Me estás diciendo que por un puto polvo, vas a joder a Bea quitándole lo único que considera su apoyo ahora mismo —nos señalo a ambos.
—¿Eres gilipollas? ¡ES PORQUE NO NOS AGUANTAMOS! —se acerca un poco a mí.
Miro sus labios sin poder evitarlo. Esta cercanía más los recuerdos de la noche anterior, me está matando.
—Ya... a mi me huele que alguien no ha superado el polvo —le sonrío con picardía.
Nos quedamos en silencio, pero nuestros ojos hablan por sí solos. Atrapados el uno por el otro en este sin sentido que nos empeñamos en alargar, como si fuésemos masoquistas.
—Tú lo dijiste ¿no? Sexo. Ni amigos, ni enemigos ni nada. Solamente sexo —puntualiza.
—El mejor sexo que has tenido en años —susurro en su oído.
Noto como retiene unos segundos la respiración, pero enseguida vuelve a la carga.
—Oh, ¿hablas por ti? Siento mucho oír eso, pero yo estoy muy bien servida —me sonríe dulcemente.
Ha ganado la puta partida. El simple hecho de imaginarla con ese tío en una cama, hace que se me tense la mandíbula y tenga que reprimir explotar. La miro como si pudiese demostrarle que puedo hacerla gritar mi nombre en cada esquina de la habitación y noto como se ruboriza.
—Bien... Cómo ambos estamos bien servidos y somos adultos funcionales, como a ti te gusta decir, creo que podemos por el bien de Bea jodernos un poquito, aunque no nos jodamos de la forma en la que deseas, princesa —me relamo los labios y me aparto de ella.
Su lejanía es como un jarro de agua fría. El calor comienza a disiparse y por fin vuelvo a respirar con normalidad.
Le hago una seña para que se ponga ante la cámara. Mejor terminar esto cuanto antes.
La cosa comienza mal. Trato de guiarla, pero no está colaborativa.
—Vamos, ¡necesito a la Abril pirata! Enséñame ese descaro —la intento animar.
—Esa Abril estaba bebida.
Aquella noche sí que gritó mi nombre por cada esquina de esta habitación. Necesito esa química para sacar la sesión adelante.
—Provócame —le sonrío de medio lado.
Sus ojos se abren como platos y no puedo evitar morder mi labios para no reírme de la mueca que pone ahora mismo.
—Estoy de resaca, no quiero provocar a nadie.
—Aggg... Eres insoportable. Muy bien. Si me pones cachondo con poses sutiles y sensuales haré algo que tú quieras.
Me voy a arrepentir de mis palabras en algún momento de mi vida, pero si a Abril no la retas, no consigue arrancar.
Busca rápido papel y boli registrando en mi habitación y me obliga a firmar un contrato de que le debo un favor a su total elección.
Ahora sí que lo da todo y he de reconocer que me está poniendo y mucho.
Se sienta encima de mi escritorio y pone su tacón en mi pecho. Recuerdo que hizo lo mismo la noche anterior y siento como cada poro de mi piel reacciona a ella.
Le da un pequeño ataque de risa que no logro comprender y aprovecho para inmortalizarla de todas las formas posibles. Intenta taparse el rostro mientras no para de reír, pero aún así sigo. Es preciosa cuando ríe de esta forma que te acelera el corazón. Siempre me ha encantado su risa.
Me apoyo contra el escritorio y suelto la cámara mientras la veo reír. Esto me recuerda demasiado a los viejos tiempos y hace que sienta una nostalgia que debería desaparecer. Es demasiado increíble.
Cuando se da cuenta de cómo la miro, su risa se corta y me mira con un extraño brillo en la mirada que me revuelve por dentro.
Vuelvo a coger la cámara y la pongo en el trípode ignorando este extraño momento de complicidad.
Es el momento de posar juntos.
Sujeto su pierna y nos miramos fijamente. Me pierdo en las motas miel de sus ojos mientras su mano sube por el cuello de mi chaqueta y yo echo su cuello hacia atrás para fingir que lo beso. Noto su pulso en mis labios y una corriente eléctrica me atraviesa por completo. Debe hacerle cosquillas porque una pequeña risa sale de sus labios. No puedo evitar reír contra su cuello.
—Hoy tienes la risa floja, princesa —me burlo.
—Es tu cara de payaso, que funciona a la perfección —me guiña el ojo.
Alzo su mentón de forma provocativa y dejo mis labios a escasos centímetros de los suyos. Nos vamos acariciando mientras el flash no para de alumbrarnos y de pronto veo esa mirada que se pierde en la lejanía.
—¿Te sientes afortunado? —su aliento acaricia mis labios.
Me tenso de forma instantánea. Abril se pone en alerta y se separa de mí, buscando con la mirada la salida.
Apago las luces del set.
—Hay suficientes fotos. Puedes irte —comienzo a desmontar todo.
—Héctor. ¿Te sientes afortunado? —vuelve a preguntar.
Cómo podría sentirme afortunado con todo lo que pasó. Esa llamada me quitó todo atisbo de esperanza.
—No Abril. Sencillamente no.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora