59. Al otro lado

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Héctor:

Todo empeoró. Desde que volvió ella, mi mundo se ha vuelto a hundir y esta vez no sé si tengo fuerzas suficientes para alejarla. Para alejarme.
Meses de idas y venidas que solo hacen que creemos esta dependencia insana hacia la ruina más absoluta. Meses de miradas que incitan al odio y de caricias a escondidas, como dos prófugos. Todo está mal.
Estallo. Estallo de una manera tan aterradora que marco mi huella en la papelera. Una parte de mí se siente aliviada, otra quiere destruir cualquier cosa que se ponga por delante y esa cosa es Abril. Sus ojos reflejan miedo y la comprendo. Yo también me temo a mí mismo.
Mis palabras son puñales dispuestos a herirla, pero lo curioso es que me hiero a mí mi mismo, aunque la puñalada más grande son sus palabras.
Tiene ese don. El don de decir lo único que puede hacerme daño. La odio. Sí, es lo que debe ser.
Somos un puto desastre natural, de hecho... ni toda la mezcla de otros desastres naturales pueden compararse al torbellino de destrucción que somos juntos. Estos meses lo han demostrado. Somos pólvora y fuego. Destinados a explotar.
Abril se acerca a mí y una parte de mí quiere huir, dejar de verla, pero otra quiere pelear, seguir a su lado aunque la excusa sea destruirnos. Somos Roma. Una ciudad llena de cimientos de lo que un día fue. Al otro lado no queda nada. Solo pilares destruidos.
—Olvídame Héctor. A partir de hoy estoy muerta para ti —sus lágrimas hacen que mis entrañas se retuerzan.
Quiero gritar que ya lleva años muerta para mí y que yo llevo muerto desde aquel día en la noria, pero corre perdiéndose en la noche.
Siempre tiene la puta última palabra. Siempre tiene que dejar putas cicatrices.
Me quedo solo en mitad de la noche, con personas mirándome de reojo por el numerito, huyendo de mi, como Abril. Soy el lobo, pero ella tampoco es la inocente caperucita.
Esto tiene que acabarse.
Hay que ponerle un punto y final.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora