26. Sexy e inalcanzable

1.6K 139 2
                                    

Nos estamos arreglando para salir esta noche. Hoy toca salir a cenar al centro y después discoteca.
Be me habla sobre lo horrible que es su profesora. No entiende cómo alguien así puede prepararte para enseñar a menores, pero yo apenas consigo escucharla. Solo soy capaz de recordar la escena del baño y me tiene obsesionada. No lo he vuelto a ver desde entonces y esta noche tendré que enfrentarme a las consecuencias de mis acciones irracionales. El corazón se me acelera solo de pensarlo. Además, siento como si estuviese traicionando a Bea al no contarle nada de esto.
Miro mi armario con indecisión y decido coger el camino fácil. Necesito sentirme sexy y segura de mí misma. Le pido a Bea que me haga un conjunto, a lo que ella acepta sumamente encantada. Cada vez que habla de algo relacionado con moda, le aparece esa sonrisa y brillo en la mirada.
Hoy va con un conjunto monocromático a juego con su precioso pelo. Labios, delineado, vestido con escote y tacones rojos.
—¿Qué clase de look quieres hoy? —su ilusión es pegadiza.
—Sexy e inalcanzable sin caer en desesperación y puterío —digo sin pensarlo
—Vale... No voy a preguntar si tiene que ver con cierto chico moreno con pecas —me sonríe pícara.
Prefiero que piense que es por Carlos, así que le pongo los ojos en blanco y una sonrisa como si me hubiese pillado. Me siento la persona más falsa del mundo.
Entre mi armario y el suyo, consigue crear un conjunto con un body de encaje negro, pantalones blanco y un blazer del mismo color que es de ella. Finalmente, mis botines negros de confianza, un collar de cadenas que me ha dejado y los labios rojos junto a un delineado grueso.
Cuando me miro en el espejo, apenas me reconozco. Nunca pensé que esto podría quedar tan sumamente bien.
—¿No has pensado en dedicarte a la moda?
—Me encantaría, pero dudo que se pueda vivir de eso.
De pronto, siento como si su energía de hubiese disipado.
—En estos años no se puede vivir de nada, así que para eso, al menos estudiar algo que te guste —bromeo.
—Puede ser —me ofrece una pequeña sonrisa.
Bajamos las escaleras y soy incapaz de quitarme el nudo qe se me ha formado en el estómago. No solo tengo que lidiar con volver a verle, sino con el hecho, de que él y Carlos, quien nos espera en recepción para ir en mi coche, se llevan mal.
—¿Por qué Carlos y Héctor se llevan tan mal?
Bea me mira de reojo y no puede evitar sonreír con picardía.
—Por ti —reprime una risita.
—Te lo estoy preguntando en serio —pongo los ojos en blanco.
—Y yo te contesto en serio. Antes de tu llegada, ambos se toleraban. Quizá no fuesen amigos, pero nunca han discutido.
Me quedo en silencio porque llegamos a la planta baja. Carlos nos mira asombrado. Esta noche lleva puesta una camiseta azul marino a juego con un blazer y pantalones vaqueros negros. Es la primera vez que lo veo tan arreglado. Está guapísimo.
—Confirmo que soy el afortunado del grupo. Estáis demasiado.... Mejor me callo —nos sonríe.
—Demasiado buenorras. No me escondo —se ríe Bea.
Me río con ella y me fijo en que Carlos lleva un collar muy parecido al mío.
—¡Eres un copión! —cojo su cadena—. La mía es casi igual —sujeto mi cadena para que la vea.
—Mayo, con todo el respeto.... No pienso bajar la vista a tu escote. Estás demasiado Diosa y tengo miedo de cometer un poco de acoso.
Le pongo los ojos en blanco, pero me río con su comentario al igual que Bea. Andamos hacia mi coche y Bea no para de hacerme señales sobre lo que me ha dicho. Tengo que aguantar la risa para que no nos pille. Qué vergüenza.
Bea va a subirse en la parte trasera cuando Carlos la detiene.
—Eres la mejor amiga, deberías ir delante.
¿Puede dejar de ser este chico tan perfecto? Creo que debe ser en el fondo un psicópata peligroso, porque me niego a creer que esta clase de chicos existan.
Bea tapa una parte de su boca para que Carlos no le lea los labios.
No estoy segura si dice "tíratelo" o "lígatelo", pero haría las dos sin dudarlo de no ser porque es demasiado bueno para que yo lo joda.
Pongo sin dudarlo mi cd de Britney Spears y cuando suenan los primeros acordes de Oops i did it again! no sé quién está más ilusionado de los dos.
Ya no es solo que sea divertido, caballeroso y simpático, es que para colmo, canta a Britney a todo pulmón. Creo que no me lo he pasado tan bien desde el instituto.
Cuando salimos del coche, no podemos parar de reír. El resto del grupo nos mira divertidos y Carlos nos pasa el brazo por el hombro a las dos y nos acerca a él.
—Habéis ido en el peor coche. Mayo tiene unos temazos impresionantes.
Comienzan a hablar sobre ello mientras hablamos y Héctor y yo cruzamos miradas por primera vez. Sigue el recorrido del brazo de Carlos sobre mi hombro y siento que mis mejillas se tiñen de rojo.
—A la vuelta me pido el coche de las chicas. El de Héctor no tiene temazos —sentencia Gonzalo y varios asienten en broma.
—Perfecto, me encanta vivir en un mundo donde abunda el mal gusto. Os pienso dejar tirados en mitad del arcén.
Héctor provoca más risas, pero la de él no parece verdadera. No suena como la del coche.
Más risas de parte de todos, incluso él se ríe, pero su mirada sigue apagada. Sé perfectamente cual es su verdadera risa, y desde luego esta no es.
Cada uno va hablando con el que tiene al lado y de pronto me tenso, tengo como un sexto sentido. Sé que Héctor está detrás de mi.
—Buenas noches, Abril —dice a tan solo unos centímetros de mi oído—. No me has saludado —ríe de forma provocativa.
—He saludado en general. No sabía que querías trato prioritario —le contesto con burla.
Tengo que aparentar controlar la situación, aunque las manos me tiemblen y sienta el corazón a punto de salir.
—Estás muy sexy —su aire roza mi cuello y retengo el aire.
—E inalcanzable le recalco para dejarle claro que nunca va a tenerme.
Pasa por mi lado y me echa una mirada provocativa. Su sonrisa de medio lado hace que me muerda el labio por dentro, tratando de controlar el calor que me provoca.
Miro como va vestido sin perder detalle. Lleva una camiseta negra de cuello alto, con la particularidad de que las mangas son cortas, unos vaqueros rotos grises y unas botas militares negras.
Una de sus manos emite un brillo extraño y me fijo en que lleva una de sus manos repletas de anillos con distintos tamaños. Siempre me ha gustado su estilo, pero ahora tiene un aire más adulto y oscuro que despierta instintos primarios en mí. Lo odio.
Carlos se pone a mi altura y anda a mi lado con las manos en los bolsillos.
—En serio, estás demasiado guapa —su sonrisa se muestra tímida.
—Eres un exagerado —meto un mechón tras mi oreja nerviosa.
—Promesa de scout —suelta una pequeña carcajada.
—Oh no... Dime que no has sido scout.
—Solo un año. Son una puñetera secta.
Soltamos una pequeña carcajada y nuestras manos se rozan levemente. Nos miramos unos segundos y cojo mis manos para controlar el nerviosismo.
—Tú también estás muy guapo. Hoy triunfas en la discoteca —le devuelvo el cumplido.
—Para triunfar tienes que conseguir algo que desees, y no deseo a ninguna desconocida —su mirada se pone seria y me pongo nerviosa.
No sé si está insinuando algo, pero el mero hecho de imaginar una relación con alguien me hace querer vomitar. Tampoco podría acostarme con él, quiero que permanezca en mi vida, no que juguemos con fuego hasta hacernos daño.
No se merece sufrir.
No me merezco sufrir.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora