67. El cajón de las cosas importantes

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Héctor:

Me siento como un auténtico gilipollas, pero finalmente es lo que merezco. Esto es lo mejor, aunque joda como un arsenal de cuchillos clavados en la espalda.
El verla junto a Carlos me ha revuelto las tripas por completo, a nivel que aún no me creo que esté vomitando tirado en el sueño del baño. Es patético.
Ya sé dónde estuvo aquella noche, después de haber tenido sexo conmigo. Se fue con Carlos, lo sé, y me siento un idiota por haber pegado esa noche en su puerta sin recibir respuesta.
¿Qué habría pasado si hubiese estado en su habitación? No lo sé, pero lo que es seguro es que esto es lo correcto y que si me hubiese abierto esa puerta habríamos vuelto a un bucle de destrucción mutua.
Otra arcada más y vuelvo a vomitar.
Cuando me encuentro mejor me lavo los dientes y me echo agua en la cara y el cuello para intentar tranquilizarme.
Me vuelvo a repetir una y otra vez que todo fue culpa de ella, que todo pasó de esa forma solo por haber estado saliendo con ella, por haberme enganchado de manera que me hacía no pensar con claridad. Tengo que alejarla de mí.
Salgo del baño y miro su puerta con el ceño fruncido y se me revuelve el estómago al pensar en que quizá siga estando ahí dentro con ese tío.
Me meto en mi habitación y recojo rápidamente la ropa que tengo para lavar. No puedo estar en mi habitación pensando en que está desnuda al otro lado con un tío que no soy yo.
Coloco la ropa encima del escritorio y me siento unos segundos en la cama y abro el cajón de la mesita de noche. Es el cajón de las cosas importantes, dónde guardo una concha de la playa, el pañuelo rosa, el cepillo que Abril me tiró a la cabeza y un sobre con fotos. Saco el sobre y veo las fotos de la sesión de piratas, tanto las suyas en solitario como las nuestras. Pasando las fotos llego a la parte dónde conseguí que llegase al orgasmo, y recuerdo como se vino en el suelo de mi habitación. Guardo las fotos con impotencia y las tiro a la papelera de mi escritorio.
Mañana debería deshacerme de ellas y acabar definitivamente con esto.
Cojo la ropa y bajo a la cuarta planta.
Es la hora de comer, por lo que no debería haber apenas gente.
Al entrar veo a una chica morena con el móvil sentada en un banco con las piernas cruzadas. Me sonríe tímida y me fijo en que es muy guapa.
Meto las cosas en la lavadora y me siento a su lado.
—Buenas, ¿puedo sentarme? —señalo al banco.
—¿Este banco tiene mi nombre? —levanta una ceja divertida.
Bien, me gusta este comienzo.
—Para saberlo debería saber antes tu nombre —le sonrío.
—No, no tiene mi nombre. Puedes sentarte —vuelve a coger el móvil con una sonrisa.
Me siento a su lado y la miro de reojo, ella intenta no prestarme atención, pero no puede aguantar el sonreír y morderse un labio.
—Todavía no me has dicho tu nombre.
—Ni tú a mí el tuyo —guarda el móvil y esta vez me mira fijamente.
Tiene los ojos celestes y el cabello rizado que le llega hasta el mentón.
—Héctor —le ofrezco la mano.
—Desconocida sexy —hace a modo de presentación.
—¿Disculpa? ¿Desconocida sexy? —río.
—¿No soy sexy? —finge disgusto.
—Puede, pero dudo que ese sea tu nombre real.
—¿Quieres ver mi dni? —sus ojos se paran unos segundos en mis labios y sonrío.
—Sí —estiro las piernas para acomodarme.
—Eso es muy de acosador ¿eh? —ríe.
—Tranquila, solo acoso a desconocidas sexys, estás de suerte, no perteneces a ese grupo —le guiño un ojo.
—¡Ey! —golpea mi brazo— Eres un capullo —se ríe.
—Ni te imaginas cuantas veces me dicen eso.
Instantáneamente pienso en Abril, creo que ella hizo que la palabra "capullo" fuese especial. Recuerdo cuando me tiró el cepillo a la cabeza y pienso que debería también deshacerme de él.
Una punzada de dolor me atraviesa el pecho y me odio.
La desconocida sexy y yo continuamos hablando unos minutos hasta que entra alguien más en la lavandería.
El destino debe ser muy capullo, porque Abril entra por la puerta y ambos nos quedamos congelados.
¿Por qué cara vez que decido odiarla y apartarla vuelve a aparecer?
Estoy agotado.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora