55. Ira

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Intento borrar el recuerdo de Halloween, pero aunque pasen las semanas, sigue enquistado en mi mente, reproduciéndose en un bucle del que no puedo salir. A cada instante, deseo verle para repetir aquella tórrida escena hasta desfallecer, y realmente me preocupa perder toda la estabilidad que he tardado años en encontrar.
Bea hoy está especialmente mal. Llevamos dos semanas durmiendo juntas cada fin de semana, para evitar salir y ver a ningún chico. Héctor por su parte, tampoco hizo acto de presencia. Después de hablar aquella noche, no solucionaron nada. Según ella, lo que pasó fue un polvo de despedida.
Mi relación con Luis aparentemente se ha acabado también. Cuando lo saludo por los pasillos, tiende a evitarme y la verdad es que me duele más de lo que podría pensar.
—No me puedo creer que sea tan inmaduro de pasar de ti —Bea se pasea de un lado a otro de su habitación.
Intento calmarla, pero cuando entra en esta dinámica es imposible.
Se tropieza con una de las nuevas telas que ha comprado y le da una patada indignada. Nuestro día ha consistido en ir a varias tiendas a buscar nuevas telas para diseños que tiene en mente. Finalmente me convenció para que ambas seamos las modelos oficiales de "Los diseños de B", y nos gustaría convencer a Héctor para que él sea el modelo masculino, pero sabemos que eso es algo medio imposible.
—No te preocupes. Supongo que es normal debido a la situación —me esfuerzo por quitarle importancia a lo de Luis.
—¡NO ABRIL! ¡ES UN DESGRACIADO Y UN FALSO DE MIERDA! !Y ENCIMA ME ECHA UN PUTO POLVO PARA DESPUÉS SEGUIR SIENDO UN GILIPOLLAS!
Vale, hemos pasado a la segunda fase del duelo. Ira.
Chilla sin parar por toda la habitación y no la detengo, sencillamente porque la entiendo, y yo estaba mucho peor. Parecía que estaba loca. Al menos Bea sigue pareciendo un ser humano hermoso.
Recuerdo esa época y una parte de mí vuelve a odiar a Héctor, porque consiguió sacar lo peor de mí. Esta fue la etapa en la que discutía con todos y me alejé de mis amigas, de forma que la relación se fue desgastando poco a poco. Odiaba al mundo entero, me sentía constantemente atacada y tenía un escudo que me hacía ser una persona arrogante y oscura, dispuesta a hundir a cualquier por tal de salvarme a mí misma.
No voy a decir que es la peor etapa del duelo, pero sí es una etapa en la que acabas consumida por tu propia llama.
—¿Sabes qué? ¡QUE LE FOLLEN! Yo tengo dos entrevistas de trabajo esta tarde, y voy a refregarle por la cara mi éxito cuando lo consiga —se dice así misma.
—Bea —me acerco a ella y le acaricio el brazo—, vas a hacerlo genial, te lo aseguro.
Me abraza con fuerza e intenta tranquilizarse.
Una de las entrevistas las tiene en una tienda de ropa y otra en la cafetería de los smoothies.
Le dije que si sus padres la descubren en algún momento y le quitan el dinero, se puede venir a mi habitación. Ya nos apañaríamos.
Después de comer, me enseña varios conjuntos para la entrevista y al final decide ponerse una camisa básica blanca, unos vaqueros ceñidos y unas botas del mismo color de la camiseta, juntos a algunos accesorios sutiles de color dorado. Va guapa, elegante, pero no ostentosa.
Nos despedimos y yo subo a mi habitación a seguir con uno de los trabajos que tengo que entregar la semana que viene y a continuar el planning para el concurso.
El trabajo se basa en imaginar que vamos a hacer un anuncio enfocado en el sector alimenticio y tenemos que apuntar todas las cosas que se deberían llevar a cabo para producirlo. Una especie de esquema. Parece algo sencillo, pero es bastante laborioso, ya que tienes que pensar en todos los factores, no solo en tu trabajo como publicista.
Por otro lado, he tenido una idea estelar para el trabajo, aunque me va a costar el dinero, y conlleva estar demasiado cerca de Héctor, creo que es lo mejor.
Alquilar una caravana por una semana. Lo primero sería hacerle fotos a zonas emblemáticas de la ciudad, que para eso tendríamos nuestros coches, después parar en nuestro pueblo y alquilar allí la caravana.
Todo esto lo apunto en la nueva libreta que he destinado a solo cosas del concurso, dónde tengo un planning detallado que tengo que mostrarle a Héctor. Estas dos semanas en las que no nos hemos visto, mi vida se ha basado en hacer esta libreta, como si buscase cualquier excusa aceptable para pensar en él, ¿y qué hay más aceptable que el concurso en el que vamos a participar? Ya está nuestros nombres registrados, no nos podemos retirar.
Cuando termino de apuntar precios, poner fotos de lugares interesantes que no sabía que existían en nuestra ciudad  y detallar algunos conceptos, son las nueve de la tarde.
Comienzo a vestirme, buscando otra excusa para verle.
Es sábado noche y se supone que hay un sitio al que nunca falta.
Termino de subirme la cremallera de las botas y salgo con mi libreta bajo el brazo.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora