El camino transcurrió tranquilo, muy en calma. Notaba como, en ocasiones, los ojos de Alec volaban fugazmente por mi cuerpo haciendo que me pusiera de los nervios.
Tras unos minutos bordeando los bosques de Montpelier, el coche se paró en un mirador precioso que mostraba perfectamente todo el pequeño pueblo iluminado por las luces de la calles. Sinceramente era precioso, cómo se fundían las luces con el verde de los bosques, cómo el agua de los riós bañaba ambos.
-Pues... -sacó las llaves del contacto y el coche quedó inerte- esto es.
-Es muy, pero que muy bonito -le sonreí.
-¿Estás bien?
-Uhm... Sí, creo -miré mis dedos mientras jugueteaba con ellos.
-Ella entrará en razón, lo hará -dijo poniendo su mano en mi muslo mientras le daba un leve apretón.
-No se yó -sonreí pesadamente para mí misma- estaba tan sumamente enfadada.
-Es normal -le miré incrédula- a ver, quiero decir, soy un coleccionista, si yo fuera ella también pensaría que lo que quiero es matarte, y aunque sea así a veces, no es verdad, sólo que ella tiene que descubrirlo.
Reí ante su elección de palabras para expresar que a veces le sacaba de quicio.
-No tendría que hablar de lo que no sabe -le miré.
-Deja de pensar en ello, piensas demasiado -se giró completamente hacia mi- mira la vista, desconecta.
-Vale -suspiré y giré mi cabeza hacia aquel inmenso juego de luces.
Los ojos de Alec seguían concentrados en mí impidiéndome estar completamente relajada. Sus ojos azules quemando en mí de esa forma no me relajaban precisamente.
-¿Vas a estar así todo el tiempo? -dije sin apartar la vista del paisaje.
-Mh -pude ver como Alec asentía.
-De acuerdo -me acomodé en mi asiento.
-Esta vista es mejor.
Rodé mis ojos a la vez que una carcajada irónica se propagó desde mi boca. Qué imbécil era a veces, pese a que me encantase...
Estiré mis rodillas y coloqué mis pies en la parte superior del interior del coche.
-No,no, por favor -dijo Alec bajando mis piernas desesperadamente- lo vas a ensuciar.
-Oh, perdona -dije levantando mis manos en señal de rendición- pues adiós.
Me levanté de mi asiento y pasé a los de atrás acomodándome lo que pude para acostarme. Alec rió y negó con su cabeza mientras me miraba.
-¿Qué? ¿No tienes ni un poco de sueño?
-Un poco, sí -pasó una mano por su cara.
-Acuéstate, esto es enorme -reí.
Alec me contempló por última vez antes de pasar haci atrás conmigo y recostarse a mi lado. Instintivamente, dejé mi cabeza sobre su pecho mientras el rodeaba mi espalda con su brazo, acariciándola suavemente.
-Todo va a salir bien -dijo en un susurro.
-¿Tú crees? -dije apoyando mi barbilla sobre su pecho para poder mirarle.
-Claro -dijo creyéndose sus propios pensamientos. Al sentir aún mis ojos sobre él, bajó su vista y sonrió- ¿Qué?
Me encogí de hombros despreocupadamente y la urgencia de besarle se prendió en mí completamente; me nivelé con su cara lo necesario para unir mis labios a los suyos dejando que todo fluyera de mí. Alec frunció su ceño pese a devolverme sensualmente el beso y, de hecho, continuarlo.
