Capítulo 30. "Sólo quiero que te quedes"

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Rachel.

El aire de alrededor pesaba tanto que te aplastaba. Todo se sentía frío y distante; me horrorizaba todo lo que acababa de pasar, especialmente los ojos de Alec contemplando cómo los suyos hacían... de las suyas, y encima conmigo. Era una dolorosa imagen que se repetía en mi cabeza mientras mi subconsciente me susurraba: él no tiene la culpa, tenia que fingir.  

-No puedes estar hablando en serio -me removí en el colchón.

-Estoy hablando muy en serio -dijo Alec completamente sereno.

Mi estómago tiró hacia dentro hincándose en algún lugar desconocido de mí, juraría que aquel dolor asfixiante podía estar sangrando. No entendía qué teníamos, ni por qué, simplemente lo teníamos... Descontrolado e impredecible, como nosotros.

-No te vayas -dije en un grito ahogado.

-Rachel... 

-No, quiero que te quedes -dije levantándome de la cama con dificultad.

-¿Por qué? ¿Eh? ¡Por qué! -gritó en silencio- mira lo que te he hecho -dijo señalando con su mano mi cuerpo de arriba a abajo.

-No lo sé, yo sólo... quiero que te quedes -supliqué- no tienes la culpa de esto, Alec, escúchame, ha sido un malentendido todo, tenía que pasar así y punto.

-Perdóname -dijo fríamente. Él en sí era frío.

-Claro -dije rendida.

Alec cerró el espacio que quedaba entre nosotros desesperadamente y, capturando mi cara en sus alentadoras manos, besó mis labios. Nunca cambiaría la forma de besar de Alec, era sensual y tierna, aunque me sacaba de mí. Todos mis miedos e inseguridades que se habían alimentado aquella noche se esfumaron con el aliento de Alec en mi boca, como si los hubiera inhalado.

Alec me tumbó sobre el colchón y comenzó a besar mi cuello a la vez que lo iba mordiendo  y lamiendo lentamente.

-Alec, para -susurré.

-¿Estás incómoda? ¿Te duele algo? -me miró alarmado.

 Sonreí ante su... ¿Preocupación?

-Me duele todo, para ser sincera.

Alec hincó un codo en la almohada y de lado, nivelado a mi cara, contestó.

-Se pasará, lo prometo -puso una mano sobre mi, seguramente, amoratada barriga.

-Espero -suspiré.

-¿Prefieres hablar sobre lo del coche? -dijo mirando al techo "distraído" para luego posar sus ojos juguetones sobre los míos.

-Lo que pasó ahí se queda ahí -tartamudeé.

Alec se quedó mirándome espectante unos segundos.

-¿Por qué te da tanta vergüenza? No es la primera vez que tengo contacto con este tema, sé todo lo que se puede saber sobre él, creéme.

-Me da igual lo que hayas hecho de aquí para atrás, yo nunca había hecho eso -dije de forma obvia e irritada evitando mirarle a los ojos.

-Bueno, he de decirte que yo nunca había hecho eso con ninguna, o la metía o le hacía algo, el caso era tener una chica sin bragas.

Sus palabras tensaron mis músculos en la incomodidad a la vez que prendían mis mejillas en rojo. Las imágenes de mí encima de Alec perdiendo el control de mi yo racional zumbaron en mi cabeza haciéndome sentir vergüenza de mí misma.

-Qué bonito -dije con ironía.

-No te sonrojes, estuviste muy pero que muy bien -dijo recordando aquel momento. 

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