Rachel.
Pasé mis dedos temblorosos por la espalda de Alec al mismo tiempo que me aferraba a sus ojos. Alec cogió mi cintura con fuerza, abrazándola, sacando de mí un ceño fruncido por la más total confusión.
-Agárrate -dijo.
Rápidamente me aferré a su espalda con la adrenalina comenzando a brotar levemente de mí.
Todo se transformó en un fondo diferente, un soporte distinto, duro y frío. La gélida brisa del ambiente pellizcaba mi cara con ganas haciéndome ver qué había a mi alrededor: una cascada prácticamente bajo mis pies, rodeada de vasto bosque que resplandecía en un intenso verdor que se adhería a las rocas cristalinas cubiertas por nieve.
Alec se apartó de mi lado suavemente para no aplastarme sobre la roca mientras miraba mi expresión, la cual era totalmente inexpresiva.
Abriendo mis pulmones al impoluto aire que se desplegaba en el ambiente, me dediqué a contemplar lo que nos rodeaba, tan puro, tan hermoso. Era una imagen que hipnotizaba, te absorbía por completo haciéndote sentir vivo.
Me puse de pie después de que Alec lo hiciera, temblorosa, con miedo a caerme de aquella increíble altura.
-¿Dónde estamos? -pregunté aún de espaldas a Alec.
-Aún en Canadá, no muy lejos de la bahía de Hudson.
Mi estado de hipnosis comenzó a amainar para tomar consciencia del tremendo frío que allí reinaba, calándome hasta los huesos.
Castañeando mis dientes , me giré hacia Alec.
-Es precioso -dije mientras me acercaba a él para abrazarle.
-Estás temblando -dijo separándome de él mirándome de arriba a abajo.
-Hace un poco de frío -dije haciendo obvio lo evidente.
-No me acordé de que a ti si te afectaba, lo siento -dijo quitándose su jersey de lana blanco para quedar en una camiseta de manga corta del mismo color que el jersey.
Embelesaba tanto hasta el simple acto de verlo quitarse un jersey que comencé a replantearme mi inteligencia aquel mismo segundo.
Aceptándolo con una sonrisa lo puse sobre mi jersey gris acomodándome al calor que proporcionaba sobre mi cuerpo.
-¿Te gustaría volar?
Frunciendo el ceño asentí algo insegura.
-Es mi sueño -reí algún día se podrá, o al menos yo podré.
-Podemos hacerlo ahora si quieres -tendió su mano hacia mí.
-¿Cómo? -abrí mis ojos con entusiasmo.
-Ven -dijo completamente serio mientras ahuecaba mis ojos con los suyos.
Di unos cuantos pasos hacia él acortando la distancia que nos separaba para coger su mano sin duda alguna. En aquella distancia tan mínima podía fijarme en cada rincón de su cara para deleitarme en cada detalle.
La mano de Alec se posó suavemente sobre mi mejilla para aguardarla con su calidez, su dedo pulgar rozó mi labio inferior haciéndome estallar en lo más profundo de mí.
-Dijiste que confiabas en mí, ¿verdad?
-Sí -dije cerrando mis ojos.
-¿Estás segura? -susurró en mi oído haciendo que mi piel se erizase por completo.
Simplemente asentí temblorosa con mis dientes castañeando, sintiendo la mejilla de Alec rozando la mía en su retroceso para volver a estar frente a mí.
