Capítulo 6. "¿Tienes miedo?"

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Mi corazón subió hasta mi garganta impiéndome articular palabra, impidiéndome hasta respirar plenamente.

Alec abrió la puerta metiendo su brazo a través del roto cristal de una forma fugaz, antes de poder haberlo visto, el muchacho que me traía en su coche estaba fuera de éste, en el suelo. Alec lo cogió de las solapas de la camisa y se lo llevo dentro de la masa de árboles enormes y verdes de Vermont.

Empecé a mirar por la ventana de mi asiento, recorría cada centímetro de la carretera, iluminada con la luz de los faros del coche. Tras unos 10 minutos escuché un golpe en el techo del coche, grité y me encogí en mi asiento asustada por lo que pudiera pasar. Otra vez la sensación de voltios recorriendo por mi cuerpo me invadió. Una silueta saltó al capo del coche y luego pasó a la carretera, dejándose ver en la noche.

Alec se acercó a mi puerta y la abrió.

-¿Estás bien?

Asentí asustada, sin pronunciar palabra y respirando de forma inaudible. Alec extendió su mano para ayudarme a salir del coche; yo seguía inmóvil mirándolo.

-Vamos Rachel, tenemos que salir de aquí.

Extendí mi mano y la entrelacé con la suya. Otra vez la misma sensación, aunque esta vez sentía además un hormigueo por todo mi cuerpo.

Salí del coche y me dirigió a la moto de esta tarde que estaba aparcada unos cuántos metros del coche. Subimos y todo el camino transcurrió tranquilo, aunque de forma rara. No sentía miedo, no sentía agobio, nada. Alec aparcó enfrente de la puerta de mi casa, bajó de la moto y me miró. Giré mi cabeza y le miré. Pese a la oscuridad de la noche nuestros ojos se encontraron y conectaron de una forma perfecta. profundizaron los unos con los otros intentando leernos.

Hice ademán de bajarme y Alec se acercó para que pudiera apoyarme en sus hombros y así poder bajar de la moto sin quemarme con el motor o caerme. La misma sensación que antes, de hecho tenía esa sensación todo el tiempo. Comencé a caminar hacia la puerta, sin dirigirle la palabra, no sabía que decir o hacer, no sabía nada.

-No has dicho nada desde que te encontré en el coche.

Me detuve en seco, suspiré y me giré para verle.

-No sabía que decir, ni que hacer.

-Imagina que no llego a estar ahí -pellizcó el puente de su nariz- te podría haber hecho cualquier cosa.

-¿Esto va a ser un sermón por montarme en ese coche? Porque si lo es, adiós.

-Rachel es que como pudiste montarte en ese coche, ¿cómo? -dijo levantándo la voz-

-No eres mi madre, además sólo nos conocemos de un día, ¿qué te importa?

-No puedo dejar que te hagan daño.

-No eres mi padre, Alec.

-Gran descubrimiento Einstein -negó con su cabeza, una leve sonrisa estaba dibujada en su rostro- 

-¿Cómo has podido saber dónde estaba? 

Alec levantó la cabeza y encontró mis ojos. Apretó su mandíbula sin quitarme un ojo de encima.

-Estaba de paso.

-De paso -alcé los brazos negando con la cabeza- 

-Creételo o no, lo importante es que gracias a mí, estás aquí.

-Oh, gracias mi héroe -la ironía goteaba de cada palabra-

-Sin mí, a saber que sería de tí -hizo una mueca-

My Immortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora