Capítulo 26. "¿Te arrepientes de todo?"

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-Abbie, verás...

Abbie negó con la cabeza mientras sus ojos estallaban en repugnancia antes de desvanecerse del lugar y dejarnos solos a mí y a Alec. El miedo y la culpa se propulsaron a través de mí, sacudiéndome de la cabeza a los pies a la vez que me mareaba. Esto no debería estar pasando, debería habérselo contado yo, si es que algún día hubiera decidido contárselo...

-Mierda, mierda... -dije mientras me sentaba en el sofá a la vez que dejaba mi cabeza sobre mis manos.

Alec anduvo hacia mí con una máscara inexpresiva, como una hoja en blanco; se arrodilló enfrente de mí para acariciar mis muslos.

-Tendrías que haberte ido -le miré.

-Tal vez -miró hacia otro lado.

-Esto no puede ser -me levanté y anduve unos pasos.

-Ninguno de los dos tiene la culpa en esto.

-Sí que la tenemos, por seguir con esto, con una cosa que no va a ninguna parte, ¿sabes por qué? Porque tú y yo nos matamos, Alec.

-¿Qué insinúas? -la voz de Alec se balanceaba.

-Que te vayas -dije conteniendo las lágrimas que querían quemar mis mejillas.

-¿Qué? -dijo Alec incrédulo.

-¡Se lo va a decir a todos! -choqué mis manos en mis muslos.

-¿Eso es lo que piensas de tu mejor amiga? ¿Esa es la confianza que pones en ella?

-Estamos muy distanciadas. Además, ella ya me aviso de ti.

-¿Te advirtió acerca de mí?

-Sí, y aparte, me pidió que me alejara de ti, cosa que habría venido a la perfección pero decidí no hacerle caso.

-¿Te arrepientes de todo? -dijo Alec supurando ira.

Resoplé para retener el enredo de palabras que estaba a punto de vomitar, y que a su vez, carecían de sentido totalmente. Pasé mis manos por mi pelo febrilmente y cerré los ojos inspirando.

-¡Dilo! -explotó Alec.

Estaba totalmente en mi límite, Alec me hacía estarlo. Me subía, me bajaba y viceversa, todo él; me hacía sentir viva. Muchas veces me invadía un vano odio hacia él que construía mi impotencia, el cual él derribaba inconscientemente.

-¡Sí! -mentía.

No quería verle la cara en estos momentos, no quería ver cuán grado de dolor había en su rostro.

-Vete -dije en un susurro caminando hacia la puerta principal.

De repente Alec apareció delante de mí obstaculizándome el paso. Me sobresalté; no me había acordado de que ellos también pueden aparecer y desaparecer como nosotros.

-No me lo creo.

El susurro de Alec chocó contra mi frente derribándome. No quería seguir con esto, no quería seguir haciéndole daño pero esto tenía que ser así. Los coleccionistas en su lado, los ángeles en el suyo.

Él estaba destinado a vivir en las llamas, yo estaba destinada a morir en el cielo.

Polos opuestos. Demasiado opuestos.

Arriesgábamos nuestras vidas de forma inútil... Bien podríamos estar ambos en nuestra rutina, en nuestros quehaceres sin nada más que hacer. Eso es lo que debía ser.

-Vete, por favor -mi voz se quebró.

-Rachel.

-Por favor -repetí con un tono de voz más elevado, más seguro e infranqueable.

My Immortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora