Intenté levantarme del frío suelo, pero aquel maldito cazador golpeó mi cara haciéndome caer de nuevo. Con la mano sobre mi mejilla lo miré estupefacta, con todo el asco que sentía ondeando en mis ojos libremente.
-Bueno... -caminó a mi alrededor- supongo que ya era la hora, ¿no? -sonrió-
-Sí -sonreí-
Con un movimiento rápido subí mi pierna a la vez que giraba mis caderas y lancé una patada en toda su cara. Me levanté para salir corriendo cuando el cazador me cogió de un pie e hizo que me cayera.
A este nivel en cuánto a ángeles se refiere, éramos poco poderosos, apenas teníamos poderes que neutralizaran los de un coleccionista o cazador, teníamos muchas posibilidades menos de salir victoriosos, de poder hacer esto bien.
-¡Rachel! -oí gritar a Alec cerca-
El cazador llegó hasta mí para taparme la boca, yo me limité a forcejear con su mano sobre mí, sabía que Alec estaba cerca.
-Ya es hora de que seas una más en aquella enorme habitación, una más en la colección. -dijo acariciando mi pelo-
Intentaba apartarme de sus asquerosas manos, apartaba mi cara lo que podía y sólo conseguía agobiarme ya que no podía deshacerme de él. Las puerta del gimnasio se abrieron, podía respirar tranquila.
-Suéltala -dijo Alec seco y decidido, de una forma tan sumamente fría e intimidante que consiguió invadirme aún más de miedo-
-¿Por qué mejor no lo haces tú? -sonrió levantándose y apartándose de mí-
-Peter, basta -dijo con dureza, sus ojos no eran como los de antes, no brillaban, eran oscuros e intimidantes-
¿Peter? ¿Se conocían? No podía entender cómo podían estar hablando como amigos, un humano y un cazador. ¿Alec humano? Otra pregunta que me asaltaba. La cabeza me daba mil vueltas, 'no puede ser' me repetía en mi interior. Sentía ganas de llorar, enormes ganas de llorar que no podía controlar mucho más tiempo.
-La tenemos ya, ¿qué más quieres? -dijo Peter rotúndamente-
-Yo me encargo de ésto -una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de Alec mientras comenzaba a acercarse a mí-
Comencé a arrastrarme hacia atrás, evitando como podía que me tocase, que me hiciera lo que tenía en mente.
-Tú tendrás mejores cosas que hacer, déjame sólo -miró a Peter- quiero disfrutar de ésto -me miró Alec-
Peter sonrió victorioso y desapareció. Sin más, simplemente un segundo lo ves y al otro, no hay nada. No formaban una nebulosa negra ni nada parecido. Estar y no estar, simplemente.
A la ausencia de Peter, Alec se relajó pero su cara cayó por completo al verme en el suelo ya llorando y confusa.
-Rachel, ¿estás bien? -dijo agachándose junto a mí-
Me limité a escanear cada centímetro de su piel, de su cara; para encontrar, tal vez, algún cambio tras lo ocurrido. Sólo encontré culpabilidad en él.
Un mechón de pelo caía sobre una mitad de mi cara impidiéndole a Alec ver totalmente mi cara. Con sus suaves dedos, apartó el pelo de mi cara y sonrió expresando su alivio al ver que no tenía un rasguño, supongo que era eso.
-Tú -dije negando incrédula con mi aturdida cabeza-
-Y tú... -dijo no muy sorprendido-
Me levanté del suelo y me dirigí hacia las puertas soltando todas las lágrimas que estuve conteniendo y que no liberé del todo delante de Alec, salían como un torrente, no se podían parar. Me iba sintiendo más ligera al ir liberando toda la frustración y confusión que sentía; Alec había estado jugando conmigo cuando yo me estaba enamorando de mi mayor enemigo.