Extra I

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Decir que no podía controlar sus nervios, era poco. Casi no sentía sus piernas, las cuales temblaban luchando por sostenerlo suelo.

Intentaba inhalar y exhalar para poder calmar su respiración, lo intentaba enserio, pero casi le era imposible.

Ya no tenía idea de qué hacer para poder controlarse. Necesitaba lograr quitar sus nervios y estar sereno para cuando llegara el momento. Que para su suerte, solo le faltaban unos minutos.

Volvió a su mantra para calmarse, repitiendolo lo más que podía mientras caminaba por la habitación inhalando y exhalando.

"Lo lograrás! Tienes qué, por qué de eso depende la felicidad del resto de tu vida"

Fue el último intento para calmarse, ya no habrían más. Tenía que salir en 5 minutos y aún no sentía sus piernas.

Escuchó la puerta de la habitación ser abierta y se volteo rápidamente. Abriendo de más sus ojos por la sorpresa, formando una mueca embobado con sus labios.

Definitivamente era una de las mejores imágenes que podría tener en su vida, y lo sabía. Por qué lo que estaba enfrente de sus ojos, era mucho más que maravilloso, más allá de la perfección.

El ojiazul estaba en la puerta luciendo como un maldito ser de otra galaxia. Su traje azul oscuro marcaba su delgada cintura y su esbelta figura, sin hablar de cómo resaltaban sus ojos azules. Cualquiera babearía con esa imagen y Harry no era la excepción.

No salió del shock por unos segundos, aún mirando al castaño con su boca abierta. Era increíble como se veía, simplemente era increíble como iba a pasar el resto de su vida con un maldito dios griego.

¿Como se supone que lo vería caminar al altar sin babear un poco?

—Lou... Dios te ves...— No puedo decir más, puesto a que no sabia como describirlo. No había límite, definitivamente iba más allá de lo perfecto y maravilloso.

No habían palabras para describir a la jodida perfección que sus ojos veían. Eran bendecidos, mucho más que sólo buena suerte.

—Tú te ves increíble— Louis bufó, "Increíble" no le llegaba ni a los talones al ojiverde.

El cantante llevaba un clásico traje de bodas, algo ordinario para él mismo si lo piensan. Pero este traje llevaba su toque personal, Harry insistió en él, haría lo que fuese para tenerlo. La tela del traje no era lisa, si no que tenía hermosos encajes en todo lugar.

Louis por poco y no se tira encima de él apenas lo vio. Para él era imposible el como se casaría con ser humano tan perfecto. ¿Que podría tener Louis para merecerlo?

—No deberías de estar aquí— dijo el cantante luego de unos minutos de silencio de ambos admirando al otro.

—Lo sé— Louis sonrió calmado. —Pero necesitaba verte, ya no aguantaba mucho más.

—Amor, es de mala suerte ver al novio antes de la boda— puntualizó divertido el ojiverde.

—Sabes que no creemos en esas cosas. No nos va esos mitos de cursilería.

—Quién eres y qué hiciste con mi prometido?— Harry fingió preocupación y Louis solo pudo reír mientras se acercaba coquetamente al cantante.

—Amo como suena que sea tu prometido, es tan caliente— el ojiazul se acercó peligrosamente hasta estar cara a cara. Con sus dedos jugó sobre el pecho del rizado y sonrió sinicamente.
—Pero juro que me vendré solo de escuchar que soy tu esposo al fin.

Harry mantuvo su semblante serio, o al menos sin caer en el juego de su prometido. Lo miró desafiante, hasta que Louis lo sorprendió tomando sus labios con los suyos.

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