ʙᴀʙʏꜱɪᴛᴛᴇʀ •ʜʜᴊ+ʏᴊɪ•

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TW: contenido sexual.

Sus lenguas danzaban entre sí a la vez que ambos se despojaban mutuamente de sus prendas, exponiendo sus torsos y soltando suaves suspiros al momento de separarse para recuperar un poco del aliento que habían perdido, tomándose su tiempo para observar la anatomía contraria.

- Jodida mierda, Jeongin... -El cálido aliento del pelinegro chocó contra la delicada piel de su cuello mientras él soltaba un bajo suspiro ante la exquisita sensación de dos grandes manos sujetando su cintura y jalando no-tan-delicadamente de él para juntar sus cuerpos.- Eres sumamente precioso... -Susurró, comenzando a crear un camino de besos desde el lateral izquierdo de su cuello, hasta el pequeño espacio que separaba sus clavículas; besos que poco a poco se hicieron menos delicados y pacientes, convirtiéndose en una combinación de fuertes chupetones y suaves mordidas, mientras la rodilla derecha del mayor se empujaba ocasionalmente contra su hombría, robándole suspiros y jadeos en el proceso, y agudos lloriqueos cuando la fuerza de las estocadas aumentaba al momento de hacerlo caminar.

Amaba de sobremanera la brusquedad con la que estaba siendo tratado.

Quedó acostado boca arriba sobre su colchón tras haber recibido un empujón, apoyándose sobre sus antebrazos y levantando ligeramente la cabeza para conectar miradas con el mayor, quien lo observaba con detenimiento mientras una sonrisa ladina decoraba sus labios, también notando que la punta de su lengua se asomaba ligeramente por una de las comisuras de sus gruesos y enrojecidos labios.

— ¿Alguna petición especial, gatito? —Murmuró con sorna, chasqueando la lengua sin dejar de sonreír cuando el menor apretó sus muslos entre sí.

— Sigue llamándome así, y-y... —Su voz pareció desaparecer, por lo que se tomó la libertad de sostener una de las muñecas ajenas y guiarla hacia su propio cuello, sintiendo como éste era rápidamente apresado entre la mano de Hwang. Levantó la mirada nuevamente y observó el rostro contrario a la espera de una respuesta que no se manifestó de manera verbal, sino como la repentina implementación de fuerza en el agarre anteriormente ejercido.

— Lo que mi gatito desee... —Murmuró, abriéndose lugar entre las piernas del menor e inclinándose sobre él para besar sus maltratados labios mientras hacía uso de su mano libre para desabotonar ambos pantalones y deshacerse de las prendas que aún les estorbaban.

Cuando ambas hombrías se rozaron entre sí, lo único audible dentro de esas cuatro paredes fueron los entrecortados jadeos de ambos muchachos, quienes separaron momentáneamente sus labios y mantuvieron un corto contacto visual, antes de cerrar los ojos y rozar ligeramente sus narices y frentes.

— ¿Dónde...? —Susurró Hwang, robándole una pequeña sonrisa.

— En el cajón de la mesita de noche. —Murmuró, recibiendo un suave asentimiento antes de sentir la pérdida del calor contrario cuando el mayor se separó de él, caminando hacia el lugar indicado para sacar un pote de lubricante y un par de condones, colocándose uno antes de regresar con él y posicionarse entre sus piernas nuevamente.

Tragó en seco al escuchar el húmedo sonido de los, ahora, lubricados dedos del pelinegro, y ejerció un poco de fuerza sobre los hombros contrarios cuando sintió una repentina y molesta presencia en su interior.

— Da-Daddy... —Lloriqueó bajito, cerrando los ojos con fuerza y empujando su cabeza contra el colchón.

— Tranquilo, amor... —Susurró, introduciendo por completo su dedo medio en el agujero del menor mientras se obligaba a sí mismo a conservar la calma a pesar de lo mucho que le había afectado el ser llamado de esa forma, comenzando a repartir múltiples besos a lo largo de aquél fruncido rostro, y rozando su nariz contra la acalorada piel de vez en cuando.— Sabes que la molestia es momentánea, gatito...aguanta un poco más... —Habló contra sus labios, observándolo asentir.