ʙᴀʙʏꜱɪᴛᴛᴇʀ •ʜʜᴊ+ʏᴊɪ•

13

— ¿En serio le dijiste que te gustaba la jardinería? —Habló Jisung mientras cerraba la puerta principal de la casa de Hwang, teniendo su ceño ligeramente fruncido al no entender el porqué Minho le había mentido con algo tan bobo al chico que había conocido hace tan solo un par de horas atrás.

— Ya sé que fue muy estúpido de mi parte, pero no pude hacer nada. Me puse muy nervioso cuando de un momento a otro lo tuve parado frente a mí, sacándome de mi burbuja con su linda sonrisa y esas medias lunas que tenía por ojos. —Puchereó el mayor mientras se cruzaba de brazos, caminando hacia la sala de estar mientras era seguido por sus menores, quienes aún tenían preguntas por hacer.

— ¿Cómo dijiste que se llama, Hyung? —Preguntó Hwang mientras mecía suavemente a la bebé que dormía cómodamente entre sus brazos.

— John. —Respondió con una pequeña mueca, pues no le gustaba ser interrogado, y menos por ese par de chismosos que tenía por amigos. Se dejó caer sobre el espacioso sofá individual que había en aquella habitación, mirándolos con el ceño ligeramente fruncido.— Oigan, no se entusiasmen demasiado. Todavía no he terminado con el idiota de Chan, y no sé si Johnny querrá algo conmigo una vez descubra que le mentí respecto a mi supuesto interés por las flores... —Bufó, agarrando el control de la televisión para poder encender esta misma y comenzar a cambiar de canales, deteniéndose únicamente cuando por fin encontró algo de su agrado entre tanta programación basura.

— Ugh, hablando de Chan, ¿Cuándo dijiste que regresa? —Preguntó Jisung con un puchero en sus labios mientras cruzaba sus brazos por encima de su pecho.

— Mañana por la tarde... —Respondió en un susurro, siendo perfectamente escuchado por los contrarios, quienes no pasaron por alto la forma en la que los ojos de su mayor se mostraron más opacos al cabo de unos segundos tras haber respondido aquella pregunta.

— ¿Seguro que estás listo para verlo...? —Preguntó Hwang, a lo que Lee asintió con firmeza mientras cerraba sus ojos y sorbía suavemente su nariz.

— Sólo quiero terminar con esta mentira a la que llamo "relación", y no ver su estúpida cara nunca más... —Susurró el mayor, apretando sus labios entre sí y agachando la cabeza para que no lo vieran llorar.

Al día siguiente irían al aeropuerto, él enfrentaría a Chan, y escucharía lo que Jeongin tuviese que decir respecto a la situación. Después de todo, era probable que él no hubiese sido el único engañado ahí.

...

El reloj marcaba las doce del medio día cuando Lee, Hwang y Han ya se encontraban en el aeropuerto, parados a la espera de ver aquellos dos rostros bien conocidos por los tres. Minho estaba de brazos cruzados y su respiración era ligeramente irregular, mientras sus ojos se mostraban cristalinos y su pobre labio inferior era maltratado por sus dientes frontales sin él siquiera ser consciente de ello. Estaba muy ansioso, nervioso, enojado, triste; pero todo aquello fue reemplazado por un escalofrío a lo largo de su columna vertebral una vez vio aquél pálido rostro en el que tanto había estado pensando últimamente.

Las lágrimas acumuladas en sus ojos comenzaron a descender por sus mejillas cuando lo vio sosteniendo una de las manos de Jeongin mientras intercambiaban palabras para finalmente depositar un casto beso sobre los finos labios de Yang; y ese pequeño contacto entre su pareja y el niñero de su sobrina, fue la gota que derramó el vaso.

Sus pies parecieron moverse solos, su rostro ardió, su pecho dolió y tuvo la sensación de su corazón siendo estrujado fuertemente, y lo próximo que supo, fue que había depositado una fuerte cachetada sobre una de las mejillas de Bang.

Fuertes sollozos abandonaban sus labios a la vez que aferraba sus manos a sus antebrazos, observando al mayor sentado en el piso mientras sobaba su mejilla tras haber caído al suelo luego del impacto del golpe que Lee le propinó. Chan lo miraba atónito, nervioso, con sus labios entreabiertos mientras boqueaba en búsqueda de algo qué decir; pero Jeongin se adelantó.

— ¡Minho Hyung! —Llamó el menor con el ceño fruncido, observando al contrario con una mezcla de enojo y confusión mientras soltaba su maleta con la intención de ayudar a su pareja a ponerse de pie.

— ¿Tú sabías esto, Jeongin? —Minho sollozó, mirándolo fijamente mientras, inconscientemente, clavaba sus uñas en su propia piel.

— ¿El qué, Hyung...? —Murmuró, únicamente desviando la mirada de su mayor cuando notó de reojo como su novio se ponía de pie, teniendo una ladina sonrisa en sus labios.

— Que estaba siéndole infiel a Minho contigo. —Respondió el pálido, observando cómo los ojos de Jeongin se abrían un poco más de lo normal tras aquellas palabras, solamente para luego regresar a su forma original y mostrarse más opacos, más decaídos, más tristes.

— ¿Esto es en serio...? —Preguntó tras unos segundos en silencio, cerrando los ojos y agachando la cabeza cuando escuchó al contrario reír. ¿Cómo era posible que Christopher soltara carcajadas al tener en frente a las dos personas a quienes les estaba rompiendo el corazón?

— Sí, Jeongin, es en serio. —Respondió finalmente, cruzándose de brazos y borrando cualquier atisbo de gracia que en algún momento mostró en su semblante.— Todos estos meses a tu lado, también fueron al lado de Minho, con la diferencia que él me conocía por mi nombre coreano, y tú por el inglés. —Explicó, tomando la oreja de su maleta nuevamente mientras miraba con total aburrimiento a los dos destrozados chicos frente a él, quienes lloraban en silencio sin siquiera ser capaces de mirarlo.— Mi relación con Minho cayó en la monotonía y fue entonces cuando te conocí, y caíste tan rendido por un par de sonrisas y palabras bonitas que no quise privarme de tener una aventura contigo. —Volvió a sonreír al ver como una lágrima resbalaba por la mejilla derecha de Jeongin hasta llegar a su barbilla y finalmente caer al suelo. Pará él, Minho y Jeongin eran sumamente patéticos.— Ya les expliqué todo lo que les pudiese haber llegado a interesar saber, así que, si no hay más preguntas estúpidas qué agregar, he de decir que muero por ir a casa.

— Eres un hijo de puta... —Murmuró Minho entre dientes, mirándolo con odio.

— Oh. No, cariño. —Sonrió ladino, acercándose a él y agarrando sus mejillas entre sus dedos índice y pulgar derechos, haciendo que Lee lo mirase a los ojos.— Soy el hijo de puta. —Susurró, haciendo énfasis en la palabra "el".

Minho le escupió.