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— ¿Estás seguro de esto, Jinnie Hyung? —Preguntó Felix mientras tomaba asiento sobre la tapadera de uno de los botes de pintura que estaban en el centro de la habitación, girándose hacia el contrario y haciendo una pequeña mueca al notar como éste observaba con detenimiento las, ahora, despejadas paredes.

— Yo... —Suspiró, asintiendo suavemente y caminando hacia el menor, sentándose frente a él en el frío suelo de madera y apoyando su frente en las suaves rodillas de Lee, quien comenzó a proporcionar delicadas caricias sobre sus castaños cabellos.

— No debes hacerlo si no quieres, Hyung. Hay mil y un cosas más que puedes hacer si lo que quieres es un cambio... —Hyunjin negó, interrumpiendo sus palabras y haciéndolo pucherear.

— En serio quiero hacerlo, Lixie. —Levantó la cabeza y sonrió, apoyando sus grandes manos en la fría madera debajo suyo y levantándose poco después, sacudiendo la parte trasera de su pantalón.— Ya va siendo hora. —Aseguró, extendiéndole una mano al rubio frente a él, quien la tomó casi de inmediato y se levantó con una enorme sonrisa decorando sus labios.

— Bien. Espero que estés consciente de que, cuando sea el turno del cuarto de Chungha, haré dibujitos en la pared. —Advirtió, recibiendo como respuesta un asentimiento y una divertida sonrisa, antes de recibir la brocha que se le estaba siendo entregada.

— Démonos prisa, entonces. —El menor asintió, abriendo uno de los botes y poniéndose manos a la obra.

...

El tiempo había pasado de forma rápida mientras ellos pintaban escuchando canción tras canción, creando un ambiente bonito y divertido que, actualmente, únicamente permanecía en la habitación de la hija de Hwang, pues Felix se encontraba pintando diferentes animalitos a lo largo de las paredes que, el día anterior, habían sido pintadas de violeta.

Hwang, por otro lado, se encontraba en su habitación, observando los escritos al costado del closet luego de haber guardado las polaroids que anteriormente habían estado colgadas en él. Leyó cada pequeño mensaje una y otra vez, haciendo uso de su preciada cámara profesional para tomar fotografías de todos y cada uno de ellos, diciéndose a sí mismo que las imprimiría después.

Ya había realizado bastantes cambios a lo largo de su hogar, como mover los muebles de lugar, vendiendo algunos y utilizando ese dinero para comprar unos nuevos, y cambiando el color de las paredes de las habitaciones, también.

Le echó un último vistazo a los tallados en la madera y sonrió mínimamente para sí mismo, inhalando hondo al momento de presionar el papel lija contra el mueble, y cerrando los ojos al comenzar a tallar.

Choi había sido alguien bastante importante en su vida, y siempre lo recordaría de buena manera y le agradecería por todo aquello que le dio. Sin embargo, poco a poco había aprendido a dejar ir lo material, a pesar del valor sentimental que los objetos habían tenido para él en algún momento, o que muchas de esas cosas lo hicieran sentir conectado de alguna u otra forma con el menor. A penas había conservado un par de las prendas favoritas del chico, sus álbumes de fotografías, y tenía un álbum especial para todas las cartas o notitas con mensajes cortos que realmente no quería soltar, aunque fuesen detalles mínimos a comparación de todo lo que había dejado ir.

Para el momento en que la madera frente a él estuvo lisa, Felix estaba entrando en la habitación y no pudo evitar soltar un jadeo al darse cuenta de lo que había hecho el mayor. Posó su mirada sobre él rápidamente, haciendo un pequeño puchero cuando lo vio presionar ligeramente su frente contra la plana superficie frente a él, antes de darse media vuelta y caminar en su dirección, abrazándolo con fuerza en búsqueda de un poco de consuelo.

— Lo estás haciendo muy bien, Hyung...lo estás haciendo bien... —Susurró contra su oreja izquierda, depositando castos besitos en su sien mientras le acariciaba la espalda.

Hwang asintió, sabiendo que todo lo que estaba haciendo era por San, por Chungha, por sus amigos, por él...y por una personita más.

— Poco a poco, ¿No? —Murmuró con cansancio y una triste sonrisa decorando sus labios, sintiendo como el menor asentía contra su cuello.

— Poco a poco...

...

— Bueno...¿Puedes explicarme porqué estamos viendo un cliché romántico en el que sabemos perfectamente lo que sucederá después?

— Oye, no seas así. Sana me dijo que esta película es bastante buena. —Respondió con un puchero, haciendo uso de sus dedos para peinar un poco su rizado cabello.

— Christopher, Sana podría decirte que te tiraras de un puente y tú lo harías sin siquiera pensarlo. —Respondió mientras le dirigía una mala mirada, levantando ligeramente las cejas cuando el mayor puso su rostro a escasos centímetros del suyo, antes de regalarle una mirada cargada de pícardia y una sonrisa ladina.

— Tal vez...pero, personalmente, me encantaría seguir las órdenes de alguien más. —Murmuró en un tono que despertó mil y un sensaciones en el interior del menor, quien ignoró el repentino impulso de presionar sus muslos entre sí y, en cambio, hizo uso de sus piernas para rodear las caderas ajenas y acercar al mayor a él, abrazándolo por el cuello y cerrando suavemente los ojos cuando sintió la suave caricia que los labios contrarios le dieron a los suyos.

Mh... —Jadeó bajito, disfrutando de las pausadas y fuertes embestidas que se le empezaron a propinar poco después. Echó su cabeza hacia atrás y suspiró al sentir los besos, las mordidas, y los suaves chupetones que empezaron a ser repartidos sobre su lechosa piel.

Sinceramente, lo que estaba pasando no le molestaba de ninguna manera posible. Christopher y él llevaban muchísimos días entre jugueteos, mensajes sugerentes, y conversaciones en las que de vez en cuando se respondían algo con doble sentido. Ambos querían esto, y no tenían motivo alguno para no dejarse llevar por lo que sentían en ese momento.

— ¿Entonces, Jeongin? —El cálido aliento chocó contra la sensible piel de su cuello, robándole un nuevo suspiro, y un pequeño jadeo cuando su mentón se vio siento atrapado entre las yemas del índice y pulgar derechos del contrario, quien hizo que lo mirara a los ojos.

— Fóllame, Daddy.

Pero fue una lástima que el nombre que se repetía en su mente, y los labios que sentía al ser besado y marcado, no fuesen los del hombre que estaba ahí con él.

ʙᴀʙʏꜱɪᴛᴛᴇʀ •ʜʜᴊ+ʏᴊɪ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora