ʙᴀʙʏꜱɪᴛᴛᴇʀ •ʜʜᴊ+ʏᴊɪ•

33

El viento de la tarde soplaba de forma suave, despeinándolo muy levemente mientras unos labios se presionaban con delicadeza sobre su mejilla izquierda, sacándolo del pequeño trance en el que había caído sin siquiera darse cuenta. Parpadeó un par de veces, enfocando nuevamente la cafetería al otro lado de la calle antes de girarse hacia John y pucherear.

— Nyny... —Murmuró, acercándose un poco más a su pareja y abrazándolo con fuerza, cerrando los ojos y presionando suavemente su rostro contra el pecho contrario cuando su gesto fue correspondido, disfrutando de la firmeza con la que sus hombros estaban siendo rodeados.

— Ambos sabemos perfectamente cuánto esperaste por esto, amor. —Recordó el castaño, acariciando cariñosamente sus cabellos.— Sin embargo, sabes que no debes hacerlo si no quieres. Si tú me lo pides, podemos darnos media vuelta, subirnos al auto y regresar a casa. Pero quiero que lo pienses bien, cariño, pues no quiero que hagas algo de lo que podrías arrepentirte después.

Minho asintió, aspirando el aroma del perfume de su novio para tranquilizarse un poco. Si bien era cierto que no estaba obligado asistir a ese almuerzo, él sabía perfectamente que se arrepentiría de sobremanera si decidiera irse. Por lo tanto, se separó ligeramente del contrario y abultó sus labios en una tierna boca de pato, observando la linda sonrisa que se le fue regalada antes de sentir como los suaves labios del mayor se presionaban suavemente contra los suyos, provocando que sonriera en grande antes de finalmente soltar por completo a John.

— Te escribiré diez minutos antes para que vengas a recogerme con tiempo. —Avisó, observando con diversión la forma en la que el estadounidense rodó los ojos mientras sonreía.

— Cómo usted diga, su majestad. —Ambos rieron, observándose en silencio durante algunos segundos, simplemente adorándose en silencio el uno al otro.— Te amo.

— Yo te amo más, Nyny . —Respondió luego de lanzarle un beso, sacuendiendo sus manos de un lado hacia el otro a manera de despedida antes de darse media vuelta, mirar hacia ambos lados, y finalmente cruzar la calle que lo separaba del dichoso lugar de encuentro.

Entró en la gran cafetería poco después, inhalando hondo para disfrutar un poco mejor del delicioso aroma a café que inundaba el interior del establecimiento mientras paseaba su mirada por encima de cada mesa hasta finalmente dar con su objetivo, el cual estaba sentado al lado de un ventanal.

Apretando las manos en puños, y tragando saliva para deshacer el incómodo e inoportuno nudo en su garganta, caminó hacia dicha mesa hasta que finalmente tomó asiento frente al pálido chico que lo esperaba ahí, levantando la mirada de su celular una vez notó su presencia.

— Minho Hyung... —Sonrió, guardando el aparato con rapidez para que el mayor supiera que no habrían distracciones de por medio.

— Jeongin... —Murmuró, observando detenidamente el rostro del menor en búsqueda de algún indicio de que había bajado de peso o algo similar, sintiendo un enorme alivio al darse cuenta de que no había tal cosa y que, para su tranquilidad, Jeongin se veía tan sano como siempre e incluso parecía que sus mejillas estaban un poco más rellenitas.

— Yo...ordené su café favorito y un sandwich de pavo. —Comentó con timidez al observar que la camarera que lo había atendido hacía algunos minutos, caminaba en su dirección con una bandeja en cada mano.

Minho asintió silenciosamente y le regaló una pequeña sonrisa a la muchacha, agradeciéndole en un tímido susurro antes de verla irse.

Ambos comenzaron a comer en silencio, pues Jeongin no sabía qué tan bueno sería seguir agregando comentarios a una conversación en la que Minho parecía no querer participar; mientras que Lee estaba encerrado en su propio mundo, teniendo tantas cosas en la cabeza que no sabía con cuál empezar.

— Yo... —El menor habló unos minutos después, pues había decidido que era mejor tocar el tema relevante primero y después, si se le daba la oportunidad, dedicarse a charlar sobre trivialidades y ponerse al día con Lee.— Lo siento por haberme estado quedando con Christopher a lo largo de estos meses, Hyung...

El ceño de Minho se frunció casi de inmediato, mientras le dirigía una mirada cargada de confusión.

— ¿Por qué te disculpas por eso? —Preguntó extrañado, pues de verdad no entendía porqué Jeongin le estaba pidiendo disculpas por algo así.

— Yo...Felix Hyung me comentó que usted estaba un poco molesto conmigo, y que su reacción al saber de mí no fue exactamente buena... —Murmuró, observando el suave asentimiento de Lee.— Y, nuevamente, me disculpo por haberme quedado con Chris. La noche en la que Hyunjin y yo discutimos, él había estado mandándome mensajes y, por alguna razón, fue la primera persona que apareció en mi mente cuando dudé sobre a quién acudir... —Explicó, agachando ligeramente la cabeza mientras revolvía su ensalada haciendo uso del brillante tenedor que estaba sosteniendo con su mano derecha.

— ...Innie, yo no estaba molesto porque estuvieses quedándote con Chan. —Admitió con una pequeña mueca deformando sus labios, pues una sensación de desagrado lo inundaba cada vez que pensaba en el hecho de que cada uno estaba acostumbrado a usar un nombre distinto para referirse a ese “australiano idiota”, como él prefería llamarlo.— Lo que me hizo sentir...herido...fue que no me buscaras. —Murmuró, notando el pequeño puchero que comenzaba a formarse en los labios del menor, quien había levantado la cabeza una vez él empezó hablar.— Estuve muy preocupado por ti a lo largo de estos meses, y que un día mágicamente aparezcas de la nada y me hagas saber de tu paradero a través de alguien más...

— Hyung... —Murmuró, sintiendo una fea opresión en su pecho al notar las lágrimas acumuladas en los ojos de Lee.

— Me preocupo mucho por todos y cada uno de ustedes, Innie. Puede que a veces bromee pesado, sea sarcástico o actúe indiferente, pero los quiero muchísimo, y realmente me agobié al no saber nada de ti. —Sorbió su nariz, bajando ligeramente la cabeza para que el menor no lo viera llorar.— Me sentí tan mal...porque sabía las barbaridades que se te fueron dichas y yo no tenía los medios para siquiera consolarte. —Suspiró, cerrando los ojos al sentir cómo los brazos del contrario lo abrazaron fuertemente por los hombros, no dándole mucha importancia al hecho de que la mesa se hubiese tambaleado un poco cuando Jeongin, accidentalmente, chocó contra ella al momento de levantarse para correr hacia él.

— Perdóneme, Hyung. No me puse en contacto con usted porque sentía muchísima vergüenza. —Admitió, sorbiendo suavemente su nariz mientras Minho apretaba ligeramente sus antebrazos, teniendo una mano sobre cada uno.— Me sentía mal al no saber qué pensaría o sentiría usted al enterarse que me estaba refugiando con la persona que tanto lo lastimó...no tenía la valentía para encararlo una segunda vez por algo relacionado con Christopher... —Minho negó.

— Christopher y lo que sea que me haya hecho me importan una mierda, Jeongin. Me importas tú, eres el único entre ustedes dos que tiene relevancia alguna para mí y en mi vida, ¿Si? No quiero que vuelvas a dejar de buscarme o ponerte en contacto conmigo sólo porque, de alguna u otra forma, mantienes relación con él. Okay?

Jeongin, a pesar de estar un poco enfurruñado por el pequeño regaño, asintió suavemente y se separó con delicadeza del mayor, regresando a su asiento poco después y secando sus mejillas con una servilleta, pues había soltado una que otra lágrima a lo largo de esa charla.

— Diablos, arruiné mi maquillaje por tu culpa... —Murmuró Minho, antes de mirarlo con picardía y sonreír con algo muy parecido a malicia.— Oh, no quiero imaginar qué haría mi novio de un metro ochenta y cinco si le dijera que tú, Yang Jeongin, me hiciste llorar otra vez. —El menor palideció, e hizo una pequeña mueca al escuchar la carcajada que Minho soltó ante tal reacción.— No es cierto. Johnny jamás lastimaría a nadie, y menos a ti, bobo. —Respondió divertido, dándole un sorbo a su bebida.

Sí que había extrañado a su mayor.

— Bueno, ya basta de bromas. —Volvió hablar Lee luego de unos minutos, apoyando sus codos sobre la mesa mientras lo miraba a los ojos.— Ahora, ¿Tú qué piensas hacer? ¿Cuál es tu posición? —Indagó, mirándolo con notoria curiosidad.

Y el sol estaba terminando de ocultarse cuando ellos finalmente terminaron de charlar.