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La música aún sonaba a través de los parlantes cuando los escasos rayos de sol comenzaron a colarse entre la claridad de las cortinas que cubrían los ventanales de la sala de estar, acariciando delicadamente los rostros de quienes yacían recostados uno al lado del otro en el sofá.

Hyunjin fue el primero en despertar; abriendo poco a poco los ojos mientras estrechaba un poco más el cuerpo que rodeaba con sus brazos, tomándose su tiempo para reaccionar por completo antes de centrar su atención en el sereno rostro que descansaba sobre su pecho. Cabello alborotado, labios hinchados y abultados en un puchero, mejillas sonrojadas y cortas pestañas negras como el carbón, fueron los encargados de darle los buenos días en aquella mañana de sábado.

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios al mismo tiempo que dirigía una de sus manos hacia la cabellera contraria y comenzaba a propinar suaves caricias sobre ella, siendo lo suficientemente delicado como para que su toque no despertara al menor, quien de vez en cuando arrugaba ligeramente la nariz y escondía su rostro en el cuello del mayor, para luego soltar una suave exhalación por la nariz y continuar durmiendo.

Dirigió su mirada hacia el blanquecino techo de su hogar y sonrió para sí mismo, negando suavemente con la cabeza tras haber tenido la idea de levantarse para preparar el desayuno de ambos. Cerró los ojos nuevamente y abrazó al contrario por los hombros, depositando un casto beso en su frente antes de relajar su cuerpo y dejarse llevar por el cansancio que aún sentía; quedándose dormido poco después.

...

— Tengo tanta hambre.

Habían dado las dieciséis horas para cuando Jeongin caminó a través de la puerta de la cocina, tallándose los ojos y puchereando hasta que se vio detrás de Hwang, a quien abrazó por la espalda mientras escondía su rostro en su nuca.

— Buenas tardes, amor. —Respondió con ironía, sonriendo para sí mismo al escucharlo bufar.

— No mereces un saludo. Me dejaste durmiendo solo. —Por lo amortiguada que se escuchaba su voz, no fue difícil deducir que estaba puchereando. Negando con la cabeza, el mayor de ambos se dio media vuelta y lo estrechó fuertemente entre sus brazos, restándole importancia al par de quejidos que Jeongin había soltado gracias a la fuerza implementada en aquél abrazo.

— Me levanté para pedir comida y arreglar un poco el desastre que hicimos anoche. Sin embargo, el delivery aún no ha venido. Tienes tiempo suficiente para darte una ducha antes de poder sentarnos a comer.

— ¿Estás diciendo que huelo mal?

— Estoy diciendo que quiero que estés cómodo. —Respondió, depositando un casto beso sobre sus labios.— Puedes sacar ropa de mi armario y cambiarte en la habitación. Anda, tal vez el agua tibia te quite un poco el mal humor.

Puchereando y en completo silencio, el menor de ambos se soltó suavemente de aquél abrazó y regresó sobre sus pasos, yendo hasta el segundo nivel y caminando hacia la habitación del mayor. Tomó la perilla con una de sus manos y la giró, empujando suavemente la puerta y abriendo de más los ojos al ver el nuevo color en las paredes y la ausencia de algunos muebles que, aparentemente, habían sido reemplazados por otros.

Aún en silencio, caminó hasta el armario y lo observó con duda antes de animarse abrirlo, hasta que finalmente lo hizo y fue recibido por prendas de Hyunjin y uno que otro pequeño vestido colgando de una percha. Frunció el ceño levemente y observó el interior de las puertas de aquel mueble, notando el barniz que ahora las cubría y la ausencia de aquellas Polaroid que en algún momento había logrado ver. Su corazón se estrujó levemente y negó con la cabeza, apresurándose a escoger lo que quería usar para después cerrar el mueble y darse media vuelta, puchereando al ver a un sonriente pelinegro parado bajo el marco de la puerta.

— Hace unos meses remodelé un poco la habitación. ¿Qué te parece?

Hyung... —Susurró con lágrimas acumuladas en sus ojos, las cuales poco a poco fueron descendiendo por sus mejillas a medida que Hwang caminaba hacia él.

— Innie, no tienes porqué sentirte mal. —Susurró, acunando entre sus manos el rostro contrario.

— Pero...¿Hiciste esto...?

— No, Innie. No lo hice porque me sintiera obligado hacerlo. —Soltó suavemente su rostro, tomando entre sus manos las prendas que el menor había estado sosteniendo, y dejándolas sobre la cama para después acercarse nuevamente a él y abrazarlo con fuerza, acariciando su espalda.— Esto fue algo que yo decidí hacer por mi propio bien. Lo hice por Chungha, por los chicos, por ti, por San... —Sonrió nostálgico, besando delicadamente la cabeza del menor.— Lo hice por nosotros, amor. Estos cambios eran algo que yo necesitaba para dejar ir aquello que alguna vez me hizo feliz pero sé que no volverá. Estos cambios eran algo que yo necesitaba para darme la oportunidad de crear nuevos recuerdos en un espacio renovado y en compañía de quienes forman parte de mi presente...estos cambios fueron sólo una pequeña parte de lo que yo necesitaba para permitirme ser feliz... —Retrocedió un par de pasos, observando con cariño y ternura aquellos orbes que lo observaban con una mezcla de emociones inimaginables.— Estos cambios eran los que yo quería realizar para escribir un futuro junto a ti, Innie. No más San, no más prometido, no más anillo decorando mi anular mientras no sea algo que reafirme un compromiso contigo, amor. Estos cambios no significan nada al lado de todas las cosas que quiero hacer contigo, y no sabes lo feliz que me siento porque me hayas dado la oportunidad de traer a la vida todos esos escenarios y planes que hice para nosotros en medio de fiestas de té con peluches y tardes de juegos con bebés que me jalan el cabello.

Jeongin rió, sorbiendo su nariz y juntando delicadamente su frente con la del más alto, quien aprovechó la diferencia de tamaños para depositar un casto beso sobre su nariz.

— Te amo tanto, Hwang Hyunjin.

— Yo te amo más, Yang Jeongin.

ʙᴀʙʏꜱɪᴛᴛᴇʀ •ʜʜᴊ+ʏᴊɪ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora