Depuración. Parte 3

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-Tu... - Ahqing miró detenidamente a la alta figura que entraba a su habitación, sabía que lo conocía, pero era como tratar de recordar a alguien de un sueño -Tu...- volvió a articular confundida por la visión ante sus ojos.

-¿Puedes ver cómo es que muero?- preguntó el hombre con suavidad, su voz le infundía confianza, como si lo conociera de hace mucho aunque estaba segura de que no lo había visto antes.

-Tu caíste de un árbol... y moriste- dijo más para sí que para alguien más.

Ahqing, a lo largo de su vida aprendió a ocultar las visiones sobre la muerte de las personas que conocía porque estas nunca tomaban muy bien aquella revelación. Su familia le tenía miedo desde que recuerda, le prohibieron hablar sobre lo que veía, pero no eliminaba su habilidad, no lo podía controlar, apenas ver un rostro nuevo, en su mente, tras sus parpados, se desplegaba la visión de los últimos momentos de vida de cada uno de ellos; a veces era muy claro y simple, un cuerpo cayendo de la nada, una cama de hospital o a mitad de la noche o tras una enfermedad. Otras no eran tan afortunadas, algunas eran muy sangrientas, como la muerte de su familia u otras más confusas, una escena muy rápida, más si se trataba de accidentes o también estaban aquellas que iban ligadas una de las otras, como lo que había visto con Zhuliu.

Al principio se sentía ofuscada por aquello, pero con el paso de los años y fingiendo que no veía nada aquellas escenas dejaron de afectarla demasiado, además no era que supiera el momento exacto de la muerte de cada uno, simplemente vislumbraba el momento que podía ser en los próximos minutos o dentro de 50 años.

La imagen que se desplegó cuando el azabache entró a su habitación la confundió por lo que, por primera vez en mucho tiempo, rompió su regla sobre guardar silencio sobre lo que veía: vio el enorme árbol y el gran perro ladrando bajo este, el pequeño niño escuálido que se sostenía de la rama, el momento en que sus delgados brazos perdieron la fuerza dejándolo caer en un golpe seco, su nuca había dado justo con el filo de una roca partiéndole el cráneo y a pesar de aquella visión sabía que ese niño era aquel hombre frente a ella: el mismo cabello negro, los mismos labios rosados y el lunar bajo estos.

-Hola, mi nombre es Xiao Zhan y eso que mencionas es correcto – Zhan tomó una silla y la acercó a la camilla. Ahqing se miraba como cualquier adolescente saludable, piel blanca, mejillas un poco llenitas y sonrosadas, nadie hubiera sospechado que había estado a punto de morir un par de horas antes.

-Pero no entiendo, no moriste ese día- dijo sin importarle que aquella persona era una desconocida y tal vez no sabía de qué hablaba.

-De hecho, sí lo hice- afirmó Zhan acomodándose en el asiento – Ese día morí por vez primera – Ahqing lo miró sorprendida por sus palabras – También fue el día en que descubrí que era un nigromante.

-Tu eres... ¿Tú también lo puedes ver? – preguntó con un poco de esperanza al encontrarse a alguien igual, además de que aquel joven no la miraba con miedo en los ojos y le hablaba con amabilidad, sin evitarlo sintió su corazón latir fuertemente y sus mejillas se sonrojaron, pues el hombre era muy apuesto y además la trataba con calidez a pesar de conocer su habilidad y eso no lo había experimentado antes.

-No – afirmó Zhan con una sonrisa amable, aunque se percató del sonrojo en las mejillas de la chica esperó que fuera sólo por la sorpresa de encontrar a alguien parecido a ella – Yo no veo la muerte de las personas. Mi habilidad no es pasiva como la tuya.

-¿Puedes revivir cada vez que lo desees?- preguntó asombrada.

-Si, así como puedo regresar el espíritu de alguien muerto a su cuerpo, si este lo desea... y también puedo hacer lo contrario- lo último lo agregó dudando, no era algo fácil de digerir que podía matar a las personas con sólo pensarlo, por lo que esperó pacientemente a que la chica digiriera sus palabras.

Ahqing lo miró atentamente, había comprendido lo que había dicho, también sospechó que le había hecho lo mismo a ella, pues a pesar de que sus últimos días habían sido una tortura y ella misma había visto aquella cama de hospital donde moría, a pesar de eso estaba ahí, completamente sana y... completa. Sonrió tímidamente contenta de que por fin había alguien que podía entenderla a la perfección y no la juzgaba, era su igual y eso le gustó aún más.

Zhan respiró aliviado al saber que la chica no se había asustado por sus palabras. -Ahqing, necesitamos tu ayuda- dijo acercándose un poco más tomando gentilmente la mano de la chica.

-¿Cuántos años tienes?- preguntó de pronto Ahqing interrumpiendo a Zhan, aunque al percatarse de su osadía se cubrió la boca avergonzada – Lo siento, lo siento. Yo...

-No te preocupes, está bien – Zhan calmó a la chica y sonrió ante su timidez- Tengo 30 años. Tu tienes 19, ¿cierto?

-Casi 20- corrigió Ahqing de inmediato -, en un par de semanas cumplo 20 años. – bajó la mirada y habló a través de sus gruesas pestañas – No pareces de 30, te ves muy joven. – comentó la chica.

-¿Ah sí?, ¿de cuántos años me veo?- preguntó Zhan inocentemente tratando de no incomodarla e infundirle confianza.

-No lo sé, quizás de 25 años- contestó ella.

Zhan sonrió porque era casi la edad de Yibo.

-¿Hay algo más que quieras saber?- preguntó amablemente.

-Tu... ¿Tu crees que soy bonita?- preguntó sin mirarlo jugando con sus dedos y con el corazón latiendo fuertemente dentro de su pecho, a pesar de ser un tanto reservada por su habilidad, su personalidad era algo coqueta y Zhan le había gustado desde que lo vio entrar.

-Creo que eres muy linda- afirmó Zhan mirando cómo las mejillas de la chica se sonrojaban aún más. Esperó pacientemente a que Ahqing hiciera la siguiente pregunta que ya adivinaba.

-Y tu... ¿tienes novia?- preguntó encandilada por las respuestas del mayor.

-No- respondió Zhan, pero sabiendo que tenía que ser sincero para que ella no se hiciera más ilusiones añadió -, pero tengo un novio – Ahqing lo miró sorprendida por su respuesta – En realidad pronto nos casaremos-. Zhan notó la mueca de desilusión de la chica, pero no por eso dejó de ser amable – Eres muy joven, encontrarás a alguien que sepa apreciar cada parte de ti, como yo lo hice.

-Todo mundo me tiene miedo, y si no me temen es porque no les digo exactamente lo que soy- dijo triste.

-Yibo conoce todo de mí y aún así me quiere mucho- afirmó Zhan para darle esperanza a la chica.

-¿Él es como nosotros?- preguntó Ahqing. -¿También es un nigromante?

-Oh, no. Yibo es un temporal, pero a él no le importa que sea un nigromante de hecho, también aprecia esa parte de mí. – Zhan esperó unos minutos a que la chica aclarara su mente o por si quería seguir conversando, pero al no proferir palabra alguna entonces retomó el punto principal de su visita -Ahqing, necesitamos tu ayuda para poder detener a Zhuliu – la chica se tensó al momento al recordar a aquel hombre. Le había arrancado la lengua cuando ella le gritó cómo es que moría, días después le quemaron los ojos incomodos de aquella mirada que les dedicaba – No dejaremos que vuelva a dañarte, pero nos harías un enorme favor al dejarnos saber qué fue lo que viste referente a él.

Ahqing tragó grueso antes de hablar, confiaba en Zhan – Lo que vi es confuso – respondió la chica – el lugar era al aire libre, recuerdo algunas lápidas cercanas, aunque no creo que sea un cementerio, era como algo muy privado pues eran pocas las lápidas. – El pelinegro no la presionó mientras ella cerraba los ojos tratando de evocar su visión – Había varios cuerpos a su alrededor y otras tantas personas que no se movían en absoluto, entonces él intentó repeler un ataque, pero el poder que había absorbido no funcionaba, no podía defenderse, su cuerpo colapsó por algo ajeno que no pude distinguir, sus ojos, nariz, boca y oídos comenzaron a sangrar mientras gritaba en agonía, entonces una figura negra se acercó a él, extendió su mano y con el tronido de sus dedos hizo que el cuerpo de Zhulio cayera sin vida.

-¿Viste el rostro de ese hombre?- preguntó Zhan, aunque intuía la respuesta.

Ahqing negó – El hombre de negro estaba de espaldas.

Zhan se levantó, acomodó su traje y le dio la espalda - ¿Era mi figura? -preguntó encarando a la pared.

Ahqing lo miró atentamente, lo reconoció por la cabellera negra – Creo que sí – contestó algo sorprendida.

No Imaginaba 2. PERMANECERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora