PEAKY BLINDERS | FEELING GOOD

30

El día domingo era familiar y Annabelle lo sabía, solo que no creyó que dentro de lo familia estuviera Whitey y William.

Habian ido a una colina alta para practicar tiros mientras que las mujeres Shelby preparaban comida junto con los niños, Annabelle se alejo de ella y desefundo su pistola apuntando a unas botellas de cristal que había acomodado.

Disparo.

Tres balas salieron de su pistola y logró romper sólo dos botellas.

—Agarras mal el arma.

Annabelle miró a William quien se había acercado a ella.

—Aléjate de mi.

—Disculpa, por lo de la otra vez, no era mi intensión herirte.

Annabelle lo miró con ojos entrecerrados y se giro hacia las botellas, volvio a disparar y destruyó la tercer botella. Whitey llegó hasta ellos y se cruzó de brazos mirando a William

—Henderson— saludo Whitey.

—Winn— le regreso el saludo William— No tenía idea que aún estuvieras con los Peaky Blinders.

Whitey sólo lo miró.

—He escuchado poco de ti pero al verte con ellos se que no eres uno de ellos—señaló a la familia, Annabelle pasaba sus ojos verdes de uno a otro— los ojos de Whitey se posaron a lo lejos — ¿Quienes son esos?

William y Annabelle miraron hacia la lejano, William dio una paso hacia atrás haciendo que ambos jóvenes lo miraran.

—Vienen por mi— murmuró.

Unos hombres vestidos de negro atravesaban la melesa pero no miraron hacia ellos, siguieron su camino y se perdieron de su vista.

***

—Dispara Arthur.

—¿Y si te mató?

—Me entierras y ya— se encogió de hombros Annabelle, ambos hermanos volvían a jugar a la ruleta rusa.

—Thomas me matara si te mato— habló sin dejarla de ver.

—Entonces nos enterraran juntos.

Arthur disparo y se escucho el click. Annabelle sonrió y tomó el dinero que estaba sobre la hierva.

—Me rindo, odio este juego.

—¡Arthur! — habló Thomas acercándose a el— Muévete y vámonos, tenemos trabajo.

—Es domingo— se quejo el hombre mirándolo.

—Hay que trabajar, saquearon la caja fuerte del pop y saben quienes son.

—¿Se llevaron solo el dinero?

—Si, andando y vamos.

Annabelle se levantó del piso.

—Voy contigo.

—No— negó Thomas.

—Me necesitas, podemos atrapar a los ladrones con facilidad si somos más.

—No y no me harás cambiar de opinión, te quedas aquí.