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Thomas Shelby podía ser descrito como el diablo en esos momentos. Sus gritos y maldiciones eran lanzados a su hermano Arthur sin dejarlo de apuntar con él dedo.

—Tus negocios estupidos nos están metiendo en problemas que no deberíamos.

—El no debió presentarse aquí, iba a pagarle.

—¿Cuando Arthur? Si tu nunca pagas tus deudas— exclamó Thomas mirándolo— Por tu culpa le han disparado a Annabelle.

Annabelle estaba sentada en una de las mesas mientras su hermana extraía la bala de su mano, apretó la boca para no soltar un quejito y Ada dejó la baña sobre la mesa, comenzó a envolver la mano de su hermana en una venda blanca.

—Fue un mal entendido, no volverá a pasar.

—Casi pierdo mi mano Arthur— lo miro Annabelle.

—¿Te duele? — preguntó mirándola.

—No, como crees, disfruto el dolor porque soy masoquita— le soltó y negó con la cabeza.

—Tu mano está salvada, fin del problema.

Whitey observaba a la familia Shelby, sabía que el sobraba en ese lugar pero sus pies se negaba a moverse y se había quedado sentado cerca de unas mesas mirándolos.

—Ahora no podré dejar a Annabelle sola por tus problemas con los cuervos— replicó Thomas mirando a Arthur— ¿Quien la protegerá de ellos ahora? ¿Tu? Lo dudo, ya que has sido la que la metido en problemas.

Arthur permaneció callado sin saber que decir, le dio un trago a su cerveza.
Los ojos de Thomas se colocaron en Whitey quien había permanecido callado en todo momento.

—Whitey — el joven lo miro— Te propongo un trato en donde vas a ganar mucho dinero más que siendo un policía en el pueblo— Whitey asintió con la cabeza— Cuida a mi hermana por tiempo indefinido, día y noche... — se dio vuelta alejándose de el, abrió la caja registradora del negocio y regresó, dejó una bolsa de monedas sobre la mesa— Eso solo sería un adelanto si aceptas.

Annabelle miró a su hermano mientras apetraba su mano en pañuelo blanco que ahora era de color rojo por la sangre que salía a chorros de su mano.

—No necesito a nadie para que me protega— habló, Thomas la miro— Puedo hacerlo sola.

—No, no puedes— habló Thomas — Ya saben quien eres y son personas crueles que te mataran con mucha facilidad, además, no te estoy preguntando si quieres que alguien te cuide, te estoy avisando lo que voy a hacer.

Annabelle miro a Whitey esperando que se negara, Whitey miraba las monedas dentro de la bolsa, eso lo acercaría más a la familia Shelby, ganaría la confianza de todos y luego, podría llevarlos a prisión y verse bien frente a la nación y su padre, sonrió y asintió con la cabeza.

—Será un honor, señor Shelby.

Thomas le sonrió y encendió un cigarrillo, soltó el humo del tabaco por su boca y extendió su mano.

—Entonces, es un trato Whitey, puedes quedarte en mi casa, tenemos muchas habitaciones y no tendrás que desplazarte todos los días.

—Eso es mucho de su parte, yo no podría...

—Insisto— lo cayo Thomas y Whitey lo miro— Quiero que te quedes aquí.

Whitey asintió con la cabeza.

—Como ordene señor, pero me disculpara esta noche porque debo ir por mis cosas al hotel en el que me estoy hospedando, pero mañana temprano me presentaré.

—De acuerdo— acepto Thomas y se levantó su asiento, estiró su mano hacia Whitey, el joven la tomo— Será un honor para ti hacer tratos conmigo, te veo mañana al alba.

***

—Bien hecho Whitey— felicito Nicolás Jason mirando al joven—Muy buena estrategia para acercarte a la familia.

—Gracias señor Jason— asintió con la cabeza el joven y miró a su jefe— Necesito un favor de su parte para poder lograr esto y espero poder contar con usted.

El hombre soltó el humo del tabaco de su boca y asintio.

—Necesito ganarme la confizanza de toda la familia Shelby, debo demostrarles que soy diferente a la ley que han impuesto en contra de Thomas, deben dejarme de ver como una amenaza por lo que le agredeceria no llevar escolta de ahora en adelante.

—¿Estas seguro de eso Whitey? Son peligrosos.

—Lo son, pero si estoy con ellos y me involucró mas allá de lo laboral puedo tener hasta la protección de Thomas Shelby, mientras yo cuido a su hermana yo tendré a la familia cerca y ustedes información nueva.

Nicolás le sonrió.

—Que astuto— acepto el hombre — Estoy de acuerdo contigo. Haz lo que tengas que hacer para que la familia confíe completamente en ti, y luego... —el hombre tomó una hoja de papel y la arrujo en su mano— Los destruimos.


PEAKY BLINDERS | FEELING GOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora