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Annabelle sabia que lo estaba a punto de hacer era riesgoso, pero el que se arriesgaba no ganaba. Atada a una silla de espaldas hacia sus sobrinos se giro un poco para verlos, miro a los hombres de William con armas en mano cuidando el lugar, para su buena suerte William había abandonado el lugar sin decir a donde ni en que momento llegaría. Era el momento, debía aprovechar aquella oportunidad que probablemente jamás se volvería a repetir.

—Cuando salgan de aquí...—murmuró Annabelle sin dejar de ver los hombres—Irán a la parte izquierda del bosque, ahí he dejado a mi caballo y los llevará a casa.

—¿Como haremos eso?— pregunto la niña en voz baja sin dejar de ver a los hombres.

Annabelle sintió como las cuerdas comenzaban a alojarse cada vez más.

—Estoy a punto de soltarme, atrere su atención y ustedes huirán por la puerta trasera.

El niño la miro.

—¿Que pasara contigo?

Annabelle le sonrio dándole confianza, aunque ese movimiento fue para darse confianza a sí misma que a ellos.

—Estaré bien, soy una Peaky Blinders, no lo olvides.

El niño le sonrio y Annabelle dejó de verlo, la rubia sintió la cuerda caer de sus muñecas pero la sostuvo con sus manos, uno de los hombres ordeno que los de guardia fuera relevados y en esos momentos que se quedaron solos Annabelle desató a los menores, tomó del rostro a la niña y le sonrio.

—Váyanse ya.

—Podemos irnos todos juntos, tu caballo nos aguantara.

Annabelle sabia que eso era cierto pero irse provocaría que fueran perseguidos y probablemente que los encontrarán y mataran. Beso la frente de ambos niños y le sonrio.

—Estaré bien, váyanse.

Los menores miraron a la chica y huyeron por las puerta trasera. Annabelle dejó de verlos y sus ojos verdes se posaron en la entrada, observo la gasolina en tarros y corrió hacia ella rogándola por el lugar, formó un círculo del líquido alrededor de ella y arrojó el barril vacío al piso, saco de su bolsillo un encendedor,  tomó asiento y sacó un cigarrillo.

Annabelle miro el fuego que salía del fósforo, miro hacia el frente al escuchar voces y observo a los hombres que entraron, William la miro y busco con la mirada.

—¿Donde están los escuincles?— pregunto mirando a sus hombres.

—Lejos de ti—contesto Annabelle sin dejarlo de mirar, le sonrio— ¿Sabes cual es tu problema William?— le pregunto y el la miro, movió su mano y fue apuntada por varias armas.

—¿Cuál es mi problema Shelby?—pregunto y el apellido lo menciono con amargura.

Annabelle le sonrio aún mas.

—Que enserió creíste que pudiste ser el ganster más temido de todo Birminham —soltó una sonrisa— Pero así mates de todos los Peaky Blinder jamás nos olvidarán y tu serás siempre el segundo.

William apretó la mandíbula y dio un paso hacia ella, bajo su vista al piso y retiro su zapato de la gasolina, luego miro a Annabelle.

—Si lo haces, moriremos todos.

—¿Le temes a la muerte William?—pregunto con burla la rubia y negó con la cabeza—Un mafioso no le puede tener miedo a la muerte, ella es nuestra mejor aliada no nuestra enemiga, me sorprende que no sepas eso.

William no le contesto, observo a su alrededor mirando a sus hombres.

—Nos vemos en la otra vida Williams.

Annabelle observo el fósforo entre sus manos y lo soltó al piso, el fuego se propagó por todo el piso, los hombres de William comenzaron a gritar y correr por el lugar buscado alguna salida, William observo entre las llamas la gran sonrisa de Annabelle.

William la observo mirandola directamente a los ojos, la miro inmóvil sin el temor alguno de la muerte, mientras que el sentía el calor emanar su cuerpo y el miedo lo recorrió. Desesperado busco entre las llamas alguna salida pero las llamas llegaban tan alto que era imposible salir vivo. Regreso su vista cargada de miedo, enojo y odio hacia Annabelle.

—Después de todo, arderemos juntos en el infierno—le habló la rubia con una sonrisa.

William observo como las llamas ya habían llegado hasta el, miro a la rubia sonriente y cerro los ojos, el calor comenzó a ser insoportable y luego, todo terminó.

PEAKY BLINDERS | FEELING GOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora