Crosh:
Al amanecer veo que todavía todos estaban durmiendo, pero Barbara estaba preparándose para un nuevo día, así que me propongo a hacer el desayuno, ella me siente, entonces me detiene y me dice para hacer juntos el desayuno, pero esta vez ella cocinaría, yo simplemente la observaría, además me iba a enseñar una nueva receta, era tan tierna, ella me dijo que estaba escribiendo un libro, quedo sorprendió, ya que ella nunca me había dicho que escribía, solo podía imaginar todo lo que había en ese pequeño corazoncito suyo.
Ella me dijo que me conocía muy bien, yo me quedé sorprendido, entonces me dijo que me sorprendería con este desayuno, pues eso esperaba ver, ella tan tierna, yo tan yo, no sabía que pasaría porque este día ya estábamos comenzando muy bien, alegre y simplemente con un poco del amor de Dios, aquel amor en que está en todos lados, siempre él está allí para nosotros, para cuidarnos, ayudarnos y darnos la libertad, aquella libertad que hoy día ya no mucho lo conocen.
Allí se encontraba batiendo huevos, mientras que yo la molestaba, jugaba con ella, pues me encantaba jugar con mi persona favorita, ella era realmente especial, aquí empezaba nuestro primer libro, porque ella era única, después de la introducción empieza en desenlace de la historia, en este caso nuestro amor de libro, aquel libro que relatará todo una vida, ella ha sido para mi un milagro del cielo.
Al darle un fuerte abrazo por detrás dio un pequeño saltito, pues le pique las costillas para que se riera, la verdad ya parecía una persona diferente, tanta seriedad me daba miedo, ella empezó a reír nuevamente, pero a quejarse de que casi echaba a perder el desayuno, era unos enormes pastelitos acompañado de un batido de banana, Dios tan perfecto ha comenzado este día, tan maravilloso sería nuestro amor, si este era el primer capítulo, ya quiero imaginarme los capítulos que nos esperaban, era tan hermosa, tan diferente y perfecta, solo Dios sabe lo que hay en mi pequeño corazón, ella de seguro estaba muy agradecida por encontrarme, pues nunca peleábamos, siempre hablábamos de todo, como buenos compañeros de vida.
Bueno el desayuno ya estaba listo, pero ambos estábamos lleno de harina, de masa ya que cada pequeño momento nos dábamos pequeñas batallas con los ingrediente, una cocina de color blanco fue nuestro campo de batalla, ahora tocaba ducharnos y limpiarlo todo, eso no era nada agradable, así que comenzamos a limpiar los utensilios, por lo tanto ya nos quedaríamos empapados, es como si juntaras dos niños locos en una habitación con muchos juguetes, ella me encantaba, era de Dios y diferente al resto del mundo.
Ya eran las nueve de la mañana cuando por fin terminamos de desayunar, fue una mañana mágica, pero ahora sabíamos que teníamos que estudiar, y bueno, el día ordinario comenzaba de vuelta, que lindo fue salir un poco de nuestras realidades para divertirnos como dos niños bajo el sol.
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Llegada la hora de volver a Casa, todos ya estábamos listos, las chicas me esperaban en el coche, mientras Barbara y yo estábamos ordenando un poco la cocina, pues hoy era Domingo día del señor, por lo que volvíamos a casa a las tres de a tarde ya que queríamos participar de la santa misa a las siete de la tarde-noche, nadie absolutamente nadie iba a la iglesia, solo nosotros, los locos del salón, pero era mágico esos sesenta minutos.
Barbara y yo subimos al coche, las chicas estaban un poco dormidas, pues estábamos todos cansados, mañana sería un nuevo día, pero lo que no sabían era que hace unos diez minutos la facultad había anunciado de que mañana no habría clases, pues el motivo era que la misma se estaba remodelando, no habían acabado aún las obras, Barbara tampoco sabía por lo que al llegar le contaría para escaparnos mañana de los demás y salir en un día de campo, no aquí sino en una hermosa pradera, estaba cerca de aquí, en donde la gente iba a disfrutar del hermoso paisaje, así que yo quería pasar un nuevo capítulo con la persona más importante de mi vida, mejor dicho las personas más importante en mi vida, Dios y mi pequeña niña.
Al llegar a casa nos preparábamos ya para ir a la iglesia, era una noche agradable, por fortuna Barbara había aceptado pasar la noche en mi casa, por lo que pasamos por su casa a recoger algunas cositas suyas y mañana en la mañana emprenderíamos un nuevo viaje juntos, aquel viaje que nos llevaba a escribir nuestro amor de libro, un libro de amor, paz y tranquilidad, precia todo un sueño, pero sabía que era real.
La misa ya había culminado y nosotros nos encontrábamos devuelta camino a casa, caminando de la manos como una pareja perfecta, tal como éramos, de paso hacíamos ejercicio de fe y de caminata, yo la cuidaba a ella y ella me cuidaba a mi, es así como yo soñaba, es así como debería de ser una pareja, se que mañana sería un día muy especial, solo esperaba que todo saliera bien, ya tenía todo preparado, solo quedaba cocinar nuestro desayuno para la mañana.
Llegamos a casa, estábamos agotados, miro mi celular y visto una invitación de Ron para pasar el día en su casa, pues respondo que no podríamos, porque ya teníamos un compromisos pendiente, entre mi verdadero amor y yo, ella fue a su habitación y yo a la mía para dar gracias a Dios por el hermoso día y así había terminado nuestro primer capítulo, de nuestro amor de libro, tan perfecto y tan agradable que ya quería empezar el nuevo capítulo.
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Cuarenta Días
RomanceHistoria de amor, un amor que nunca muere y lucha a pesar de todo, una historia romántica que promete mucho.