DÍA 29 (Un Regalo del Cielo)

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Barbara:

  Eran las siete de la mañana cuando desperté, hoy iríamos a un día de campo con una persona muy importante para mi, por lo cuál había dormido en su casa, en una hermosa habitación, pues era la habitación de invitados más elegante en la que había estado, de pronto escucho actividad en la cocina, él ya había despertado, me imagino que ahora estaba preparando el desayuno, tan atento, es como si fuese que Dios ha escuchado mis plegarias, él era para mi un regalo del cielo, aquél regalo en que haríamos maravillas, yo solo soñaba con ser una gran médica y estar al lado de una gran persona, pues él era la persona indicada, hoy escribiríamos una nueva historia en el libro de la vida.

Me desperezo y voy a ducharme antes de que se nos haga tarde y nos agarre el tráfico del medio día, yo no sabía exactamente donde nos iríamos, pero si sabía que sería un lugar muy agradable.

Al salir de la ducha, él estaba ahí mirándome con ternura, pues mi cabello estaba mojado y yo simplemente le sonreí, él me dijo que era muy bella, por lo que de seguro se me había coloreado mis mejillas, fui inmediatamente a cambiar de ropa y a verme hermosa para un chico hermoso, vestí una blusa de color claro con unos jeans negros, estaba guapísima, o eso pensaba yo, cuando salí, Crosh me había indicado que el desayuno estaba listo, para luego ya ir rumbo a nuestro destino.

Después de haber desayunado, listos para partir él me dice que iríamos a un lugar tranquilo, cerca de un arroyo, pues iríamos a un balneario llamado Paraíso escondido, pues ese lugar estaba en medio del bosque, era un lugar oculto, un lugar hermoso con arboles, el paisaje era tan bello, quedaba en la Ciudad de Paraguarí por lo que debíamos de salir ya, pasamos por un supermercado y luego rumbo al hermoso sitio.

Durante el viaje no paraba de mirarlo, atrás todas las cosas y solo él y yo estábamos allí, tan silencioso el viaje, tan romántico el paisaje, todo era como un regalo del Cielo, aquél regalo que Dios me ha dado, ere un día perfecto, un día lleno de maravillas, lleno de misterios, ya que íbamos a un lugar boscoso y frente a nuestros ojos estaría un cristalino arroyo.

Ya estábamos en la entrada del lugar, ya estábamos entrando a aquél mítico lugar, un lugar para olvidarse de la realidad, para compartir en familia y para disfrutar de la naturaleza. Aparcamos el coche lo más cerca de la entrada hacia aquél enorme predio, entonces cargamos todo lo que pudimos en nuestras manos, espaldas e incluso en nuestra cabeza para no volver al vehículo e ir a instalarnos en un lugar digno y maravilloso.

El cielo celeste y claro nos daba la bienvenida a una nueva aventura, encontramos un lugar en donde estaba cerca del agua, en donde había un lugar especial para colocar nuestras cosas, por lo que era muy seguro, ya que podíamos cerrar las puertas e ir a nadar, era una mini casita, ten perfecta, obviamente se alquilaba, pero valía la pena porque así evitaríamos que los saqueadores lleven nuestras cosas, ya que en la viña del señor había todo tipos de personas, habían gente que bebía hasta no poder más, que se destruía con tabaco o con las drogas, pero para eso estábamos personas como Crosh y yo para cuidarlos, ayudarlos y dar lo mejor de nosotros e intentar salvar la vida de muchas personas, pues si tú quieres ser médico pero no tienes ganas de ayudar a los demás, es mejor que te decidas por otra cosa.

Al ordenar todo nuestras cosas, fuimos a darnos un chapuzón, el agua estaba helada, tan helada que ni dos minutos ya estaba temblando por lo que Crosh me abraza, él era tan dulce, tan tierno, tan humilde, tan incomparable.

Unos minutos después mi cuerpo ya se había acostumbrado a la temperatura, pero aún así todo estaba tan hermoso, el agua tan cristalina, pues de pronto me susurra, si quieres ir al baño en la pequeña cabaña hay, además agrego que no debía hacer en el agua, yo abro los ojos como platos y le doy un pequeño golpe en los hombros, para la próxima lo golpearé más fuerte, ambos reímos y tan mágico, tan enamorados uno del otro, él era el regalo perfecto que había venido del cielo, este día era un regalo del cielo, un día para nosotros, un día para dejar todo atrás, todas las angustias, preocupaciones y estrés, solo Dios sabía lo feliz que me encontraba en este día tan fantástico, tan bello y tan hermoso, solo Dios sabía todo lo que estaba en mi corazón, al parecer Crosh también lo sabía, por su sonrisa ya dice más de mil palabras bonitas, con nuestras miradas ya nos podemos comunicar en silencio, leernos nuestras mentes y cuidarnos, nunca lo dejaré, nunca dejaré que nada se interponga en nuestra relación tan bonita.

Cuarenta DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora