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No lograba explicarme en qué momento había ocurrido esto. Al llegar a casa mamá me entregó un papel con una dirección y me pidio que fuera allí a ayudar en lo que pudiese, claro, yo acepté sin saber que nuevamente estaria arriesgando mi vida.

—Necesito que vayas ordenada, no vestida de vagabundo.
—¿A qué te refieres con eso? —protesté mientras me quitaba el uniforme del liceo y buscaba mi polera café preferida.
Mamá respondió desde la escalera. —A que no te pongas ese pijama café que siempre usas y esos jeans que rompiste en las rodillas.
Lancé la ropa que estaba a punto de ponerme dentro del armario. —Ni si quiera se me había ocurrido buscar esa ropa —mentí.

No me vestí como vagabunda, pero si de una manera bastante parecida; un poleron gris que le habia robado a Michael hace años y unos jeans rasgados parecidos a los que mamá tanto odiaba.

Ambas subímos al auto y fuimos en silencio hasta llegar a una gran casa con miles de globos en el portón, techo, paredes y puerta. Extrañada dí una confundida mirada a mamá. Ésta quitó el seguro de mi puerta y me hizo un gesto para que bajara.

—Ten, —tomó una bolsa del asiento trasero y me la extendió — asegúrate de que Kat tenga un feliz cumpleaños, no me dieron el día libre, asique no podré quedarme.

¡Jesús! El cumpleaños de Kat.

Sonreí asintiendo lentamente y bajé del auto. Toqué el timbre en el porton y di una última mirada a mamá, quien ya desaparecía al final de la calle.

Una señora vestida de princesa apareció en la puerta con una extraña mueca, al parecer no le agradaba mucho el disfraz llevaba.
O eso quiero creer.

—Soy la hermana de Katherine —fue todo lo que dije y la señora verdaderamente sonrió para luego dejar que el portón se abriera.
Me encogí de hombros y entré sin más al cumpleaños.

Quizás había vuelto en el tiempo, o me estaba volviendo loca. Lo único que sabía era que todo lucía exactamente igual al evento donde había perdido a Kat hace un tiempo, bueno, quizás no exactamente pero era la misma temática.

Princesas y hadas por doquier.

—Tu mamá dijo que venías a ayudar, ¿cierto? —la misma señora de hace algunos minutos ahora me hablaba llena de esperanza.
—Si, algo asi —fue todo lo que dije.
Esbozó una sonrisa. —Bien, mira, sobre aquel estante hay una bolsa. Me dijo que cuando llegaras te la hiciera llegar.
Elevé una ceja y di media vuelta hasta la dichosa bolsa. Esta tenía una pequeña nota pegada y las rápidas letras de mamá estaban dispersas en un extraño mensaje.

"Te quiero, espero que te guste. Hazlo por tu hermana! ♥"

Frunci las cejas y procedí a abrir la bolsa, encontrandome con una suave tela dentro.

Ay no me jodas.

Solté un fuerte suspiro y me dediqué a buscar el baño. Esto era por Kat, ella tendria lo que yo no pude tener de pequeña: un gato gigante en mi cumpleaños. Nah, solo bromeo, yo quería una foca.

Lo cierto es que el traje me quedaba gigante, por lo visto a mamá le estaba fallando el ojo para las tallas de ropa, y era increíblemente suave tanto por dentro como por fuera.
Una vez lista, salí al patio trasero. Una multitud de niñitas corrian de aqui para allá, la mayor parte de ellas disfrazadas de hadas, otras de princesa y una elfa. Claro, la última no era mi hermana, Kat les tiene miedo, con sus orejas y su no sé qué.

La imitación de carpa de circo cubría por completo el cielo y decenas de globos flotaban por doquier.
Una extraña alegría afloro en mi al recordar cuando era pequeña y mamá llenaba la casa de serpentinas y globos, de todos los colores y formas.
Di un fuerte suspiro y alguien chocó contra mí.

estúpida, pero con estilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora