14.

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"Mañana nos verás. B y N"

Ya sabía que los vería, era la cosa más obvia, después de todo son mis vecinos, ¿no?

Ignoré la nota en mi espejo y me alisté para ir a clases. Tomé mis cosas y partí, esta vez, sin Kat. La torrencial lluvia logró ablandar el corazón de mamá hasta el punto de decidir no enviarla a clases.

Que triste que yo no tuviera la misma suerte.

Avancé al casillero y lo abrí para guardar un libro que no usaría aún, cuando una bolsa al interior me distrajo.

"Como perdón por haber logrado que tu mamá te regañara. B y N"

Santa María, estos niños no dejan de sorprenderme. ¿Y en qué momento lo pusieron aquí?

Dejé mi pregunta en el aire, abrí la bolsa y encontré un gorro con orejas de gato, estaba hecho de lana y era gris atigrado.

Como el que le pedí una vez a mamá... y no lo compró porque no podía comprar algo para todos.

Ese día pasó por mi mente: habíamos salido a pasear, era en invierno, al igual que ahora. Estábamos los chicos, mamá y yo, mis hermanas aún no nacían, o eran muy pequeñas. Le pedí el gorro de gato y no me lo compró.

"—No puedo comprarte algo solo a ti, y dejar a los chicos mirando. Otro día quizás. "

Moví el gorro entre mis manos y sonreí automáticamente, no podía creer que recordaran eso, y sin quitar la sonrisa de mi rostro me lo coloqué en la cabeza. Era increíblemente suave.

Cerré el casillero y me dirigí a la sala de historia, eso sí, con las miradas sobre mí.

¿Nunca han visto a una niña de diecisiete años con un gorro de gato?

Ignorando la pronta atención entré a la sala y me senté en el lugar de siempre, Antonella aún no llegaba y ni hablar de Sarah, Tintín tampoco daba señales de vida.

— ¿Disculpe, y usted se equivocó de sala? —la voz del profesor sonó junto a mí. Subí la mirada asustada, ¿y si en serio me había equivocado de sala?

— ¿Que no me toca aquí? —me sonroje al instante.

—Era usted Aleka, y ¿y qué se hizo en el cabello? ¿Es la chica en llamas? ¿Lava-girl? —dijo mientras movía sus manos como si jugara con su cabello. Cosa que hubiera funcionado si tuviera ya que es calvo.

—Ah, es que Antonella-

—Ash, esa Antonella. Ayude a bajar las sillas de las mesas por favor.

Asentí lentamente y me puse de pie. Comencé a bajar silla por silla mientras llegaban los demás, hoy había llegado demasiado temprano.
De pronto sentí miradas y murmullos, pero no les di importancia y continúe mi tarea.

Pero, ¡PUM! , una silla resbaló de mi mano y fue a dar con otra que acabó en el piso junto a la primera.

Solté un "¡conchalalora!" y lleve ambas manos a mi nuca asustada mientras hacía una mueca.

—Ah, es la Ale —oí a alguien decir.

Voltee y descubrí a unos compañeros, probablemente los que hacían de público y no lograron reconocerme.

Así fue la mayor parte del día, nadie o casi nadie parecía reconocerme. ¿Tanto cambiaba la gente solo por tener otro color de cabello? Ay, Dios.

Ni si quiera Fernando me reconoció, a pesar de haber chocado de frente con él. Hacer carreras hasta el comedor es malo, muy malo. Pero si quieres chocar con alguien lindo, es buena idea ¿se entiende?

estúpida, pero con estilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora