II Parte.

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11.
II parte: Invierno de locos, o infierno de mocos.

La peor semana de mi vida. Corrió el rumor de mi supuesta bisexualidad, Fernando dejó de hablarme, la incomodidad era insoportable, ¡besé a su novia, por el Ángel! , una foto mía disfrazada de oreo apareció en el diario mural del liceo —maldito L.A.A.S (plan: liquidemos a Ale socialmente) —, me resfrié de lo peor y por último, mi querido amigo me visitaba.

Jodido Andrés. No entiendo ¿por qué sangre? habiendo otras cosas en el mundo... Escarchilla, chispitas de colores, dulces, ¿por qué sangre? ¡¿Por qué?!

No podía moverme, cada vez que lo intentaba una fuerte punzada se clavaba bajo mi ombligo, y eso significaba una cosa:

Valentín sufriría.

Solté un chillido, histérica, mientras retorcía mis manos en el aire, pero al segundo me arrepentí, mi hermana de un zape me saco de mi estado y me fulminó con la mirada indicándome que me callara, faltaba media hora para levantarse aún.

Bien, 6:30 y ya estoy sembrando el caos en casa.

Di una rápida visita al baño y volví a dormirme.

No fue muy distinto en el liceo, por cada punzada, en vez de chillar como loca, sacudía de manera frenética el brazo de mi querido amigo mientras un agudo sonido salía de mí.

— Ale, hoy hay reunión — Antonella me miró sonriente.
— ¿De...? ah, verdad.
— ¿Irás?
— Ps claro. Es en mi casa, duh.
— ¿De qué hablan? —Valentín apareció tras minutos de silencio y apoyó su mentón en mi hombro.

Giré rápidamente y, antes de que pudiera cubrirse, mis manos ya estaban sobre sus brazos sacudiéndolos.

Se limitó a fruncir los labios, no se enojó, nunca lo hacía y ya estaba acostumbrado. Después de todo llevábamos años como amigos, así cualquiera se acostumbra y a pesar de que no tenía muy buenas o claras razones y él había entendido de todos modos. Además, vamos, soy una delicada señorita, no es como que yo fuera tan fuerte y lo único que lograba era apenas molestarlo un poco, más de una vez se rió de mí diciendo que parecía un monito pidiendo comida.

Ya al recreo no hice más que comprarme unos ositos de gomita, Antonella me conversaba sobre lo que hablaríamos en la reunión del fandom más tarde y Tintín escuchaba a cierta distancia. De pronto Fernando, milagrosamente, se acercó a saludar, supongo. Pero antes de que llegara a nuestro lado Tintín lo interceptó y le susurro algo al oído.

¡Quiere alejar al precioso!

Resonó la voz de la criatura del señor de los anillos en mi mente. Di un leve gruñido y vi a Arcoíris acercarse y Fernando esperar a unos pasos.

Descarado, nuevamente me abandonas. ¿Cuándo entenderás que el beso con Amaya no fue a propósito?

Giré sobre mis talones, molesta, y di un tirón a su brazo, comí una gomita recordando después que Feñito estaba ahí. Pero éste ya daba una última mirada a Valentín quien le asentía con solemnidad.

Madre mía ¡Me engaña con mi amigo!

— ¿Por qué se fue? —fingí desinterés.
—Porque lo ibas a maltratar.
— ¿Qué? —solté casi en un sollozo, agudizando la voz.
—No, lo llamó la inspectora... ojalá se haya metido en problemas. —golpee su estómago, tristemente para mí, más despacio que en cualquier otra ocasión. — ¿Y eso a qué va?
—Eres un insensible... —Dejé mis palabras en el aire un momento y continúe. — A ti no te gustaría que te desearan eso.
— Si, claro.

estúpida, pero con estilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora