18.

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Es oficial, Amaya está en la lista de personas que conspiran en mi contra. ¡Lo único que yo quería era la maldita autorización para la salida de mañana!

Valentín y yo esperábamos por Feñito; y como era de esperarse él salió junto a su despampanante novia.

Y entonces su pálido rostro me recordó algo: el papel para la salida.

Valentín me esperó junto a Fernando y Amaya casualmente se ofreció para acompañarme; de haber sabido lo que planeaba no hubiera aceptado ni entrar a este liceo. Bueno, tampoco tanto.

Demoramos cinco minutos, ya llegábamos con los chicos y ella me dice:

—Ale, tienes una pelusilla en la pierna —entonces se agacha un poco y tira de una pelusa.

No me importó mucho hasta que recordé la última vez que le tiré un pelusilla a mi panty media.

La veo sonreír satisfecha y siento una curiosa brisa de aire.

Miro mi pierna sintiendo el pánico en mi interior y escucho la salvaje voz de Tintín.

—Ale, creo que se te corrió un punto.

¡Bravo, Valentín! Si no me lo dices no me doy cuenta.

Con la cara de todos colores hago una mueca mientras veo como mi pierna derecha permanece casi por completo al aire.

¡Malditas medias baratas! ¡Justo hoy que ando con la pierna peluda!

— ¿Ale, qué clase de madriguera tienes ahí? —dice Amaya burlona.

— ¿Por qué? —escupo — ¿buscando nuevo hogar, zorra?

Ella me fulmina con la mirada mientras se hace la ofendida, no me importa, no hasta que recuerdo que Fernando esta junto a ella.

¿Fernando, su novio?

Sip. Su. Novio. Que. Debe. De. Estar. Odiándome. Ahora.

—Oye, cálmate. No deberías decirle así —dice él defendiéndola. —No es su culpa que tus piernas estén así sin afeitar.

Okey, de alguna manera eso me dolió.

Mis mejillas se tiñen de rojo y me siento traicionada, por alguna razón.

Ninguna respuesta sarcástica cruza mi mente.

—Primero que todo —digo en un intento de respuesta —las piernas no se afeitan, se depilan, cariño. Y segundo, yo llamo a quien quiero como quiero.

—Ale... —comienza Valentín tomando mi hombro.

Lo ignoro. Toda mi atención la tiene Fernando. Él y su mirada de desaprobación.

—Pero no quiero que la llames así. Ella no es una zorra, y estoy seguro de que lo que dijo no fue con mala intención.

Ay, Fernando. Pobre e inocente Fernando.

—Pero- —Me interrumpe.

—Pero nada. Si escucho que vuelves a hablarle de esa manera no volveré a hablarte jamás Aleka. Ella es mi novia y, por lo menos, merece respeto. No entiendo cómo puedes ser tan molesta.

Okey, eso dolió más que lo de hace unos segundos.

Siento mi estómago retorcerse y mi corazón comprimirse sin saber exactamente por qué. No sé si fue su tono, porque me llamó Aleka y molesta, porque me recordó que ella es su novia y no yo, porque no volverá a hablarme jamás si vuelvo a abrir el pico o si es por la envidia que siento al ver como la defiende cuando ella ni si quiera se lo merece.

estúpida, pero con estilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora