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El mundo estaba en mi contra. Desde las chicas de mi clase que me descuartizaban con la mirada por ser tan "insensible" con Valentín, hasta la forma en que Antonella se había enfurecido conmigo por mentirle de aquella manera.

—¡No tienes perdón de Dios! —me gritó en la cara y tuve que soportar las ganas de romperme en medio del pasillo.

No esperaba que todo acabara así, y mucho menos que ella, entre otras muchas personas, se enteraran.

Se había salido de mis manos.

Finalmente me perdonó, no creo que haya sido necesario de todas formas, pero lo había hecho.

Benjamín y Nathan no mencionaron nada sobre mi "ruptura" con Tintin, no quisieron opinar respecto al tema y no hice más que agradecérselos.

Pero lo extrañaba. Extrañaba oír su risa, apretar sus mejillas, jugar con su cabello y pasar tiempo junto a él haciendo cosas tan tontas como fuertes con los cojines del sofá.

Y, como si fuera poco, aún quedaba una prueba más para condimentar este bello mes. La jodida presentación.

Por fin había llegado el día, mis compañeras corrian de un lado a otro chequeando que sus trajes estuvieran bien, otras maquillándose o simplemente peinándose. Los chicos por su lado simplemente se preocupaban de que sus imitaciones de tatuajes quedaran decentes.

Revisé por última vez mi falda, parecía bien, sin contar con la pequeña abertura en mi costado, la había dañado sin querer y habia puesto un alfiler de gancho para mantener todo en su lugar. Miré a Antonella, ayudaba a Sarah con una corona de flores.

—Quiero morir —balbuceé emitiendo un gemido.

Antonella subio la mirada a mí. —Siendo tú, cualquiera preferiría estar muerto.

—Gracias. Es grato contar con tus consejos.

—No me, ahm, ¿sarcasmoneés? —Hizo una mueca. —No estas en tu derecho.

Asentí cabizbaja.

—Ale, ¿tú odias a Amaya, no? —Sarah me observó antes de abrir su espejo de mano para revisar su peinado.

Me encogí de hombro sin muchas ganas de lanzar odio. —Si, bueno, a veces siempre.

—No va a bailar, ¿sabias? —quito la vista del cristal y volvió a mirarme.

Abrí ojos de plato. ¿Qué le pasó? ¿se rompió algo? Ojala no vuelva.

—No lo sé —se encogió de hombros. —Crei que ya lo sabias.

—Claro, como siempre hablo con ella —solté con sarcasmo.

—Siempre hablas con Fernando, supuse que te lo había dicho.

Bajé la mirada. —No, creo que esta sentido por lo de Rainbow Dash. Así como las demás del liceo. Es su amigo, debe estar odiandome.

Era cierto, Fernando había dejado de hablarme, y Amaya había desaparecido repentinamente del liceo. Sus amigas no parecían querer decir el porqué y eso no dejaba nada más que falsas conclusiones originadas de bobos rumores.

"Estaba embarazada."
"Tuvo un accidente."
"Intentó matarse."
"Se cambio de liceo."
"Su padre era un mafioso, así que se tuvo que ir."
"Era un alien y tuvo que volver a Urano."

Cada una tenia menos sentido que la anterior, sin embargo no sentia ganas de indagar respecto al tema.

Una voz se escuchó desde la puerta. —Chicos termina el 3ro B y salen ustedes —. La mamá de Fernando nos dedico una última sonrisa y desapareció en el pasillo. Suspire nerviosa.

estúpida, pero con estilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora