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Adivina la canción había terminado y los que se habían ofrecido para ayudar ya se encontraban haciendo los preparativos para la competencia más salvaje de todas.

Quién come más en menos tiempo.

Los tres pasteles se encontraban en medio de la mesa redonda y en cada silla nos acomodábamos cada uno de los concursantes. Los murmullos crecían con cada segundo que pasaba mientras yo oía atenta las extrañas opiniones.

Pobre Ale, es la más chica.
Que injusto son los tremendos sujetos.
Va a ser la primera en salir.

Weon, nadie en este liceo me tiene fe. Qué chucha.

—Les presento a los concursantes de este año —anuncia el director como si fueran las luchas. — Con los naranjos: Bastian, por los verdes: Franco, —y señaló al gordito a su lado, el mismo que había ganado el año pasado— Y para finalizar por los celestes, la pequeña, pero no más débil: Alexa.
—Aleka... —volví a quejarme y nuevamente se disculpó ¿tan difícil era mi nombre?
—Lo siento, ¡Aleka!

Los de mi alianza me dieron gritos de apoyo y yo moví uno de mis brazos en el aire ocultando el pánico que me invadía.
Los pasteles ya estaban listos y un vaso con jugo me miraba junto a una servilleta.

—Comiencen en 3, 2, 1, ¡ya!

El tiempo se congeló en ese momento, todo pasaba en cámara lenta. El Franco atorándose con un puñado de pastel de crema verde, el Bastian bebiendo jugo para poder tragar mejor y yo metiendo pastel a mi boca cuidando de no romperme la lengua con las uñas, o incluso mordérmela por accidente.

A los minutos después, el Bastian ya llevaba casi tres cuartos del pastel naranja; el Franco y yo íbamos casi iguales a la mitad, pero él llevándome algo de ventaja.

De pronto algo inesperado ocurre, uno de los participantes se detiene y pasa su dedo por su cuello señalando que ya no puede más, ¿y saben qué es lo pulento? Que no fui yo, el Bastian tenía la cara llena de crema y ahora solo se dedicaba a tomar algo de jugo para bajar la comida y luego salir del lugar a tomar algo de aire.

—La competencia se ha puesto interesante —dice el director y con Franco compartimos miradas unos segundos para luego comenzar a comer salvajemente, la verdadera competencia había comenzado.

La crema me picaba el rostro y trozos de piña se alojaban entre mis uñas, pero no debía darle importancia, ya casi terminaba todo.

Franco comenzó a bajar la velocidad agotado por el agitamiento y yo comienzo a soltar extraños suspiros. Mala señal, ya estaba quedando satisfecha.

Trague el pastel en mi boca y me concentré en masticar más rápido, pero para mí desgracia a los treinta segundos se dio aviso de que Franco seguía siendo el campeón invicto.

Los de verde se lanzaron a él a felicitarlo, pero como era de esperarse, a empujones se fue directo a un baño. El pastel no quería continuar dentro de él y estaba dispuesto a salir aunque fuera a la fuerza.

Derrotada, busqué con la mirada a mis amigos. No había nadie.

¿Así tan mal lo hice?

— ¡Ale! —los gritos volvían a oírse y se aproximaban, giré y me encontré con la mejor sorpresa, además del día en que mi mamá me compro el cd que tanto quería, Antonella lideraba la manada seguida del Valentín, el Feño y la Amaya. What wea, ¿por qué viene ella?

Entre todos me rodearon en un cálido abrazo a excepción de Amaya.

—Pero si perdí, po —dije confundida.

estúpida, pero con estilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora