9.

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¿Pero qué diablos hago aquí?

No entendía cómo había terminado en este lugar.

Cinco mesas vacías y dos ocupadas me rodeaban. Un gran ventanal me mostraba la imagen de una tienda a punto de cerrar y a unos metros de mí se encontraba una cocina donde preparaban nuestra orden.

Si, dije nuestra.

Todo había pasado muy rápido. Una sonrisa, una pregunta, una invitación y un escape que me retorcía el corazón, no por la emoción, sino por la falta de ejercicio que casi me provocó un infarto al correr más de treinta segundos. Bueno, quizás también algo de emoción.

Y lo admito, tengo una pésima condición física.

— Disfrutando la fiesta, eh —me miró elevando una ceja burlonamente.
— Tanto como tú — respondí enseñándole la lengua. Sólo me sonrió. Esa cálida sonrisa había vuelto a él.
— ¿Haz probado el sushi?
— ¿Pescado crudo? Pues, no.
— ¿Te gustaría?
— Si eso me saca de esta fiesta-aburrida-para-Aleka, quizás sí.

Miré al chico frente a mí ¿Enserio habíamos hecho esto? Antonella nos matará cuando nos vea. Estaba a punto de decirnos algo y nosotros salimos corriendo, él tirando de la manga de mi chaqueta y yo tras él riendo como maníaca.

Un sujeto me sacó de mis pensamientos. Su cara irradiaba aburrimiento, pero a la vez curiosidad por los dos adolescentes que repentinamente se habían presentado en aquella tienda de sushi express. El nombre del lugar no era importante, pero estaba a tres calles de la famosa fiesta de premio. Fue una suerte que encontráramos un local que permaneciera las veinticuatro horas abierto. Con cuidado tocó el hombro del Valentín tratando de llamar su atención, éste lo miro con una sonrisa algunos segundos.

— ¿Prefieren que les traiga la orden, o comer junto a la cinta?

Desvíe mi mirada a la parte donde se ubicaba la cocina. Realmente había una cinta, esta recorría un buen tramo y a través de ésta la comida era transportada.

¡Como en los juegos de cocina!
Dios, ¿enserio, Aleka? ¿"Como en los juegos de cocina"?
Sh, son mis juegos preferidos.

Arco iris dirigió su mirada a mí. No hice más que encogerme de hombros frunciendo los labios.

— Ehm, ¿aquí? —murmuró dudoso y esbozo nuevamente una sonrisa.

El sujeto asintió lentamente y desapareció unos segundos para luego volver con una bandeja en sus manos, ésta contenía un plato bajo lleno de rollos de colores y dos recipientes, seguramente alguna salsa rara de esas que salen en las películas, quien sabe. El tipo acabo de acomodar las cosas en la mesa y volvió a cambiar su dirección a los clientes de la mesa siguiente.

— ¿Lo vas a probar? —Valentín elevó una ceja y medio-sonrió.

— Tú primero, debo asegurarme de que no esté envenenado — solté una carcajada juguetona.

Él solo ladeó un poco su cabeza, atento a cada porción dentro del plato y, finalmente, eligió uno completamente al azar, según yo. Meneo un poco las cejas y lo llevó a su boca.

— ¿A qué sabe? —pregunté curiosa, pero Tintín solo soltó una risa burlona.
— A pollo.
— ¡¿Pollo?! —repetí intrigada. — ¿A poco tienen de pollo?

Di un fuerte respiro y mire al plato. Al igual que Arco iris, no pude evitar ladear la cabeza mientras mi mente intentaba elegir alguno de los rollitos de colores del plato.

— Si muero, ya sabes que quiero en mi funeral.

Siempre era lo mismo, cada vez que tenía miedo, nervios o pánico, decía la misma babosada.

estúpida, pero con estilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora