comunicar una feliz noticia, pero indicando con su actitud que sólo lo haría
después de haber sido convenientemente interrogada. La tiesa pluma de su
sombrero, que molestaba al señor Samsa desde que aquella mujer había
entrado a su servicio, se bamboleaba en todas direcciones.
-Bueno, ¿qué desea? -preguntó la señora Samsa, que era la persona a quien
más respetaba la asistenta.
-Pues -contestó ésta, y la risa no la dejaba seguir-, pues que no tienen que
preocuparse de cómo quitar de en medio eso de ahí al lado. Ya será todo
arreglado.
La señora Samsa y Grete se inclinaron otra vez sobre sus cartas, como para
seguir escribiendo, y el señor Samsa, notando que la asistenta se disponía a
contarlo todo minuciosamente, la detuvo, extendiendo con energía la mano
hacia ella.
La asistenta, al ver que no le dejaban contar lo que traía preparado, se fue
bruscamente.
-¡Buenos días! -dijo visiblemente ofendida.
Dio medio vuelta con gran irritación y abandonó la casa dando un portazo
terrible.
-Esta misma tarde la despido -dijo el señor Samsa.
Pero no recibió respuesta, ni de su mujer ni de su hija, pues la asistenta
parecía haber vuelto a turbar aquella tranquilidad que acababan apenas de
recobrar.
La madre y la hija se levantaron y se dirigieron hacia la ventana, ante la
cual permanecieron abrazadas. El señor Samsa hizo girar su sillón en aquella
dirección, y estuvo observándolas un momento tranquilamente. Luego dijo:
-Vamos, vamos. Olvidad de una vez las cosas pasadas. Tened también un
poco de consideración conmigo.
Las dos mujeres le obedecieron al instante, corrieron hacia él, le abrazaron
y terminaron de escribir.
Luego, salieron los tres juntos, cosa que no habían hecho desde hacía
meses, y tomaron el tranvía para ir a respirar el aire puro de las afueras. El
tranvía, en el cual eran los únicos viajeros, estaba inundado por la cálida luz
del sol. Cómodamente recostados en sus asientos, fueron cambiando
impresiones acerca del provenir, y concluyeron que, bien mirado, no era nada
negro, pues sus respectivos empleos -sobre los cuales todavía no habían
hablado claramente- eran muy buenos y, sobre todo, prometían mejorar en un
futuro próximo.
