4.¿Chocolate? Si, por favor

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Todo era igual mis continuas peleas con Jonathan, él quería saber todo pero yo no se lo permitía ya que solo eran necesarias ciertas partes, me enojaba cada vez que él hacía eso, era insoportable en cambio Sir Paul era bueno conmigo y él me daba la privacidad que necesitaba, a veces iba a entrenar con Reneé.

Era de noche y la verdad no podía dormir, tuve la misma pesadilla de siempre sí que decidí ir a la cocina aunque no supiera cocinar, me gustaba pasar tiempo ahí, el olor de cuando salía el pan recién hecho, cuando cocinaban los deliciosos manjares que me preparaban. Encendí una pequeña vela que siempre tenía a mi lado y salí, el pasillo estaba realmente obscuro y debía estar atenta a no tropezarme, bajé las escaleras y después de caminar un tanto llegué a la cocina y encendí unas cuantas velas y antorchas, las suficientes para poder ver con claridad, estaba dispuesta a prepararme un chocolate caliente, nunca lo había hecho antes pero me pareció una ocasión perfecta para ver si recordaba como me había explicado a hacerlo mi mamá.

-Veamos si recuerdo...-murmuré mientras buscaba leche y chocolate

Cuando conseguí esos dos ingredientes me puse a buscar la olla para poner ahí la leche y luego el chocolate, no tenía ni la menor idea de dónde podrían estar las ollas así que buscaba por aquí y por allá, cuando por fin las encontré y traté de agarrar unas se cayeron varias haciendo un sonoro ruido

-Espero que no hayan oído-pensé

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Esa noche no podía dormir, estaba en si inquieto, me movía de un lado a otro tratando de acomodarme en mi cama pero no lo conseguí la tenue vela que tenía encendida la agarré y salí, decidí dar un pequeño paseo para ver si así me entraba sueño, todo esto me parecía un sueño, un lugar por el que por fin podría dormir sin preocupación, tendría comida, ropa y casi no tenía que hacer nada.

Un ruido bastante sonoro hizo que me pusiera alerta, y busqué el sonido del que vino buscando por la planta baja, cuando al fin llegué a la cocina la princesa estaba ahí recogiendo las ollas que había tirado, me reí bajo mientras me apollaba en el marco y veía como recogía las ollas colocándolas de nuevo en su lugar, cuando se quedó con una y puso a calentar la leche que se le empezó a quemar, cuando la fue a tirar por fin se percató de mi presencia e hizo que diera un pequeño gritito de susto

-¿Que hace usted aquí, sir Atwood?-preguntó ella con cierto enfado

-Lo mismo le iba a preguntar su alteza-dije burlón

Me fulminó con la mirada

-No podía dormir y vine a despejar un poco la mente-respondió ella

-¿Tratando de cocinar?-pregunté burlonamente

-Una princesa también lo puede hacer-contestó ella en su defensa

-Si ya vi-dije jugando, me estaba divirtiendo por fin

-¿Es que cree que no soy capaz?-preguntó ella mirándome

-La verdad no

-Pues debería

-Yo no soy el que se le estaba quemando la leche

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba él hacía que pareciera una estúpida, pero no me dejaría vencer tan fácilmente

-Sir Atwood solo trataba de recordar la receta que algún día mi madre me enseñó

-Pues he de decir que era muy mala cocinando-dijo mientras se despegaba del marco y caminaba hacia mi

-¿Está diciendo que usted es mejor cocinero que mi madre?-pregunté

-Soy el que mejor prepara leche con chocolate-respondió guiñándome un ojo

Agarró la olla que tenía en mis manos y puso leche en ella, luego encendió nuevamente la leña y puso la leche sobre ella, me explicó como debía de hacerlo y en que forma precisa debía de cortar el mismo chocolate, según él le daba un mejor sabor y luego hicimos chocolate. Después teníamos hambre y decidimos hacer pastelillos, mientras él me explicaba como lo debía de hacer una y otra vez yo arruinaba miles de pastelitos al final acabé cubierta de harina y él también. Al final no era tan mala persona como creía que era

-Jajajajaja tienes harina en toda la cara-él se burlaba de mi

-Jajaja, pero debería verte tú-reía como nunca-¡Estas mil veces peor que yo!

-¿Sabes? no eres tan estirada como pareces

-Y tú no eres tan molesto como pareces

Cuando nos dimos cuenta habían empezado a salir los primeros rayos de sol que iluminaban poco a poco el palacio, me estaba entrando sueño y mi estómago me seguía doliendo por estar riendo, a lo mejor y esto nos sirvió para que pudiésemos llevarnos mejor, recogimos todo y lavamos, ya estaba por salir hasta que me di la vuelta y lo miré

-Gracias, Sir Atwood-dije con una sonrisa-Que tenga un buen descanso

-Igualmente su alteza-dijo-por cierto digame solo Paul

-Y a mi usted solo Elisa

Me volví y salí de ahí dispuesta a dormir. A lo mejor Paul no era tan malo como parecía, era increible como ya no lo odiaba incluso se podría decir que me empezaba a caer bien, y todo por un chocolate.

Dos mundos, un destino #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora