22. En el bosque

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Volvimos del mercado. Helen y yo no habíamos hablado desde aquel incidente. Se notaba molesta y preocupada. Luego entramos a la casa y cerró, estábamos en silencio completo. Hasta que ella suspiró, cerró sus ojos y luego los volvió a abrir.

-Zoey, necesitas tener más cuidado-dijo ella- Tuviste suerte de que aquel muchacho te ayudase

-Sí, fue mucha suerte-dije- ¿Por qué no me ayudaste?

-No me podía meter, sabrían que vengo contigo y sería más difícil que no nos despegasen el ojo de encima-respondió ella- Además, sirvió como lección, quería ver si te defendías

-¿Una lección?-pregunté molesta- ¡Estuvo a punto de matarme!

-Pero no lo hizo-respondió encogiéndose de hombros

-Pero eso no quita el susto que me dieron-estaba furiosa

-Cálmate Zoey, no fue para tanto-dijo Helen

-¿¡Cómo quieres que me calme cuando estuvieron a punto de matarme!?-exigí- Lo peor es que no hiciste nada, ¡Nada!

-Oye, la que debería estar enojada debería ser yo-habló Helen- Agradece que soy yo porque Tomás ya te hubiese puesto algún castigo, necesitamos practicar más contigo antes que llevarte a algún lado en público

-¿Cómo puedes seguir como si nada?-pregunté molesta

-Zoey, cálmate-se estaba molestando- He visto cosas peores, sabía que saldrías viva

-Eso dices tú-hablé dando fin a la conversación, no quería saber más así que salí de la casa y me fui al bosque

Me fui caminando furiosa, tanto que no me di cuenta de que me estaba adentrando demasiado al bosque, hasta que paré y observé que me había perdido, no había ningún rastro del campamento improvisado que habíamos armado, el pánico empezó a surgir. Sabía que me debía de calmar sino jamás encontraría la salida. Por suerte un pequeño río estaba ahí lo que significaba que si lo seguía por un momento podría encontrar a la civilización.

Resignada caminé tratando de calmarme, podía escuchar todos los ruidos a mí alrededor, los animales de repente pasaban y crujían algunas ramas. El clima por suerte estaba a mi favor ya que era primavera y habíamos dejado atrás el duro invierno. Seguí caminando por lo que parecían horas, el sol se estaba poniendo y hacía que el bosque tuviese un hermoso paisaje mágico de color naranja que se colaba entre las hojas. Si no fuese porque sabía que estaba perdida lo habría disfrutado.

No llegaría a ningún lado si seguía por el río, así que busqué el musgo. Aarón me enseñó cuando era niña que el musgo crecía solo del lado norte. Y el pueblo estaba de lado norte así que decidí caminar recto, sin desviarme y de vez en cuando ver el musgo para ver si seguía en lado correcto.

En eso oí unos gritos pequeños, era un niño que pedía auxilio, me dirigí hacia él guiado por su pequeña voz. Pronto llegué a donde estaba el niño no tendría más de cinco años. A mi llegada el pequeño niño alzó su mirada hacia mí y de pronto dejó de llorar.

-¿Qué haces aquí pequeño?-pregunté

El niño lloró incluso más fuerte que antes.

-Espera, no llores-hablé rápidamente-No te haré daño

El niño volvió a parar de llorar, se limpió la nariz con su ropa y habló atropelladamente.

-Estaba jugando a esconderme con mis hermanos pero me fui demasiado lejos-dijo el niñito

-Ven, vamos a buscar a tu familia-dije mientras le daba la mano, dudoso al principio la agarró y luego viendo que era su única salida la agarró- Dime pequeño, ¿cómo te llamas?

Dos mundos, un destino #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora