24. Día libre

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A la mañana siguiente me levanté, mi cabeza me dolía bastante debido a que había llorado, pero nada se comparaba con el dolor que sentía en mi pecho, sentía un vacío.

No podían verme  así aunque sabía que mi aspecto daba pena ya que estaba bastante desastrosa, mi aspecto no era exactamente el mejor, lucía cansada y con ojeras bajo mis ojos.

Decidí bajar las escaleras y ahí estaban desayunando Helen y Tomás. Los dos me miraron pero decidieron no hacer ningún comentario al respecto.Me senté junto a ellos y no dije ni una palabra durante el desayuno. Pronto acabamos de comer y decidimos ir a la aldea, hoy descansaríamos.

-¿Entonces a dónde vamos?-preguntó Helen impaciente

-Conozco un lugar que creo que les encantará-respondió Tom mientras me miraba

Y así lo seguimos las dos, nos llevó por el campo para que viésemos como iban las flores floreciendo y cómo toda nuestra tierra estaba en su esplendor. Llegamos a una casa y esa casa me sonaba de algo, había recordado, aquí me trajo una vez Jonathan.

Las risas de las personas se escuchaban incluso si estabas afuera al igual que la música que era increíblemente alegre. Cuando entramos a la casa al menos 30 parejas bailaban alrededor de lo que era una pista improvisada. En cambio, había otras personas que simplemente estaban hablando, apostando o coqueteando. Tomás se abrió paso por la multitud y escogió una mesa cerca de la pista de baile. Helen divertida observaba a todas las personas que bailaban hasta que un muchacho se le acercó y le susurró unas palabras en el oído, Helen soltó una risita y se levantó para bailar con aquel muchacho. Volteé a ver a Tom y él estaba bebiendo cerveza en un enorme tarro.

-¿No te importa que un total desconocido saque a Helen y le coquetee?-pregunté

Tomás dio un gran sorbo a su cerveza y la depositó luego en la mesa, se lavó el resto de cerveza que le había quedado en la boca y me sonrió de lado para luego mirarme.

-En lo absoluto, ella se sabe cuidar-dijo Tomás- Además, es su vida

-Y...-pero fui interrumpida por una voz

-Que hermosa chica tenemos aquí-dijo una voz masculina- ¿Le gustaría bailar conmigo?

-No, no bailo-dije simplemente

-Oh, vamos-habló aquel muchacho engreído de cabello castaño y ojos amielados con sonrisa ladina- Será divertido dulzura

-No me llames dulzura-dije molesta

-Vamos preciosa-insistió aquel joven- Incluso te puedo enseñar algunos movimientos...

-Te he dicho que no-molesta por su actitud me levanté y le agarré del brazo para doblárselo detrás de la espalda y colocarlo en la espalda, me acerqué a su oído- Te he dicho que no me gusta bailar, ahora aléjate

-Estoy de acuerdo con la señorita, será mejor que te largues-habló Tomás irritado- No quiero que cualquiera de los dos te acabe matando, así que ¡lárgate!

Dos mundos, un destino #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora