41. La guerra final

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Al día siguiente me levanté, muchas personas se estaban preparando para la verdadera guerra que se avecinaba. Este día llovería se podía observar en las nubes. Helen estuvo todo el tiempo conmigo de vez en cuando decía un comentario acerca de lo lindo que era tal chico o de otro chico, ella se lo estaba pasando en grande.

-Elisa, ¿crees que mi hermano esté con el rey hoy?

-Definitivamente, Tomás ya se ha ganado un puesto a lado del rey

-¿Lo vas a matar?-preguntó Helen preocupada

-No, a pesar de lo que hizo no lo haré, recuerda que no queremos muertos

Helen solo asintió. Se fue de mi lado diciendo que se sentía mal y era normal ella iba a luchar contra su hermano. Hoy también vería a Paul, Reneé y Aarón después de tanto tiempo. ¿Cambiaron? ¿Lucharían en mi contra? No, ellos no lo harían.

-Elisa-habló Paul-¿Lista?
Asentí y Julio sonrió a veces me preguntaba si era su único gesto.

-Princesa, hemos llegado a su hogar-dijo Julio-Es tiempo

Asentí, empezamos a bajar de aquel barco, lo mismo pasó con los otros dos. Habíamos sobrevivido apenas cien personas, las otras habían muerto o estaban heridas. Un grupo de rebeldes nos esperaban abajo. Cuando me vieron se arrodillaron.

-Princesa Elisa, le damos la bienvenida-dijeron el grupo de rebeldes

-Pueden levantarse-ordené,malos rebeldes inmediatamente obedecieron-¿El ejército está listo?

-Sí, su majestad tal y como lo ordenó-una rebelde rubia con el cabello corto habló-Todos están esperando a que de la orden

-Vayan y armen filas de una vez-ordené-Yo organizaré aquí a todos para ir ya seguros, no se muevan hasta que de la orden

La rebelde asintió y con el pequeño grupo de rebeldes se fueron a la plaza, es ahí donde avanzaríamos todos. Teníamos que movernos me monté en mi caballo y empecé a cabalgar de barco a barco.

-¡Monten a caballo!-grité-¡Es momento!

Otras voces lejanas sonaban y decían lo que acababa de decir en menos de diez minutos todos estaban encima de sus caballos. Volteé la vista y ahí estaba el castillo a lo lejos, la lluvia no tardaría en venir.

-¡Síganme!-grité

Volteé a mi yegua blanca y me dirigí al centro de la ciudad, ahí los rebeldes nos esperaban con sus caballos, el ejército se veía grande, mínimo éramos.trescientas personas pero imaginé que éramos un poco más que eso. Me dirigí al frente, Jonathan, Helen, Adelia y Julio me siguieron.

-No tienen por qué hacer esto-dije a ellos cuatro

-Quiero volver al país en el que vivíamos-habló Adelia

-Tú y yo somos como hermanas, no creas que te abandonaré en estos momentos-continuó Helen

-Tengo un trono que recuperar-dijo Jonathan-Y además ahí sigue mi hermano

-Yo sólo estoy aquí para animar la fiesta-habló Julio

Sonreí ante sus comentarios. Me di la vuelta al ejército. Todos esperaban cualquier cosa para que dijera, pero todos guardaban silencio.

-¡Recuerden, no queremos muertos!-grité lo más fuerte que pude-Si es necesario maten, pero que sea justificada la muerte

Todos gritaban, a lo lejos divisaba banderas con el ave, el símbolo de mi familia. La hora había llegado, cabalgué hasta el castillo y el eco de los pasos del caballo nos seguían por detrás. Por fin habíamos llegado a casa. Ahora que lo veía el castillo se veía enorme, ¿siempre había sido así?

Dos mundos, un destino #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora