33. Agua dulce

58 8 0
                                    

Después de aquella noche todos nos levantamos antes del amanecer. Agarramos los caballos y nos fuimos trotando de igual manera. Todos decidimos que nos pondríamos las capuchas. Por estas zonas era bastante común ya que los viajeros iban y venían. Con suerte nadie nos presentaría atención.

Como el día anterior todos iban detrás mía y ellos iban charlando. Aburrida decidí acercarme. Al principio todos se callaron y suspirar.

-Adelante, ¿de qué están hablando?-pregunté

El chico rebelde siguió hablando de cómo era su vida antes de entrar aquí. Dice que muchas personas lo rechazaron sólo por no tener experiencia suficiente. También nos explicó que perdió a su madre a causa de una enfermedad. Que no tenía hermanos y que antes de entrar con los rebeldes se sentía sólo, pero que ahora se sentía como si formase parte de una familia.

-Y esa es mi historia-dijo aquel muchacho llamado Adam

-Debió haber sido muy duro-habló Helen apenada-Pobrecillo

-Está bien, ya no me afecta tanto además me gusta pensar que fue alguna clase de prueba-explicó Adam-Además a comparación de la vida de los caballeros del castillo es mucho más fácil

Jonathan y yo intercambiamos miradas preocupadas. A pesar de que me odiaba, seguíamos compartiendo un pasado juntos y en ese pasado estaban nuestros amigos. Jonathan se acomodó cerca de Adam.

-¿Qué sabes niño?-preguntó Jonathan

-Bueno... antes de que pasara todo esto puedo jurar que vi a los caballeros dos chicos y una chica si mal no recuerdo-desvió su mirada a ningún lado en particular-El Rey les ordenó que castigaran a una niña de no más de once años sólo porque había ido a robar una medicina para su madre enferma

-Al grano-dije preocupada

-El punto es que ellos se negaron a hacer eso. El Rey les ordenó que se arrodillarse en frente de toda la plaza-relató Adam-Ellos lo hicieron, el Rey fue por un látigo pero no era uno cualquiera podía decir que era del país del Rey, ese látigo tenía pequeñas navajas, lo suficientemente poco afilados para solamente hacer daño a alguien y no matarlo, el Rey les azotó once veces y siete veces más por lo que costaba el medicamento

Mi estómago se había revuelto. No era posible que una persona hiciera tal cosa a un ser humano y no sentir piedad alguna por la vida de otra persona. Cerré los ojos pero al instante los abrí ya que una imagen de esa escena se apoderó de mi mente.

-Y eso no es todo, les ha hecho cosas peores-dijo Adam

-¿Y por qué no han huído?-preguntó una chica rebelde por su edad diría que tiene quince

-En primera tienen su orgullo de caballero, en segunda porque el Rey les dijo que si huían por cada día que no estuviesen mataría a una persona por cada uno, hasta que ellos volviesen y con la niña el mismo Rey la asesinó

-Monstruo-susurré mientras apretaba las correas de mi caballo-Tenemos que presurarnos, no puede seguir esto así

Le di un pequeño golpe a mi caballo para que avanzara el paso. Todos me siguieron, íbamos a galope y en una hora llegamos a Agua Dulce.

-Dejaremos descansar a los caballos, si necesitan ir a comprar algo este es su momento-les dije mientras desmonataba a mi yegua-Nos veremos aquí en dos horas

Todos se dispersaron excepto Tomás que se quedó conmigo.

-¿Estas bien? -preguntó Tomás mientras me ayudaba a quitarle la silla de montar a mi yegua

-Sí

-Pues no lo pareces

-Bueno creo que tampoco tú lo estarías si todo lo que está pasando es por tu culpa-dije enojada-Lo siento, es sólo que es demasiada presión

Dos mundos, un destino #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora