11.Con ustedes Sir Jonathan Atwood.

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-Cuando era un niño, vivía en un lugar muy grande, lleno de personas y sobre todo mis padres...-cerré los ojos disfrutando el momento-No logro recordar mucho sobre mi niñez y creo que en parte lo agradezco sino sería más doloroso aún...recuerdo en particular esa noche, el lugar dónde vivía estaba en llamas

Las llamas poco a poco tomaban posesión del lugar expandiéndose, sentía el calor de estas llegar cada vez más, yo al ser un pequeño niño de 6 años estaba asustado, el temor crecía en mí. Mis papás estaban en frente de mí, tirados en el suelo sin vida, me habían protegido de un hombre, pero este tomó sus vidas y ahora me veía burlonamente.

-Pequeño Alexandre...-dijo este mientras daba un paso al frente acortando la distancia, como respuesta yo di uno hacia atrás-Mira a tus queridos padres, ellos dieron su vida por rescatarte, lástima que no funcionó

Levantó su espada, su brillo se reflejó con las llamas y cerré los ojos esperando un impacto que nunca llegó, curioso abrí un ojo y luego el otro, había un señor al que no recuerdo luchando contra el hombre, me miró desesperado.

-¡Alexandre!-gritó-¡Corre y no mires atrás!

Siguiendo sus indicaciones salí corriendo como si mi vida dependiera de ello y es que en cierto modo era así, un palo de madera se cruzó en mi camino y las llamas ganaban terreno cada vez más, me arrastré y por fin pude salir de ese enorme lugar. Perdido y solo empecé a caminar sin un rumbo. Al ya ser muy noche y tener todas esas experiencias en un solo momento me recosté en un árbol, esperando que todo fuese un mal sueño.

-¡Hey niño!-gritó un señor-Niño, ¿dónde está tu familia?

Curioso lo vi, era un señor bastante alto, con una capa y una barba que parecía que jamás se la quitaba, él estaba esperando mi respuesta.

-¿El gato te comió la lengua?-Me miraba fijamente

-Mi familia...está muerta-Dije con los ojos inundados de lágrimas

-Niño, no llores-dijo viendo a un punto cualquiera-Los niños valientes no lloran, ¿tienes a dónde ir?

Negué con la cabeza, me limpié las lágrimas y lo seguí viendo, él se dio la vuelta y empezó a caminar, ¿es que acaso me iba a dejar?

-¿Qué esperas?-preguntó sin voltear atrás-¿Te vas a quedar ahí parado?

Entendí y me puse a correr para alcanzarlo.

Abrí los ojos volviendo al presente, Elisa estaba atenta a cada palabra que decía.

-Él se encargó de cuidarme, era un poco rudo pero sabía que en el fondo me quería como un hijo, éramos él y yo contra el mundo-expliqué-Él me enseñó a defenderme, a usar armas y a permanecer desapercibido. Pero un día todo cambió

Ya tenía 14 años, para mi edad era un muchacho bastante guapo, alto y delgado. Colin, el señor que me había adoptado desde que era un niño estaba descansando, habíamos tenido un día bastante agitado.

Unos ruidos de varias personas entrando al granero en el que estábamos descansando, Colin se puso atento y se llevó un dedo a la boca en señal de que guardara silencio, señaló hacia una ventana para que nos lográramos escapar sin causar daño alguno, pero cuando vimos varias personas nos rodeaban. Colin desenfundó su espada que era rara la ocasión cuando lo hacía, normalmente era para protegernos y como un alumno sigue a su maestro yo también saqué mi espada.

Las personas empezaron a atacar, esa noche maté a las primeras vidas de todas las que mataría, estaba horrorizado, juré que después de eso jamás volvería a matar a alguien, por supuesto lo rompí. Colin y yo estábamos cansándonos y poco a poco nos fueron superando, tratamos de huir y estuvimos a punto de lograrlo pero un muchacho de unos 18 años agarró a Colin de un pie y lo atrajo hacia él. Puso su pie en la garganta de Colin mientras le apuntaba al pecho de este, traté de llegar a salvarlo pero dos hombres me agarraron de los brazos.

Dos mundos, un destino #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora