캠프 35

151 25 1
                                    

Me detuve porque mi cuerpo no daba para más y me desplome en medio del pequeño claro en dónde días antes Jimin me besó, aquella noche en que fuimos todos a nadar.

Todo mi sistema estaba a punto de estallar, el aire que entraba a mis pulmones no era suficiente y en parte era porque me estaba ahogando esa asquerosa sensación de sentirme tan expuesta. Me llevé los brazos al rostro y me cubrí con ellos, solo por intentar reprimir las ganas que tenía de llorar a gritos y de maldecir en voz alta.

Quiero desaparecer.

— ¡Hannah! — en algún momento me di cuenta de que me seguían y escuchar su voz, por alguna razón me resultó doloroso. — ¿Estás lastimada?

Jimin se acercó despacio a mi lado, hasta estar sobre sus rodillas en la hierba. Intentó tocarme, pero lo aparte de un golpe y mi garganta se desgarró porque comencé a llorar casi a gritos. Él quiso tomarme entre sus brazos y lo aparte una vez más, luego otra y otra. Finalmente me atrajo hacia su cuerpo poniendo algo de fuerza porque yo seguía tratando de empujarle lejos de mi.

— Por favor, Hannah... Detente. Detente. — sus brazos me rodeaban. — No me rechaces, solo déjame abrazarte. Déjame estar aquí para ti, por favor. — Jimin me hablaba con dulzura y sé que también lloraba. — Cielo, todo va a estar bien. Todo va estar bien.

Mis manos en puños finalmente se relajaron, para aferrarme a su camiseta y hundí mi rostro contra su pecho. Me quedé así, llorando sin parar, sintiendo como me hacía mil pedazos con cada minuto que pasaba.

El tiempo transcurrió, en algún punto, Jimin me levantó del suelo, llevándome en brazos hasta estar bajo un árbol que nos protegió con su sombra. Me puso sobre su regazo y me dejó descansar en su pecho, mientras me mecía de un lado a otro, buscando calmar mi silencioso llanto. Por instantes sentí sus cálidos dedos acariciando mis mejillas, limpiando cada lágrima y cómo dejaba pequeños besos en mi frente. Ninguno dijo una sola palabra, nuestras miradas estuvieron conectadas por un tiempo tan largo o tan corto... algo que aún ahora, no sé.

Toda mi atención estaba puesta en él: en su tacto, en su rostro, en el aroma y la calidez que desprendía su cuerpo y me negaba a cerrar los ojos porque apartar la mirada, significaba que me invadieran todos esos pensamientos relacionados con mi madre y lo que me esperaba al volver a Seúl.

— Estaré contigo — susurró. — cuando vayas a casa, estaré contigo. — sus dedos tocaban sin parar las cuentas de la pulsera que me había dado y que al igual que él, todavía usaba.

Su móvil y el mío no dejaron de sonar ni un instante. Jimin, ignoró todas las llamadas y mensajes, pero en algún momento debía atender, entonces al ver que yo había dejado de llorar, finalmente respondió el suyo.

— ¿Si?... estoy con ella. Lo siento, es... Lo sé, yo lo sé. — suspiró cansado. — No, no, yo... ¿Qué? Joder. — se puso tenso. — Pero ¿Está bien? ¿En donde está?... Si, si... bien. — Jimin terminó la llamada y apartó sus ojos de los míos, dirigiendo su mirada a algún punto lejano. Algo había pasado y de inmediato presentí que se trataba de Jungkook. — Hannah... debemos volver.

Parecía estar pensando que decir, me inquietó que se quedara en silencio, escogiendo palabras y yo, sin poder hacer algo para evitarlo, me puse nerviosa de solo pensar en volver, estar entre mis compañeros y verles a la cara. Me aferré más a Jimin y el me miró de nuevo.

— Jungkook golpeó a San, están en la enfermería. Lo han expulsado.

No.

— ¿Él está bien? — murmuré, y Jimin solo asintió. — Volvamos.

Summer Feelings [pjm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora