캠프 30

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Jungkook besaba de una forma tímida, como si con cada toque entre nuestros labios, me pidiera permiso en silencio para tomar mi boca. Lo hacía con gentileza y extrema dulzura, con sus cálidas manos sobre mis mejillas, en las que iban dejando pequeñas caricias.

Todo mi ser se perdió en él: en su tacto, en su aroma, en el sonido pausado de su respiración. Se perdió durante un tiempo desconocido, en el que no fui consciente de nada más, porque sus besos me hicieron sentir bien, tan bien que termine acariciando su rostro. Ese gesto lo hizo sonreír contra mi boca y al separarnos me encontré con una expresión de auténtica felicidad.

Me sonreía y sin soltar mi rostro, se acercó una vez más a dejar pequeños besos en mi nariz.

Algo se disparó dentro de mi, como una alarma que me recordó todo el mal que esto le podía hacer al chico que tan tiernamente me besaba.

¿Que estás haciendo, Hannah?

El pelinegro debió notar como me llegó ese golpe de la realidad porque su sonrisa se desvaneció por completo.

— Jungkook... — comencé a decir y posó levente su dedo indice sobre mis labios.

— No digas nada, por favor. — tomó una de mis manos entre las suyas. — Yo sé, Hannah... yo sé lo que sientes, pero — sus ojos viajaron hasta mis dedos. — quiero... que mientras estemos aquí, solo seamos tu y yo, que mientras esté esa tormenta, me dejes estar a tu lado... y cuando termine, saldremos para volver a ser lo que siempre hemos sido — sus bonitos ojos, miraron a los míos. — solo amigos.

Mi corazón se encogió un poco más y las lagrimas brotaron, bajando por mis mejillas.

— No llores, quiero besarte cuando lo haces, porque creo que de esa manera puedo consolarte, aunque en realidad quiero besarte siempre... quiero hacerlo cuando sonríes, cuando estas seria, cuando duermes...

— Kookie. — mi voz salió como un sollozó ahogado y pegó su boca a la mía, moviendo sus labios lentamente, besándome con tanta parsimonia que me hizo soltar un suspiro. Jungkook, apoyó su frente contra la mía y con sus pulgares limpió mi rostro.

— No llores, Hannah... o tendré que besarte de nuevo. — se me escapó una pequeña risa, que lo hizo sonreír y volvió a besarme. — Si ríes, también te besaré.

Y con eso me hizo reír fuerte, lo que provocó que me besara sin parar.

Aquella alarma se disparó una vez más en mi cabeza y rompí el beso, escondiendo mi rostro contra su cuello. El pelinegro se tensó.

Esto no esta bien.

Vas a lastimarlo y no se lo merece.

— ¿Hannah? — moví la cabeza de forma negativa contra su cálida piel. Me sorprendió que me rodeara con su brazos y me levantara sin problemas de la silla, obligándome a abrazarlo por el cuello. Se quedó de pie, conmigo pegada a él, como el día que estuvimos en el claro. De nuevo me sentí diminuta, suspendida casi a su altura, con su nariz rozando la mía y muestras miradas conectadas. — No voy a confundirme más, no voy a hacerlo... Solo seremos tú y yo, mientras dure esa tormenta.

¿Por qué te lo estas pensando tanto?

Porque esto no...

Él te hace sentir bien.

Pero eso no cambia el hecho de que tú corazón no va a corresponderle, Hannah.

La tormenta no será eterna y el momento va a terminar.

Y lo besé.

Fui yo quien tomó la iniciativa, la que enredó los dedos como pudo entre sus cabellos, apoderándome de sus labios que temblaban por la sorpresa. Me abrazó con tanta fuerza contra su cuerpo, que los latidos desbocados de su corazón repiqueteaban contra mi pecho y cerré esa puerta mental, para quedarme a solas con ese precioso chico... solo Jungkook y yo, mientras durara esa tormenta.

Summer Feelings [pjm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora