Cuando, donde y como el amor quiera

Capítulo 53. El ataque de los buitres

Desde que Amelia conoció a Luisita, la morena sintió que de alguna forma su padre y su madre desde el cielo la estaban poniendo a prueba

"Algún día vas a conocer a la chica que te domine y te traiga como quiera hija, así como yo tengo a tu padre" le dijo su madre después de la tercera noche seguida que Amelia llegaba a su casa con cara de haber tenido sexo toda la noche y sin acordarse el nombre de la chica

"Creo que empezaba con V… Victoria, Vanesa, Valeria o algo así" le respondió a su mamá cuando le preguntó con quien había estado

El sexo en casa de los Ledesma jamás había sido un problema. Amelia les contaba a sus padres cada detalle, así como cuando ella los enganchaba haciendo de las suyas simplemente se daba vuelta y dejaba que terminaran su habitual rito sexual. De hecho era su mismo padre, el que la codeaba cuando pasaba una linda mujer por delante de ellos o hasta a veces su madre la que la felicitaba cuando Amelia le señalaba una de sus conquistas

Su padre decía que Amelia hechizaba a las mujeres y que aquella que tuviera el escudo protector de ese hechizo iba a hacer que la morena saltara por los aires. No muy lejos de esta teoría pero si de la magia, su madre, después de ver como Amelia con tan solo catorce años seducía a una de sus compañeras de elenco, decía que la atleta tenía un don para penetrar en la mente de las chicas y engatusarlas para que cayeran perdidamente enamoradas de ella y que aquella damisela que no dejara que Amelia leyera su mente sino más bien que compartiera sus pensamientos con su hija, iba a ser la afortunada en tenerla a sus pies

Pues déjenme decirles una cosa, ninguno de los dos podía estar más en lo cierto. Y Amelia sabía que desde el cielo sus padres se estaban riendo de ella porque Luisita era la que tenía el escudo protector contra sus hechizos, porque era la rubia la que no dejaba que Amelia la leyera sino que ayudaba a que Amelia lo hiciera

Luisita la trae como quiere, la tiene a sus pies, la vuelve loca y cuando Luisita no puede, la ayuda de su hija termina de sepultar el poco valor que le quedaba a Amelia contra los caprichos Gómez. Lo peor de todo es que a Amelia le encantaba que fuera así, mejor dicho amaba que fuera así y amaba aún más el hecho de que faltaba tan sólo una noche para hacer a esa mujer, que quebró todos sus esquemas, que frenó la magia de Amelia y que la trae como quiere, su mujer, su esposa

Ahora bien, el tema de no poder decirle que no a Luisita se tornaba de mayor dificultad cuando después de levantar 110 Kg en el banco de pecho en el gimnasio, Amelia recibía un mensaje de su novia que decía: "NECESITO que vengas". Mensaje que para la morena podía significar dos cosas: Sexo o problemas

La cuestión era que, como la noche anterior de la boda la iban a pasar separadas, Amelia se había ido del departamento dejando a Luisita prácticamente al borde de encerrarla en el baño, así que por deducción lógica y para lamento de Amelia, sexo no podía ser, por lo que la dejaba con lo siguiente en la lista… problemas

- ¿Te vas? – le preguntó su preparador físico cuando la vio caminar rumbo a las duchas

- Sip… Nos vemos en la boda… si es que me caso – esto último lo dijo por lo bajo

Ese mensaje que recibio de la rubia podría significar tranquilamente un: "Me di cuenta que no te quiero y no me quiero casar contigo." Amelia sacudió la cabeza para borrar esos pensamientos. Luisita la quería, no podía hacerle eso... ¿O si?

En la puerta del departamento de Luisita y Amelia

Amelia pegaba la oreja en la puerta

– No se oye nada – se dijo a si misma – ¿Tal vez una junta de la LPDL? – se preguntó – No – sacudió la cabeza – No puede ser, yo las prohibí y además la presidenta llega de Los Ángeles mañana – sin presidenta no hay junta - ¿Tal vez se me fue la mano despertando a Luisita de esa manera? ¿Cuántos años de cárcel me darían si mato a mi, pronto por ser esposa, a puros orgasmos? - volvió a sacudir la cabeza