Capítulo 85. Las tardes de chusmas

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Casa de Luisita y Amelia – Una semana después de la noticia del embarazo

- ¿Marina? – Luisita estaba en su escritorio revisando el contrato que le había enviado L'oreal Paris para que liderara el equipo artístico en la campaña de ese año, cuando los golpes desesperados en la puerta la despabilaron

Sus hijas mayores habían salido a comprarse ropa para la cita de la noche que tenían todas ellas con sus respectivas parejas. El solo hecho de recordar como Amelia se paró en la puerta para evitar que sus "pequeños animalitos", según la morena, salieran a comprarse vestidos cortos y maquillajes la hicieron reír mientras caminaba rumbo a la puerta

Antes de llegar dio un vistazo al jardín y vio como Amelia y Julie jugaban tranquilamente, de hecho fue el lobito la que con sus caricias y enormes pestañas calmó a su madre y logró que las dejara ir de compras. Bueno Jules y el hecho de que Luisita le insinuara que durante la cita de sus hijas podían reestrenar los rincones de la casa por donde la morena y ella habían dejado sus rastros

Apenas abrió la puerta, vio a Marina y notó que traía una furia interna mucho mayor de lo normal

- ¿Estás bien? – le preguntó si darse cuenta que Tomy se le ponía enfrente para preguntarle algo desesperado – Está en el jardín – era obvio que el niño quería saber el paradero de Jules

Tomy le dio un beso a su tía y salió corriendo en esa dirección en busca de su mini cita para esta noche. Apenas el niño estuvo fuera de vista, Luisita volvió la mirada hacia su amiga

- ¿Vas a abrir tu boca para contarme que te pasa o tengo que emborracharte? – le preguntó impaciente

- Estoy peleada con María y las niñas – por niñas se refería a Andy y Gabriela

- ¿Qué hiciste ahora? – le preguntó Luisita juzgándola de antemano

Marina frunció el ceño

- ¿Por qué piensas que fui yo? Tal vez fueron ellas – dijo enojada

- Porque desde el embarazo de Gabi, tanto tú como la cabeza dura de mi esposa no dejan a las niñas en paz, por poco y no las encierran en una jaula dorada – la rubia giró los ojos cuando vio que Marina ponía la cara de "créeme que ganas no me faltan", la misma que había puesto su esposa cuando Luisita le hizo la misma observación – Además…

- ¿Sabes qué? – la frenó la castaña – No quiero hablar contigo – le dijo enojada - ¡Ve y únete a mis hijas y mi esposa en su club de "odio a Marina" – le dijo

- De acuerdo… ¿Llevo mi membrecía dorada? – bromeó la fotógrafa obviando la cara que le ponía su amiga

-¿Te crees muy graciosa cierto? – la castaña no toleraba a su amiga en este momento

Luisita sostenía la risa como podía. Estaba esperando a que Marina huyera para levantar el móvil y hablar con María

- ¿Dónde está el bomboncito? – desde la golpiza a "El amenaza" que la relación de Marina y Amelia se había hecho aún más fuerte

- En el jardín – le indicó Luisita

Marina hizo el gesto para irse pero la rubia la frenó del brazo

– Espera… - se fue a buscar algo y volvió rápidamente con un sombrero capellina bastante grande de color blanco que en su base tenía una cinta ancha negra, la castaña la miró sospechosa – Vas a necesitar esto para "La tarde de chusmas" – le indicó dándole el sombrero – Ahora puedes irte – le dijo empujándola suavemente

El ceño fruncido de Marina llevaba largo tiempo en su rostro, su amiga preocupada por el sol no era algo de todos los días y además Marina nunca se pondría un sombrero tan horroroso. Miró a Luisita nuevamente con ganas de protestar, pero decidió seguirle la corriente e irse con el estúpido sombrero en sus manos al jardín

Cuando, donde y como el amor quieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora