XXXI - "La Ricompensa"

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Sorpresivamente, Felicios cumplió su promesa de dejarme sólo y en paz, o como él lo llamaba: "recompensa".

Han pasado tres semanas y media desde el acontecimiento con Jacobo, y a día de hoy me encuentro sentado cómodamente en un sillón de la mansión, leyendo. El rubio y yo cruzamos escasas palabras, y no duermo en su habitación como antes, sino en el futón del salón principal (que es muy cómodo y espacioso). Hago lo que me place cuando me place, sin preguntar nada. Él igual.

Nos ignoramos mutuamente, como un acuerdo silencioso para mantener la paz. No me acostumbro a un Felicios tan distante, resulta un poco incómodo, pero me alivia que cumpla su promesa. Más que aliviarme, me sorprende.

Estos tiempos de calma me han ayudado de muchas formas. El horrendo suceso de una casi violación aún acosa mi mente y me da pesadillas por las noches, pero lo llevo relativamente bien. Intento olvidarlo, con el consuelo de que he podido vengarme y evitar lo peor. Extrañamente, no solo pesadillas de éste suceso acosan mis noches, sino que continúo teniendo sueños húmedos con Felicios como protagonista. Trato de no darle vueltas, pero sigue siendo muy incómodo y confuso. Supongo que la extraordinaria belleza del rubio hace que sea inevitable no sentir un poco de atracción hacia él.

Respecto a la mansión, explorando curioso me dí cuenta de que es realmente inmensa, con casi un centenar de habitaciones. Tiene varios baños y salas de estar, una biblioteca tremenda (el lugar más grande de la mansión), dos cocinas y comedores, muchos salones de ocio y, sorpresivamente, un solo dormitorio: el de Felicios. Sus largos pasillos y alfombras lograron perderme en más de una ocasión. La lujosa y fina decoración me hace sentir, a pesar de mi horrenda situación, miembro de la corte de un rey. Toda mi vida caminé en callejones, por lo que me cuesta caminar entre tanto oro y mármol sin sorprenderme a cada paso que doy.
A veces el arte que cuelga de las paredes es tan hermoso, que logra distraerme lo suficiente como para hacer que olvide lo que estaba haciendo, y me quede ahí parado observando sus detalles.

Aprovechando el derroche de lujo, me dí largas duchas en todos los baños de la mansión, probándolos uno por uno, como una especie de "catador de baños". Lo hice por simple curiosidad. Todos son distintos y de diseño antiguo y opulento, aunque sin duda, el baño personal de Felicios era el más grande y hermoso. Tomar un baño nunca había sido tan placentero. 

La mayoría del tiempo estoy internado en la biblioteca, leyendo obsesivamente sobre el infierno. El rubio tiene libros increíbles, sumamente interesantes, en su magna biblioteca que tiene todo lo que uno busca y más. Sin exagerar, en éstas tres semanas y media he leído más de 30 libros, extensos y antiguos, grimorios. Quemé mi retina sin cesar en busca de respuestas y conocimiento.

A diferencia de mí, Felicios tiene un día a día muy inquieto. Se despierta, desayuna, se baña rápidamente y se vá. Desaparece todo el resto del día, y tarde por la noche llega muy ebrio y con toda la pinta de haber tenido uno o varios revolcones apasionados con algún amante. Se dirige a su habitación y duerme largas horas. Lo mismo se repite al día siguiente. Las únicas veces que se queda en la mansión toma café y lee en un salón cercano a la biblioteca, cruzado de piernas en un sillón individual, concentrado en los textos durante horas. Lee con una rapidez espeluznante.

Durante estos días aprendí muchísimo en mis intensivas lecturas. En unos textos de historia infernal leí que efectivamente, un pecado capital puede valerte una estadía en el infierno. Si no estás arrepentido de ello, claro está (como en mi caso). Así que, aunque me cueste creerlo o aceptarlo, parece que realmente estoy aquí por mi temperamento.

Las cosas que he leído realmente son una locura, y me dieron cierto acercamiento a entender las asquerosidades que rondan éste lugar, y mi estadía en él. Al menos ahora sé que estoy aquí por mi nulo manejo de la ira, y que efectivamente morí en aquella riña mortal, para luego reaparecer aquí en forma de demonio.

PARADISO (+18/GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora