XXXVIII - "Occhi per vedere le concupiscenze"

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Inmóvil, sin opciones ni alternativas, mis ojos estaban clavados en la sensual escena frente a mí.

La iluminación del lugar, para ser a base de candelabros, era bastante nítida. Y por ésta maldita razón no me perdía ni un detalle de lo que sucedía ante mis narices.

Nada se dejaba a la imaginación.

La orgía, apenas en sus comienzos, mostraba una inesperada suavidad plagada de juegos previos. Felicios, que había sido acostado amorosamente por uno de los hombres, quedó justo en medio de la cama, y recibía sin cesar infinitos mimos de las muchas manos que se disponían a darle placer.

Éstos cinco hombres, hambrientos del majestuoso cuerpo que se les ofrecía, iban aumentando progresivamente el atrevimiento de sus toqueteos. No se tocaban entre ellos ni parecían tener el más mínimo interés en hacerlo: todos se centraban únicamente en el rubio. Felicios estaba ya visiblemente excitado. Tenía un leve fervor en las mejillas, y respiraba algo agitado. Complacido, se entregó sin reservas a la multitud de varones que tanto lo deseaba.

El más joven y guapo de los cinco, con aire inexperto y ansioso, no paraba de pasar sus manos por los duros muslos del rubio, acercándose cada vez más a la pelvis, mientras besaba sin pudor toda piel cercana a la zona.

Otro comenzó a besarlo en la boca. Al principio fué un beso muy simple, pero terminó por volverse uno muy intenso. El hombre, buscando profundizar el contacto, jalaba levemente los dorados cabellos, haciendo que cediera con cada tirón. Sofocados gemidos salían a flote, y finos hilos de saliva se escapaban inevitablemente por las húmedas comisuras, resbalando a veces en pequeñas gotas por el mentón.

Los demás manoseaban su cuerpo entero, esmerados, lamiendo y chupando todo a su paso, lentamente.

Era... Indescriptible. Jamás había sido testigo de algo semejante, ni hubiera querido serlo.

Si bien estaba observando todo por la fuerza, obligado a ser un inmóvil y mísero voyeurista, no pude evitar sentir cierto... "cosquilleo" ante una visión tan estimulante.

¿Es siquiera posible no sentirse así?

Verlo agitado y cubierto por un fino manto de sudor, majestuoso en su fisonomía, retorciéndose entre leves espasmos y ahogando incontenibles gemidos... No era justamente algo que no me excitara.

Sin mencionar que aún tenía la erección de antes. Deducí que iba a irse sóla debido a mis cambios de ánimo recientes... pero con todo éste espectáculo será difícil.

¿Qué será de mí?

¿Me habría salido más barato haberle seguido el juego antes? ¿Cometí un error al frenarme y no hacerle el amor hasta el final?


No.

Hice bien en detenerme. No podía permitir que me usara como su juguete sexual personal.

Pero, aún así...

Me salí bruscamente de mis pensamientos al notar que los toqueteos se volvían más intensos. Lo que antes había comenzado suavemente, ahora se volvía algo más primitivo y salvaje.

El que antes se esmeraba en besarlo, separaba ahora sus piernas, y se entretenía introduciendo un dedo en su intimidad. Ante la intromisión, Felicios apretó las sábanas y se sacudió levemente, jadeando. Todos sus músculos firmemente tensos.

Me cegó esa visión, me estalló el cerebro. Había algo que cosquilleaba mi mente al ver a un hombre recio y portentoso como lo es el rubio, siendo sometido pasivamente. Al ver a un varón masculino, uno no se imagina jamás verlo retorcido de placer, gimiendo, bajo otro hombre. Verlo en el rol sexual opuesto... hace surgir un impulso. Despierta el interés y la curiosidad más infame: da cierto morbo.

PARADISO (+18/GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora