XVII - "Incontro Inaspettato"

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Al oír la grave voz a la lejanía, miré a mi alrededor, con cautela. Asumí que la provocación se dirigía a mí, como "la mascotita de Felicios", y eso me enfadó.

No había nadie cerca, y los lugares se mantenían oscuros e inhabitados.

Tierra en el suelo y polvo en el aire. Hacía un denso calor, y había mugre por doquier. Estaba completamente sucio, y aunque eso no era precisamente una prioridad, me fastidiaba.

Oí unos débiles pasos acercándose.
Frente a mí, en la lejanía, divisé un gran hombre aproximándose, de cabello muy largo.

"Parece que aquí se usa mucho el cabello largo..." pensé.

Caminaba con las manos en los bolsillos, lento y bien derecho. De gran altura y cuerpo delgado, visitiendo de ostentosa gala, un traje de tonos oscuros y azules.

Su piel era pálida, y su cabello rojizo y ondulado, cuya longitud casi alcanzaba sus caderas.

Me miraba fijamente, a la distancia, mientras caminaba hacia mí. Supuse que era él quien me había provocado.

Yo permanecí quieto, midiendo sus intenciones, sin quitarle la vista de encima. Él estaba a unos diez pasos de mí cuando se detuvo.

Al verlo más de cerca, ví su rostro con detalle. Pecas, nariz particular, ojos azules...

Oh, espera.

Él era quien ofertó por mí en el prostíbulo, el que perdió la subasta contra Felicios. Su nombre... No lo recordaba.

Ambos nos observamos en silencio. Sacó las manos de los bolsillos y habló.

- He preguntado algo, ¿Acaso no vas a responderme? - soltó con soberbia.

"Ah, si. Es él quién me provocó." pensé.

Mi expresión se deformó con desprecio.

- Parece que te lastimó perder la subasta. Y no, no soy la mascotita de nadie. -

Él se exaltó con mi respuesta. Parecía muy fácil hacerle enojar, hasta el rubio tenía más autocontrol.

- Eres un perro, una escoria bajo los pies de su dueño. - escupió entre dientes.

Levanté las cejas con desinterés, serio.

- ¿Soy un perro? Pues, se vé que te gustan mucho los perros como yo, fuiste tú el que subastó por mí. -

Él se enfadó aún peor, los nervios se le veían a kilómetros. No me respondió, solo se acercó lentamente, con una furiosa mirada.

¿De dónde viene ese rencor?


-

Voy a acabar contigo y con tu dueño, ¿Sabes? - susurró odioso, a milímetros de mi rostro, intentando intimidarme.

No entendía el origen de su odio, pero no por eso debía tolerarlo. No tenía razón alguna para ser tan hostil y maleducado conmigo. Estaba tan cerca que pude sentir su respiración.

Como respuesta a sus provocaciones, lo miré de la peor forma que me salió.

- ¿Quieres perder otra vez? Me dices perro, pero el que ladra mucho aquí eres . - susurré áspero, sin quitarle la vista de encima.

Aquello lo tomó por sorpresa.

Al instante, aproveché su asombro y le dí un cabezazo. Él se tragó el quejido y se echó hacia atrás, adolorido. Me miró confundido y rabioso.

PARADISO (+18/GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora