VI - "Estasi e Panico"

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El suelo tiembla exótico al son de la música, y se mezcla con un bullicio cercano.

Abrí los ojos lentamente, como al despertar de un pesado sueño.

Recostado, recordé mi situación y me senté bruscamente, casi de un salto. Desconfiado, miré a mi alrededor con rapidez. Al hacerlo, sacudiendo mi cabeza, sentí un dolor punzante en las sienes y ojos. Debía de ser por lo que me había hecho Carmilla, aquel fuego que se esparció por mi cuerpo y estalló en mis sienes.

- Otra vez... ¿Dónde estoy? - murmuré turbado.

Pues el escenario que me rodeaba era digno de las locuras de un sueño.

Me encontraba sobre un mullido y cómodo sillón aterciopelado. A modo de paredes, me rodeaban unas gruesas cortinas de seda, purpúreas y con detalles dorados. Éstas se volvían más angostas hacia arriba, formando una especie de tienda o carpa.

Era un lugar muy pequeño, casi individual, aunque muy lujoso. La poquísima iluminación venía de un pequeño candelabro, arriba y en el centro, el cual ardía con una bella y extraña flama plateada. El sillón sobre el que yacía ocupaba la mayoría del lugar, dándole toda la vuelta al espacio, en forma de "U".

Cerca, fuera, oía música. Y gentío hablando sin control. ¿Era una fiesta?

Ese tipo de ambiente festivo ya lo había escuchado antes, cuando estaba encadenado en aquel cuarto, con las demás personas. Se sentía como un deja-vu.

Al instante me sentí extrañado, pues estaba sólo, sin que nadie me custodiase. Después de todo lo que había hecho, asignarme un vigilante sería lo de menos.

Con miles de pensamientos y confusiones rebotando por mi cráneo, recordé al muchachito de cabello oscuro, a quién ayudé. Si bien me alegraba que hubiera podido huir y le deseaba suerte, algo no encajaba: Felicios lo había dejado ir. Es más, todo eso no habría pasado si no me liberaba a mí antes. Frustrado, miré hacia abajo y me froté el rostro.

"¿Cómo terminé aquí?"

Era esa la pregunta principal y la más amarga.

Me levanté del sillón y opté por abrir las cortinas del frente, donde parecía estar la salida, para irme ya del reducido lugar. No tenía sentido quedarme allí pensando.

Al salir de la opulenta tienda, con cautela, el entorno me dejó algo perplejo, pues no era como lo esperaba.

Ante mis ojos se abría un gran salón redondeado, el cual en su anchura tenía esparcidas muchas otras tiendas más. Sobre altas y pequeñas plataformas circulares, bellos hombres y mujeres danzaban livianos de ropa, aunque manteniendo la elegancia.

Parecía un burdel. Pero no uno guarro, sucio y descuidado, ésto era completamente elegante y de un aspecto algo gótico. Paredes oscuras y detalles preciosos que resaltaban levemente con luminoso neón. Gárgolas y estatuillas de inquietante figura, candelabros extraños avivados por flamas de grisáceos colores, mesas, sillones e hipnotizantes luces.

Tristemente, el buen gusto decorativo del lugar se veía malgastado en éste entorno corrupto, que se manejaba a través de secuestros, abusos y prostitución.

Caminé lentamente, desconfiado, buscando cámaras o a quien pudiera estar vigilando, una salida, algo que me ayudara a escapar.

PARADISO (+18/GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora