Al oír su imperiosa sentencia me volteé a verlo incrédulo. ¿Pretendía que por ser su sirviente también era su juguete sexual?
- ¿Y entonces qué? ¿Vas a obligarme a tener sexo? ¿No habías dicho que nunca harías algo así? - increpé, poniendo en duda sus propias palabras.
Al oírme se fastidió en lo más profundo de su ser: no podía contradecir sus propias palabras, se vió acorralado.
Y allí sentado, desnudo entre sábanas, me dedicó la peor mirada hasta entonces. Un brillo asesino centellaba en sus ojos. Era una mirada tan terrible y rencorosa, poderosa, que semejaba a la de un Dios cuyo orgullo había sido herido. Con ambas manos sujetaba las suaves telas que lo rodeaban, y se contraía de furia, sus bellos músculos todos tensos.
- ...Vete a la mierda. - dejó salir entre dientes, como el siseo odioso de una víbora. Continuó diciendo:
- Una sola cosa necesitaba, sin compromisos ni pensamientos exteriores... ¡Tan bien lo estabas haciendo! Y de repente te frenas, te pones todo tibio y reflexivo ¿Cuál es tu problema? -
- ¿Cuál es el tuyo? Jamás me buscaste. Por el contrario: siempre afirmaste no tener la más mínima atracción hacia mí. Y hoy te me arrojas sin explicación... - hice una breve pausa, pensativo - No puedo continuar con ésto. Fué un error. Ni siquiera pensé lo que estaba haciendo... - susurré al terminar, invadido por el arrepentimiento.
- ¡Pero qué estupideces dices! No necesito que me "atraigas" para meterte entre mis piernas. Eres tan dramático como una mujer... - puso los ojos en blanco, harto. Y antes de que pudiese responder a sus barbaridades continuó así:
- Es más, me sorprendió tu arrojo: me desnudaste con la brutalidad de una bestia. Me arrancaste la ropa. Fué de lo más candente que me ha pasado en largo tiempo ¡Y lo arruinaste! ¿Es que eres tonto o bipolar? -
- ¡No lo soy! ¿Acaso no me escuchas? ¡Tu actitud fué lo que me desconcertó, idiota! -
¿Debo destacar lo bizarra que era la situación, siendo que ambos estábamos desnudos, con erecciones, y enojados el uno con el otro?
- ¿Si tan desconcertado estabas, entonces por qué aceptaste mis avances? Mentiroso, sé que lo estabas disfrutando. Te detuviste sólo por cobardía, lo sé. - escupió indignado, envenenado, con los ojos enrojecidos.Ante sus conflictivas respuestas, me acerqué furibundo, señalándolo con el dedo.
- Acepté tus avances porque nadie jamás podría haberse resistido a eso. Me tendiste una trampa y caí en ella, no me eches la culpa. Y llámame cobarde si quieres, pero no seré parte de un jueguito que ni siquiera entiendo. -
El calló por un instante, yo proseguí:
- Algo raro hay aquí. Te comportas extraño desde la mañana. Y aún peor luego de la reunión, de la que saliste prácticamente corriendo. ¿Me dirás de una vez qué te sucede? - pregunté serio.
- ¿Por qué te preocupa tanto mi ánimo? ¿Eres mi esposa acaso? - se burló, evadiendo mis interrogaciones.
Firme e insistente en mi pregunta, lo miré bien fijo y en silencio, quieto como un mueble. Demandaba una respuesta.
Hastiado ante mi insistencia, me miró con reproche. Al instante, cediendo finalmente, hizo silencio y tomó una postura pensativa. Por unos momentos recorrió la habitación con la mirada, como si tuviera la esperanza de encontrar en ella algo que lo ayudara a ordenar lo que quería decir.
Cuando se vió a punto de responder, se arrepintió y frenó las palabras que ya asomaban por sus finos pero carnosos labios.
Frunciendo el rostro todo con infinita bronca, enojado ahora consigo mismo por casi dar el brazo a torcer, Felicios se incorporó de la cama de un salto, como un resorte. Se dirigió a la puerta de entrada rápido, bruscamente, sin un ápice de pudor por su total desnudez.
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PARADISO (+18/GAY)
FantastiqueValentino es un joven intrépido recién llegado al infierno. Indignado por la falta de un pecado que justifique su estadía, busca respuestas. Las cosas no serán nada fáciles para Valentino, menos cuando un poderoso demonio posa su interés en él... ¿C...