XXII - "Potere e Ribellione"

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Abrí los ojos con estrépito, asombrado.

Sus palabras me resultaron absurdas, casi chocantes. ¿Que me querían ver muerto? Si así fuera, siendo demonios tan poderosos, podrían haberme asesinado hace ya mucho tiempo, y sin esfuerzo alguno.

- Tu familia es poderosísima, rubio. Es ridículo que me digas ésto, ya estaría bien muerto si ellos así lo quisieran. - aseguré.

Él cerró los ojos y negó lentamente con la cabeza, en profundo desacuerdo.

- No sabes nada. Ellos me temen, soy el más poderoso de la familia, el implacable. Si te hacen algo a tí, si desafían mi palabra, tienen el exterminio asegurado. - la confianza en su habla daba escalofríos.

Su discurso me perturbaba. Era su familia, y él hablaba de asesinarlos con total naturalidad. Al notar mi reacción, frunció el ceño, molesto.

- Mira Valentino, dulce, éste no es el mundo humano. Despierta ya. Aquí una familia no se ama, solo se respeta. Seguimos tradiciones y ritos, códigos. No te atrevas a confundirlo con aquél amor humano al que tanto estás acostumbrado. El amor aquí es visto como una molestia, como un sentimiento que solo lleva a la perdición y como una cursilería humana. - afirmó.

Sabía que los demonios eran lo peor, pero hasta los términos familia y amor aquí no tenían significado ni poder alguno.

- Aún siendo tus fraternos... ¿Realmente los matarías? - pregunté, aún indignado.

Él resopló, decepcionado.

- Por supuesto. Si me desafían, sufrirán las consecuencias. Un demonio no siente amor ni remordimiento, Valentino, métete eso en la cabeza y deshazte de los vestigios humanos que quedan en tí, pues ya no eres uno de ellos. -

Aquella voz suya, seca y ruda, me hacía sentir aún más impotente. Pues sabía que me decía la verdad, pero no podía aceptarla.

Todo me parecía una injusticia de principio a fin. Pues, por defenderme de una muerte segura, había acabado en nada más y nada menos que el infierno. Mis valores humanos aquí no tenían peso alguno. Me carcomía la desorientación, era un entorno distinto en su totalidad, uno que te acorrala con horrores constantemente. Podría compararse a un choque cultural, pero a escalas abismales.

- Pues bien, ahora que sabes porqué sigues con vida, te diré por qué quieren matarte. - hizo una breve pausa, y continuó - Tienes mis poderes, no desarrollados, dentro de tí. -

Abrí los ojos con perplejidad y fruncí el ceño, terriblemente confundido. Ante mi reacción, él explicó:

- Mira, ¿Recuerdas cuando te besé en el prostíbulo y mordiste mi lengua? Sangré, y tu bebiste esa sangre por accidente. La sangre de un demonio muy poderoso, es también, muy poderosa. Resulta que decidí darte mis poderes a través de ella, eres mi conejillo de indias. - sonrió satisfecho.

Tras oír sus palabras, mi cerebro prácticamente dejó de funcionar. Me resultó increíble, una demencia.

- ¡¿Por qué harías algo así?! - grité desafinado, incrédulo - Dime que todo ésto es mentira, Felicios. - rogué.

No quería sus poderes, no quería nada de eso. El emitió una suave risita ante mi preocupación, y respondió:

- Lo hice por diversión, Valentino. Tengo miles de años de edad, ya nada me divierte. Pero ésta, fué la decisión más demente que he tomado en mi larga vida, y ¿Sabes qué? Me emociona. Darte tanto poder en un cuerpo tan inexperto es un verdadero pecado imperdonable, ¿No te parece maravilloso? - rió, orgulloso de su hazaña.

Su locura, de alguna forma retorcida e incomprensible, me cautivó. Tragué espesa saliva y continué escuchándole.

- Ésta arbitraria decisión mía escandalizó a mi familia entera, la alteró por completo. Me detestan con fervor por obsequiarte un poder tan inmenso y antiguo como el mío. Quieren matarte ahora, porque aún eres débil, ya que cuando desarrolles más esos poderes, podrías incluso matarme a mí. - narró, emocionado de su proeza. Se veía feliz e iluminado, cosa que me resultaba increíble dadas las consecuencias de sus actos.

PARADISO (+18/GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora