Ante su repentina desnudez, fruncí el ceño con disgusto y levanté ambas manos, en símbolo de confusión. Él rió divertido, y continuó secándose el cuerpo.
- Pareces una monja, Valentino. Estás en el infierno, si no abrazas un poco más tu líbido serás objeto de humillaciones. - aconsejó con crudeza.
Lo mire fijamente, en desacuerdo y casi ofendido.
- Nadie va a humillarme, no lo permitiría. Tengo mis ideales y mi forma de ser, no necesito gustarle a nadie. - contesté indignado.
Él emitió una risilla despectiva, desacreditando mis palabras.
- Tienes suerte de ser mi sirviente. Si fueras de otro demonio, con la terca actitud que tienes, probablemente ya estarías violado y muerto. - comentó a modo de chiste, lo cual a mi parecer fue sátiro y no me causó gracia alguna.
- Quizás tengas razón en eso, rubio. Pero agachar la cabeza no está en mi naturaleza, prefiero antes morir con mis ideales. - respondí sereno.
Pero mis palabras no tuvieron impacto en Felicios, pues se rió de ellas a carcajadas, irónico. Ante sus ojos, siendo tan antiguo como era, yo debía parecerle un torpe niño. Y eso me molestaba.
- ¡Ay! Ojalá fuera tan sencillo como lo planteas, muñeco. Mira, acaba con ese estúpido orgullo desmedido que tienes. Si piensas morir antes de ceder tu dignidad, entonces no durarás ni dos días aquí, el infierno no es lugar donde tú elijas cómo acabar. Jacobo ya te lo demostró, y yo se lo demostré a él, matándolo. - habló, crudo.
Me dejó sin palabras. Pues cuando mencionó a Jacobo, quien había intentado abusar de mí, entendí sus palabras, y supe que tenía razón. Debía intentar controlar mis impulsos, ser más cuidadoso.
Un silencio cómodo y placentero se hizo en la habitación. Solo el sonido de la toalla que rozaba y secaba la piel del rubio se hacía oír. El resto era mutismo.
Recostado sobre la cama, con la mirada perdida sobre las exquisitas sábanas, medité sobre mi relación con Felicios, el cual, sereno, secaba su cuerpo frente a mí. Cuando lo conocí en aquél prostíbulo, él no soportaba que le llevara la contra en lo más mínimo. Sin embargo, ahora lo notaba más relajado. Ya no se comportaba tan tirano conmigo y parecía soportar mis quejas y objeciones. Aunque eso no significaba nada, pues eran constantes sus maltratos y sus crueles burlas, siempre insensible. Pero no podía pedir mucho, es decir, estaba en el infierno.
Volví mi mirada hacia él, que había terminado de sacarse el cuerpo y ahora revolvía las ropas del ordenado armario en busca de su atuendo. No le importaba en lo más mínimo estar desnudo frente a alguien, pero eso no debía de ser raro para un demonio de su clase. Se vistió. Solo se puso ropa interior y una camisa holgada, de tonos blancos y dorados. Seguramente era su ropa de descanso, y aún así, desprendía lujo.
- Quítate de la cama, que quiero descansar. -
Lo miré con desprecio, molesto por su imperioso hablar, y me levanté. El rubio, sin más, se acercó a la cama y se escabulló entre las frondosas frazadas. Luego de acomodarse, chasqueó los dedos y las tenues luces de la habitación se apagaron al unísono.
Quedé allí parado, en medio de la oscuridad absoluta. Parte de mí al principio sintió cierto pánico.
No le temía a la oscuridad, pero el hecho de estar en el infierno, y mucho peor, el de estar encerrado con un demonio tan poderoso, hacía que la oscuridad se sintiera asfixiante. Como si me consumiera, invasora.
Pero recordé que ya no era humano. Era uno de ellos, un demonio. ¿Entonces por qué temer? Fué ahí cuándo me di cuenta del verdadero problema, y me enfadé.
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PARADISO (+18/GAY)
ParanormalValentino es un joven intrépido recién llegado al infierno. Indignado por la falta de un pecado que justifique su estadía, busca respuestas. Las cosas no serán nada fáciles para Valentino, menos cuando un poderoso demonio posa su interés en él... ¿C...