XVIII - "La Punizione"

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Observé, con los sentidos más despiertos, cómo Felicios discutía con el colorado, que con esfuerzo había logrado incorporarse. Eran puros insultos y amenazas muy fuertes.

Aún inmóvil y consternado, no pude hacer más que observar.

- Realmente te excediste esta vez, Jacobo. ¡¿Cómo te atreves?! - gritaba descontrolado Felicios, entre fuertísimos insultos que prefiero omitir.

¿Así que Jacobo es su nombre? - pensé.

El rubio llegó en el momento exacto. Si se hubiera tardado apenas unos segundos más, la situación habría acabado en una humillación imborrable. Aun así, ¿Por qué me ayudaría alguien como él? Jamás había sido amable conmigo.

Supuse que era movido por sus propios intereses, pues, el muy egoísta, nunca demostraba empatía a mis dolores.

- Me alegra haberme "excedido". Te mereces lo peor, tú y todos los tuyos. - respondió el colorado entre dientes.

Su rencor hacia Felicios no tenía límites. Aquél odio me causaba intriga ¿Qué lo alimentaba?

- ¡Oh, Jacobo! Casi siento lástima por ti. Ya deja de aspirar a la grandeza, no te sale. - respondió el rubio, fuerte de voz y cruel.

Tomó a Jacobo por el cuello y lo levantó. Luego lo arrojó, y estando éste en el suelo, lo pateó varias veces. Yo observaba, no asustado por su crueldad, sino deleitado. Necesitaba verlo sufrir, necesitaba que pague por lo que me había hecho.

Jacobo, apaleado en el suelo, estaba consciente aún, tosiendo entre insultos y maldiciones. Felicios, que lo miraba indiferente, volteó y me miró. Una sonrisa desagradable se dibujó en su rostro, una que presagiaba males.

Era difícil creer que el demonio del que había estado escapando me haya salvado. Luego del asunto de la orgía, no quería volver a cruzarme con él.

Se colocó sobre Jacobo, por detrás, y jaló de su largo cabello rojizo, levantando su cabeza. Me mostraba su rostro, quería que le viese la cara. Mi mirada y la de mi abusador se cruzaron, fijamente, con recelo.

- Pídele perdón. - le exigió Felicios.

¿Realmente vá a hacer que me pida perdón?

Jacobo no emitió sonido alguno. La expresión de Felicios se deformó con ira.

- Si me haces repetirlo una vez más, me aseguraré de torturarte de las peores maneras. Me conoces Jacobo, así que elige bien. -

Felicios lo amenazaba sin piedad, con infinita crueldad, filoso e insensible. El resentimiento entre ellos era mutuo, y parecía antiguo.

Luego de un silencio breve, Jacobo habló.

- Perdóname. - me dijo entre dientes, apartando la mirada.

El rubio, insatisfecho, jaló más fuertemente de su cabellera, estirando su cuello hacia atrás.

- Llámalo por su nombre y pídeselo por favor. - susurró morboso.

Jacobo dudó, invadido de impotencia. Estaba entre la espada y la pared, pues tenía dos opciones: pisotear su orgullo o verse en una situación abominable.

PARADISO (+18/GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora