XIV - "Incantesimo"

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Al escuchar el llamado de las mujeres, atendí mirándolas con recelo. Era natural, pues con todo lo que me había pasado, ya no había de quién me fíe.

- Oye, no vamos a hacerte nada. ¿Quiéres hablar? - dijo una de ellas,.

Por la confianza y el poco espacio entre ellas, supuse que eran pareja. La que me habló era castaña, de piel morena y ojos verdosos. Y su acompañante, con un cuerpo menos robusto, pequeño, tenía una bella y delicada apariencia asiática, de largo y lacio cabello azabache. Ambas en hermosos vestidos de refinada costura.

Se veían bien juntas, eran exóticas.

- ¿Hablar de qué? - respondí cortante.

La asiática emitió una suave risilla, desacorde a la situación.

- De tí. Eres nuevo aquí ¿verdad? - volvió a cuestionarme la castaña.

- No te contaré nada de mí. Vé al grano y revela lo que quieres. -

Ella suspiró. La asiática solo observaba, apacible.

- Mira, te lo diré de forma directa, como tu quieres. Estamos algo aburridas de ser sólo dos... ¿Quieres ser nuestro número tres? - la asiática asintió alegre, corroborando las palabras de su pareja.

Levanté las cejas con incredulidad. Pues pensé que bromeaban.

- Acaban de verme entrar. ¿No les parece bastante rápido pedirme algo así? - solté una risa nerviosa.

La asiática ladeó la cabeza y sonrió con picardía.

- Eres atractivo. Nos cautivó tu belleza física. - habló con voz tenue, opuesta a la castaña.

¿Atractivo? Estaba completamente sucio y maltratado. No soy juez de gustos, pero vamos, que en ese momento un desdichado vagabundo se veía y olía mejor que yo.

¿Qué podía responderles? Eran muy insistentes, casi acosadoras.

Además, no eran simples humanas. Nadie aquí lo era. Hacerlas enfadar podría suponer un gran peligro.

Debía ser astuto.

- Lo siento, damas. Yo ya tengo a alguien, no puedo involucrarme con ustedes. - les sonreí de la forma menos falsa que pude.

- Ya vimos tu collar apenas entraste. ¿Qué mas da? Déjalo y ven con nosotras. - insistió la castaña.

¿Qué Collar?

No entendía nada.


- No quiero dejarlo, damas. He dicho que tengo a alguien, y estoy bien con ese alguien. - respondí tajante.

Mentiras, mentiras.

Sentí que rechazarlas duramente podría ser peligroso, y que mentir suavizaría las cosas. Pero no fué así.

Ambas se tensaron, y clavaron sus ojos en mí con profunda desaprobación.

- Tu vienes con nosotras. - afirmó la castaña, a lo que su pareja asintió feliz.

La mujer asiática simplemente me ponía los pelos de punta. Se mantenía serena y risueña en medio de la disputa.

Otra vez me veía preso de una mala situación. ¿Es que tenía un maldito imán de problemas?

- No iré. Y no pienso repetirlo, búsquense a alguien más. - hablé cortante, determinado.

Ambas se incorporaron rápidamente y se dirigieron hacia mí, con unas expresiones que prefiero olvidar.
Al instante, presagiando los males que me esperaban si me quedaba, me levanté y eché a correr hacia la salida.

PARADISO (+18/GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora